El Engaño

Amenaza

Nathan salió de su casa después de que su padre se fue con Charles, había quedado de verse con Albert. Al llegar al salón, él ya se encontraba allí.

—¿Estás sola? —  le pregunto a Claire cuando no vio a Amelia

—Sí, Amelia salió con su hermano, le di el día libre para que salieran a conocer la ciudad

—¿Entonces son los hermanos de Amelia los que trabajaran en la remodelación? —  pregunto Albert

—Sí, Amelia me dijo una vez que ellos solían trabajar como carpinteros, así que pensé que sería una buena idea decirles que vinieran

—Pueden ir hablando de eso mientras atiendo a unas amigas— dijo Claire dejándolos solos

—Antes de que regrese Claire hay algo que tengo que contarte

—¿Sucedió algo? —  Albert noto que Nathan estaba preocupado

—Alguien ha enviado unas cartas extrañas a mi padre

—¿De qué hablas?

—Han enviado unas cartas anónimas advirtiéndonos de Douglas, aunque no dicen su nombre, solo dicen que tengamos cuidado de las personas con las que mi padre se está reuniendo

—¿Tienen alguna idea de quien pueda ser?

—No, se nota que se esfuerza por cambiar su letra, pero mi padre piensa poner a alguien para que los investigue

—¿Cuándo las enviaron?

—Ayer y hoy, las enviaron seguidas

—Al parecer tiene afán por delatarlos—  Albert quedo pensativo

—En la carta que llego hoy decía que pensaban estafarnos

—Entonces las dudas que teníamos sobre ellos no era infundadas después todo—  dijo Albert, recordando que desde el principio les parecio extraño que nunca mostraran nada de lo que hacian

—Es un negocio muy arriesgado, es mucho dinero el que esperan que invirtamos

—¿Aún no les han mostrado el prototipo del nuevo motor?

—Todavía no

—¿Qué más piensa hacer Richard?

—Por el momento solo quiere investigarlos, pero ya tenía decidido ir con calma y después de lo que dicen esas cartas, dice que es mejor no hacer nada, ya que no sabemos con qué clase de personas estamos tratando

—Es buena idea, es mejor ir con cuidado y esperar que pueden descubrir sobre ellos, tambien me gustaria que me las mostraras

—Mañana puedes pasar para que las veas, también seria bueno que no le digas nada a Robert, estoy seguro que mi padre no querra que se preocupe, no despues de lo que paso con Alice

—No te preocupes, no le diré nada

Albert también quedo un poco preocupado con lo que escucho. Si era verdad lo que esas cartas decían, su padre también perdería mucho dinero. Aunque Richard era el propietario mayoritario, su padre también había invertido mucho en su compañía, pero confiaba en que Richard sabría cómo manejar las cosas, por eso era mejor no preocupar a su padre.

 

Ese día se divirtieron como nunca lo habían hecho, Amelia estaba muy feliz de ver lo bien que Tom la había pasado, ninguno de los dos quería que el día terminara, pero el tiempo paso volando y cuando se dieron cuenta, ya eran las seis de la tarde.

 —Ya es hora de que regreses—  dijo Tom —Me gustaria poder acompañarte

—A mi también, pero es mejor no arriesgarnos a que Charles nos vea, pero mañana también nos veremos, ya te disté cuenta de lo amable que es Claire, así que podremos encontrarnos mañana a la misma hora, puedes acompañarme, además recuerda que iremos a ver una obra de teatro

—¿Crees que estará bien que yo también vaya? —  Amelia supo por qué decía eso, la ropa que tenía puesta, era la mejor que tenía y la gente que iba al teatro siempre iba muy elegante, sabía que la gente lo miraría mal

—No te preocupes, antes de que regresemos a casa iremos de compras

—¿De compras?

—Ven—  lo tomo de la mano y lo llevo hasta el sastre que hacia la ropa de Joseph

—¿Qué hacemos aquí? —  pregunto al llegar a la tienda

—Quiero darte un regalo— lo jalo para que entrara

—Señorita Amelia, buenas tardes—  saludo cuando los vio entrar

—Buenas tardes, señor Campbell

—Que se le ofrece

—Quisiera saber si tiene un traje para mi hermano—  señalo a Tom

—Creo que si—  se quedó mirando a Tom —Permítanme un momento

—¿Qué haces? —  le pregunto cuando se quedaron solos

—Te dije que te quería dar un regalo

—Pero estos trajes se ven muy costosos—  hablaba en voz baja —¿Qué les diré a Andrew y a Francis cuando lo vean?

—No te preocupes, este traje es para que lo utilices mañana cuando vayamos al teatro, después de eso yo lo guardaré por ti

—Estás loca, no puedo dejar que gastes tanto dinero en un traje que utilizaré solo una vez

—Primero que todo, eres mi hermano y hace cinco años que no te veo, recuerda que yo era la que siempre te arreglaba la ropa cuando se te dañaba, siempre había querido darte la oportunidad de poder estrenar ropa, aunque fuera una vez y segundo, es mi dinero y puedo hacer con él lo que quiera, así que cállate y déjame darte este regalo

Tom no le siguió discutiendo. Amelia siempre se había comportado como su madre, ella siempre se esforzaba por ayudarlo, pero él quería cambiar esa situación, él ya no era un niño que tuviera que estar dependiendo siempre de ella, ahora quería ser el quién la ayudara, el que la cuidara. El sastre regresó con algunos trajes, Amelia lo ayudo a escoger el que mejor le quedaba, se notaba que ella estaba más feliz que él, por fin había podido cumplir uno de sus sueños.

—Té vez muy guapo—  dijo cuándo lo vio con el traje puesto 

—Me siento un poco raro—  dijo mirándose al espejo

—Este será el traje que utilizaras cuando vayas a la academia de arte—  Tom la miro —No creas que se me ha olvidado, te dije que te ayudaría para que mejoraras tus dibujos—  lo abrazo recostando su cabeza sobre su hombro mientras los dos se miraban en el espejo —Cuando por fin nos vayamos

Los dos sonrieron, pero en sus miradas había duda, como si los dos estuvieran hablando de un sueño imposible. En ese momento Amelia recordó la propuesta de Nathan, pensó en decirle a Tom, pero prefirió encargarse de eso ella sola. Después de salir del sastre, se despidieron y quedaron de encontrarse la mañana siguiente a la misma hora. Al regresar a la casa se encontró con Charles en la cocina, lo vio serio, después de un momento salió de la cocina, aunque no le dijo nada, por un momento pensó que tal vez se hubiera enterado de que Tom estaba en Londres y de que se habían estado viendo, pero si hubiera sido así, estaba segura de que Charles no se hubiera quedado callado, por eso pensó que lo mejor era decirles mañana a todos, en especial a Catherine y Joseph, que no hablaran de Tom.




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