El Engaño

Veredicto

Una semana había pasado, se había decidido que el juicio empezara al día siguiente. Desde entonces, Nathan trato de hablar con Andrew, pero no le permitieron hacerlo. Tampoco había vuelto a verse con Amelia, los tenían a todos aislados, solo podría verla en el juicio, pero se encargó de que estuviera bien. Gracias a esa conversación que Penny tuvo con Jonathan, su hijo estuvo un poco más calmado, aunque todos los días preguntaba cuándo podría ver a su madre, Nathan solo podía decirle que estaba haciendo todo lo posible, porque los dejaran verla.  El abogado, que Charles había contratado, había empezado a buscar excusas para justificar todo lo que había sucedido esa noche en la bodega. Nathan también se estaba preparando junto con Benedict, quien le aseguro que tenían las de ganar, no había forma de que el otro abogado lograra librarlos, las pruebas que habían conseguido eran irrefutables.

Esa mañana Charles, Francis y Andrew estaban reunidos con el abogado, Amelia se reusó a reunirse con ellos, no sabía cómo reaccionaría cuando viera a Charles, lo estaba odiando con todo su ser. Por su culpa había perdido a Tom y ni siquiera la habían dejado ir a su funeral. Por su culpa lo había perdido todo y prefería quedarse encerrada para siempre que volver a estar en una misma habitación con él.

—¿Estás segura de qué no quieres ir? —  le preguntó Stanley

—No, no quiero verlo nunca más

—Pero entonces que vas a hacer, necesitas un abogado que te defienda

—No quiero—  repitió con firmeza —No tengo ninguna razón para salir de aquí, perdí todo lo que quería

—No digas eso, aún tienes a tus hijos, al bebe que estás esperando

—¿No oíste lo que dijo Nathan?, piensa llevárselos lejos, así que tampoco podré volver a verlos— Stanley no supo que más decir —Te agradezco que te preocupes por mí, pero no deberías seguir perdiendo tu tiempo conmigo  

Stanley no podía verla así, no había vuelto a sonreír, había perdido por completo la esperanza. Desde el principio se había negado a reunirse con el abogado, ni siquiera cuando tenían que reunirse con él a solas y no importaba lo que le dijera, siempre decía que no. Pero no podía culparla, todo su mundo se le había venido encima.

 

—¡Como que no puedes hacer nada! —  grito Charles golpeando con fuerza la mesa —¡Te estoy pagando para que nos saques de aquí!

—Eso es lo que estoy tratando de hacer—  dijo sin levantar la voz, esperaba poder calmarlo —Pero como ya le dije, no será tan fácil, todas las pruebas están en su contra. Hay varios testigos que vieron cuando le disparo al señor Adam Lebbon, también está la acusación de intento de homicidio del señor Albert Thompson, su hermana también lo está acusando de la muerte de su hermano Thomas y sin mencionar la declaración del señor y la señorita Foster

—No me importa, todo lo que hice fue por defenderme, me pusieron una trampa, Nathan siempre me tuvo envidia, por eso se está inventando todo eso

—Este es un caso muy difícil y si no quiere que se ponga peor para usted y sus hermanos, es mejor que se declaren culpables

—¡¿Culpables?!—  grito Francis poniéndose de pie —¡¿Qué clase de abogado es este?!—  le pregunto a Charles —¡Se supone que su trabajo es liberarnos, no condenarnos!

—Si no querías terminar así, no debiste ponerte a entrar contrabando ni a vender drogas—  dijo Andrew

—¡Tú cierra la boca, traidor! —  le grito Francis —¡Por tu culpa es que estamos así!

—¿Mi culpa? — lo miro con el ceño fruncido —No voy a seguir mintiendo por ustedes, ¿De verdad creían que después de todo lo que hicieron iban a poder seguir libres? —  miro a Charles, quien al igual que Francis, estaba molesto con él porque confeso todo —Asesinaste a tu propio hermano

—Ya dije que lo de Tom fue un accidente, ni siquiera sabía que había regresado

—Pero tampoco hiciste nada por ayudarlo—  luego miro a Francis —Y tú sabes muy bien lo que hiciste hace ocho años—  no quiso decirlo directamente, pero le recordó a Francis que él había asesinado a su padre —Esto es lo que nos merecemos por lo que hicimos. De todos nosotros Tom era el único que merecía vivir—  no pudo seguir hablando, le dolía que Tom hubiera terminado de esa manera. Charles y Francis tampoco dijeron nada. Andrew no sabía si se quedaron callados porque también les dolía o porque no les importaba

—Hay algo más que tengo para usted—  el abogado saco un sobre de su maletín y se lo entrego a Charles

—¿Qué es esto? —  pregunto después de leer su contenido 

—Su esposa quiere el divorcio, no quiere nada que la relacione con usted o con su familia

—No voy a firmar nada hasta no hablar con ella —  rompió la hoja

—La señora dejo muy en claro que no quiere volver a hablar con usted

—No me importa, no firmaré nada hasta que no hable con ella—  repitió —Así que asegúrese de decírselo 

—Ya tengo que irme—  recogió todos los documentos y los guardo en su maletín —Tengo que ir a terminar todo para mañana—  se puso de pie —Les aconsejo que lo piense bien, si se declaran culpables puede que eso reduzca su sentencia—  salió dejándolos solos

—Ese abogado es un inútil—  dijo Francis molesto —Tienes que conseguir a otro que haga su trabajo y nos saque de aquí

—¿Y con qué dinero le vamos a pagar a otro? —  se quedó mirando a Francis —¿Se te olvida que nos quitaron todo? —  Francis no dijo nada —Solo podemos contar con él

—¡Maldición! —  grito Francis con Frustración a la vez que golpeaba la mesa con sus dos manos

No había nada que pudieran hacer, habían perdido todo. Estaban peor que en el principio. Pero Charles no estaba dispuesto a hundirse sin pelear. No perdería a su familia ni lo que había conseguido. Lucharía hasta el final, haría lo que fuera por demostrar su inocencia. El día del juicio había llegado. Charles, Francis y Andrew se encontraban en una misma celda esperando a que los trasladaran, los tres estaban con sus manos esposadas. La única que faltaba era Amelia, Stanley se había encargado de evitar que la pusieran en la misma celda con ellos mientras esperaban, pero sabía que, aunque no quisiera, tendrían que estar todos juntos durante el juicio.




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