El Engaño

Lo mas valioso

Amelia seguía sentada en la sala, estaba desolada por Tom. No sabía qué hacer, no podía permitir que terminara en la cárcel. Pero nada de lo que dijera o hiciera haría que Nathan cambiara de opinión, ni siquiera fue suficiente haberle dicho que era culpable. Tenía que hacer algo, tenía que convencerlo de alguna manera, pero nada se le ocurría.

—¿Mama? —  Amelia limpio su rostro rápidamente, no quería que Jonathan se diera cuenta de que había estado llorando ni mucho menos que viera el morado que tenía en su rostro por el golpe que recibió de Nathan

—Iré a prepararte tu desayuno—  se levantó y fue a la cocina

—¿Por qué regresamos? — camino tras ella

—Nos quedaremos otra vez aquí—  ocultaba su rostro de él

—Yo quería despedirme de Stanley—  se sentó en la mesa de la cocina

—Después puedes hacerlo

—¿Dónde está Nicholas? Pensé que estaba aquí

—Él nos trajo, pero se tuvo que volver a ir—  continúo preparando el desayuno, evitando que la viera

—¿Por qué está todo desordenado?

—Porque no vas a vestirte, puedes ir organizando tu cuarto, te llamaré cuando el desayuno esté listo— Jonathan no dijo nada, solo obedeció

Se sentó en la mesa cuando Jonathan se fue. No podía irse y dejarlo solo. La angustia que estaba sintiendo en ese momento era insoportable, no sabía cuánto tiempo más aguantaría. Tenía que ayudar a Tom como fuera y la única persona que podría hacerlo era Catherine, tenía que hablar con ella, pero no sabía dónde vivían. Sabía que no tenía de otra que ir a hablar con Claire para que le dijera donde estaba viviendo.

—¡Jonathan! —  lo llamo para que bajara a desayunar —¿Por qué no te has vestido? —  dijo cuando vio que seguía en su pijama

—¿Qué te paso? —  pregunto al ver su rostro

—Me golpee con la puerta de la despensa—  tuvo que inventarse algo, no podía seguir ocultando su rostro —Date prisa y ve a vestirte

—Pero estaba organizando mi cuarto primero

—Lo harás después, ve a vestirte, tenemos que salir

—¿A dónde vamos?

—Ve a vestirte rápido, saldremos después de desayunar —  comenzó a alistar la mesa —¡Ve rápido! —  le ordeno cuando vio que se había quedado de pie

Jonathan regresó a su cuarto para vestirse, después bajo a desayunar. Amelia no tenía apetito, pero se obligó a comer, no cometería el mismo error que cometió cuando estaba embarazada de Jonathan. Cuando terminaron, salieron de la casa, no tenía su carruaje, así que tendrían que caminar hasta el pueblo, le pediría prestado el carruaje al doctor Bennett

—Amelia, ¿Qué te paso? —  dijo el doctor cuando la vio —¿Estás bien? — Amelia le había escrito diciéndole que había tenido que irse a vivir a Londres por un tiempo, no le dijo la razón por la que había tenido que irse, no quería que se preocupara

—Estoy bien, solo fue un accidente—   puso su mano sobre su pómulo tratando de cubrir el morado y la hinchazón —Me golpee con la puerta de la despensa, estaba afanada preparando el desayuno y no me fije que la había dejado abierta

—¿Viniste a que te revisara?

—No, solo vine porque necesito pedirle un favor

—Por supuesto, ¿Qué necesitas?

—Podría prestarme su carruaje, necesito ir a Londres

—¿Y qué paso con el tuyo?

—Se me daño—  estaba muy afanada, le dio vergüenza insistirle, pero tenía que irse cuanto antes —No quiero sonar grosera, pero no tengo mucho tiempo, necesito irme cuanto antes, le aseguro que se lo regresaré esta noche

—¿Sucedió algo? —  se preocupó al verla tan afanada y angustiada

—No—  sonrió para tranquilizarlo —Es solo que mi hermano Tom regreso y tengo que ir por él a la estación, se me hizo tarde, ya debe estar esperándome

—¿Mi tío Tom regreso? —  dijo Jonathan emocionado al escucharla, hacía tanto que no lo veía

—Era una sorpresa—  le dijo a Jonathan —¿Entonces puedo llevármelo?

—Si claro

—Muchas gracias, lo traeré esta noche

—No te preocupes, me lo puedes traer mañana, si lo necesito se lo puedo pedir al señor Barry

—De nuevo muchas gracias

Se despidió de él y salió para tomar el carruaje. Se subió de inmediato y se fue a Londres junto con Jonathan, no tenía tiempo que perder. Esperaba que Albert no estuviera en la casa para que pudiera hablar con Claire, tal vez ella si la ayudara, aunque no se iría de allí hasta que le dijera donde vivía Nathan. Amelia se había puesto un sombrero para evitar que alguien la reconociera, pero principalmente para que no vieran el golpe.

—Por allí vive Nicholas—  dijo Jonathan mirando en la dirección opuesta a la que iban

—¿Qué? —  Amelia se detuvo cuando lo escucho —¿Estás seguro?

—Sí, recuerdo que siempre pasábamos por aquí cuando íbamos al parque—  señalo la calle

—¿Recuerdas como es la casa? —  Jonathan asintió —Dime cuál es

—Es por allí—  se giró para señalar una esquina 

Amelia sonrió, no pensó que Jonathan recordara por donde quedaba su casa. Fue de inmediato por donde su hijo le indico. Pudo ver un rayo de esperanza, no solo porque podría hablar con Catherine sino porque también podría ver a Penny, ella también podría ayudarla. Tal vez entre las dos podrían convencer a Nathan de que dejara ir a Tom.

—Es aquí—  Jonathan señalo una casa y Amelia se detuvo

—¿Estás seguro de que es esta? —  pregunto Amelia viendo la casa

—Sí, me acuerdo por las flores al lado de la puerta—  Amelia miró las otras casas y vio que era la única que las tenía. Se bajó con Jonathan y se acercaron a la puerta, al fijarse bien, se dio cuenta de que eran unas anémonas rosadas, recordó que eran las favoritas de Catherine. Tomo a Jonathan de la mano, suspiro nerviosa y después de pasar en seco, toco a la puerta.

—Buenos días, ¿Qué se le ofrece? —  Amelia quedo sin palabras al ver que fue Penny quien le abrió la puerta, sintió tanta alegría de volver a verla —¿Qué desea? —  repitió Penny cuando no le respondió, no la había reconocido porque el sombrero cubría parte de su rostro




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.