Aquella mañana el cielo estaba nublado, amenazaba con empezar a llover en cualquier momento. Todo su equipaje ya estaba en las carrozas que los llevarían al que sería su nuevo hogar. Su padre gritaba órdenes para que todos se dieran prisa y pudieran salir cuanto antes, no quería que la lluvia los cogiera en el camino, aunque no tenían nada valioso entre sus posesiones, no quería perder las pocas que tenían. Sus cuatro hermanos ya estaban listos, su padre conduciría una carroza y su hermano mayor conduciría la otra, su padre iría adelante para guiarlos por el camino. Sus manos grandes y ásperas tomaron las riendas del caballo, las agito con fuerza y con un silbido hizo que el caballo comenzara su marcha.
Amelia iba sentada junto a su padre, un hombre robusto y de mediana estatura, su rostro ajado y espalda curvada eran producto de su dura vida y sus ojos azules reflejaban amargura, con un prominente bigote que cubría casi por completo su boca, de la cual solo escupía órdenes e insultos cada vez que los mandaba a realizar alguna tarea o cuando no la realizaban como él quería, a sus sesenta años casi toco su cabello y bigote estaban grises. Su hermano Thomas iba atrás, él era el menor de todos y era con quien Amelia se llevaba mejor, aunque era un año menor que ella, Amelia se comportaba como si fuera su madre. Sus ojos azules aún conservaban parte de su inocencia, a diferencia de sus otros hermanos que se parecían mucho a su padre.
Charles contaba con 19 años, también de ojos azules como su padre y de cabellera rubia, Andrew tenía 16 años y Francis 17, los dos eran inseparables y siempre seguían a Charles en todo lo que este hacía, los dos eran de ojos castaños y cabello rubio, pero era más oscuro que el de Charles, ese era un rasgo que heredaron de su madre, ya que su padre era de cabello castaño, solo Amelia y Thomas tenían su cabello de este color, aunque a diferencia de Thomas, Amelia tenía los ojos castaños.
Tolva, el pueblo donde habían vivido toda su vida, ellos eran conocidos por ser alborotadores, a su padre le gustaba beber casi todos los días, lo que casi siempre resultaba en peleas. Su hermano mayor Charles había seguido los pasos de su padre, le gustaba gastarse todo lo que ganaba en bebida y juego, su atractiva apariencia le ayudaba al momento de ganarse la confianza de las personas, lo que le servía para poder estafarlos, Andrew y Francis iban también por ese camino. Todos les tenían miedo, ya que cuando Charles tenía solo 15 años, formo una banda de delincuentes que tenía azotado a todo el pueblo y a algunos pueblos vecinos. A cambio de una supuesta protección, los dueños de los negocios tenían que pagarles una cantidad de dinero que, cada mes, iba subiendo. Con los años, Andrew y Francis se unieron a la banda, al igual que muchos jóvenes que buscaban ganar dinero fácil, y su padre Edmund quien, además de trabajar como carpintero y herrero, era también un notable estafador. Toda su familia tenía una mala reputación, pero Thomas no era así y ella se encargaría de que él nunca siguiera los pasos de su padre y hermanos, como su madre había muerto cuando ella tenía 5 años, eran Amelia y Thomas quienes se encargaban de la casa, además de trabajar con su padre.
Esa era la vida que Amelia había llevado en sus 13 años de vida, pero todo cambio dos semanas antes. No supo bien los detalles, pero su padre consiguió un trabajo como administrador de una casa de campo de un rico empresario. Desde ese momento, ellos se encargarían del mantenimiento de la casa y de los animales que había allí, aunque les esperaba un fuerte trabajo estaba contenta, siempre había deseado dejar Tolva, dejar atrás esa mala reputación que tenía su familia y empezar de nuevo en otro lugar, pero poco sabia ella en ese momento, que las cosas no cambiarían.
—Llegamos— dijo su padre deteniendo el carruaje cuando se pudo divisar las vallas que encerraban la propiedad del que sería su nuevo hogar —Desde ahora nuestro apellido será Wells— dijo cuándo todos estuvieron cerca de él, aunque Amelia no entendió por qué tenían que cambiar su apellido, no le importo, eso también lo vio como parte de comenzar su nueva vida, un nuevo hogar, un nuevo nombre —Charles, ve adelante
Le ordeno a su hermano y espero hasta que esté lo pasara para continuar el camino. La propiedad se veía que era enorme, parecía que las vallas no tenían fin, no se podía ver más allá, porque además de la valla, había un muro hecho de árboles que cubrían la vista. De nuevo se detuvieron frente a unas puertas grandes y elegantes, tenía dos letras grandes y doradas en la puerta, una R y una F, su diseño también era elegante, no sabía que podrían significar aquellas letras, pero tendría bastante tiempo para averiguarlo.
Después de unos momentos, las puertas se abrieron, un hombre vestido con un elegante traje negro les indico que siguieran. El camino empedrado los llevo por un sendero que estaba rodeado de las flores más hermosas que Amelia había visto en su vida. En Tolva el paisaje era más bien estéril, ya que su principal fuente de ingresos era la minería, y su padre trabajaba haciendo y vendiendo herramientas para los mineros, por eso todo el paisaje era gris y sucio, pero el paisaje que estaba contemplando la había dejado sin aliento. Hermosos jardines adornados con flores de distintos colores, a lo lejos pudo ver que había un lago y lo que le pareció que serían patos nadando en él. Todo era tan hermoso, que no tuvo duda que sería muy feliz en aquel lugar.
El camino empedrado finalmente los llevo frente a la casa, una enorme y hermosa mansión, unas escaleras llevaban a la puerta principal, la piedra gris estaba mayormente cubierta por musgo y rosas que subían hasta el segundo piso, las ventanas estaban cubiertas por cortinas de encaje y no pudo ver el interior, tristemente eso fue lo único que pudo ver, ya que tuvieron que seguir con su camino. Continuaron alejándose hasta que llegaron a otra casa que era mucho más pequeña y más modesta que la casa principal, esta vez había una mujer que vestía también con un vestido elegante.