El Engaño

Una nueva vida

Max había ido por Jonathan, Penny estaba con él en la sala. Se veía tan feliz y estaba muy emocionado. Cuando Max llego, se tranquilizó, se hubiera sentido muy mal por él, si lo hubieran dejado esperando otra vez.

—Vamos, tu padre te está esperando—  dijo Max tomándolo de la mano para llevarlo al automóvil

—Saluda a tu mamá de mi parte—  dijo Penny, pero no supo si Jonathan la alcanzo a escuchar, salió corriendo y arrastro a Max con él 

Jonathan tenía tantas ganas de ver a su madre que apenas si podía esperar. Habían trasladado a Amelia de regreso a la estación, allí esperaría su traslado a la prisión. Nathan le había pedido a Stanley que no le dijera que Jonathan iría a verla, quería que fuera una sorpresa para ella. Mientras esperaban a que Max trajera a Jonathan, Nathan se reunió con Benedict para ver que podían hacer para liberar a Amelia.

—Tendré que estudiar su caso y hablar con ella— dijo Benedict

—¿Hay alguna manera de evitar que vaya a prisión, por lo menos mientras nace mi hijo?, no voy a dejar que nazca en ese lugar   

—No creo que sea tan fácil

—Tendrás que hacer que sea fácil

—Podríamos hablar con el comandante para llegar a algún acuerdo

—Me parece bien, quiero reunirme con el hoy mismo

—Nathan, estás pidiendo lo imposible, el comandante es un hombre muy ocupado

—No me importa, quiero hablar con el hoy mismo o más tardar mañana

—Está bien, veré que puedo hacer— dijo Benedict sabiendo que tenía que hacer algo si no Nathan no lo dejaría en paz 

—¡Papá! — grito Jonathan corriendo hacia él —¿Dónde está mi mamá?, quiero verla ya 

—Espérame un momento en el auto, tengo que terminar de hablar con Benedict

—No te vayas a demorar—  dijo con afán. Luego Max se fue con él

—Quiero que empieces hoy mismo a trabajar en su caso, no quiero que Amelia pase un solo día en prisión, quiero que hagas lo posible por retrasar su traslado

Benedict asintió y Nathan salió para reunirse con su hijo. Los tres se dirigieron a la estación. Jonathan no dejaba de preguntar por Amelia, quería saber si podrían regresar los tres juntos a casa. Nathan hubiera querido decirle que sí, pero solo se limitó a decirle que, por el momento, ella tendría que permanecer en la estación, pero que él se encargaría de que no fuera por mucho tiempo.  Cuando llegaron, Stanley los estaba esperando.

—El comandante quiere hablar con usted

—¿Jonathan puede ir a verla mientras tanto?

—Sí, yo lo llevaré

—Ve con el oficial—  se agachó para hablar con su hijo —Él te llevará a donde está tu mamá, yo iré después—  Jonathan asintió y se fue con Stanley. Nathan no sabía qué querría decirle, pero tuvo suerte de que quisiera hablar con él, ya no tendría que esperar a que Benedict hablara con él, aprovecharía el mismo esa ocasión para evitar su traslado.

 

Stanley llevó a Jonathan al sótano donde estaba la celda de Amelia. Estaba sentada, tenía sus codos apoyados en sus rodillas y su rostro entre sus manos. No había tenido oportunidad de hablar con ella después del juicio, ya que fue otro oficial quien la trajo de regreso, así que no sabía cómo se podría estar sintiendo. Pero el que Jonathan estuviera allí serviría para animarla. Tampoco había hablado con Nathan, así que tampoco sabía lo que él pensaba hacer después de haber escuchado la confesión de Andrew y de haber hablado con él.

—Tienes visita

Stanley le había dicho a Jonathan que se escondiera detrás de él, quería que le diera una sorpresa a su madre, a lo que Jonathan acepto emocionado. Amelia no dijo nada, solo levanto su rostro, sus ojos estaban rojos e hinchados del llanto. A Stanley le dolió verla así, pero sabía que, al ver a su hijo, su semblante cambiaría y así fue.

—¡Mamá! — Jonathan salió de detrás de Stanley y corrió dentro de la celda al momento que Stanley la abrió

—Jonathan

Sus ojos recobraron su brillo cuando vio a su hijo. Se levantó y corrió a su encuentro, de nuevo había comenzado a llorar, pero esta vez era de alegría. Lo estrecho con fuerza contra su cuerpo y Jonathan también la abrazo. El pequeño también había empezado a llorar, se sentía tan feliz de ver a su madre. Así permanecieron por unos minutos. Amelia no quería soltarlo y no dejaba de besarlo, era como si no lo hubiera visto en años.

—Te extrañé mucho mamá

—Yo también mi cielo, no sabes la falta que me has hecho—  limpio las lágrimas que caían por su pequeño rostro

—No quiero que nos volvamos a separar—  Amelia no supo qué decir, el sueño de su hijo de estar los tres juntos, nunca se podría realizar. A pesar de que había recuperado a su padre, ahora tenía que perder a su madre. Lo único que pudo hacer Amelia, fue estrecharlo entre sus brazos y atesorar esos últimos momentos que podrían estar juntos.

 

—Siga por favor—  dijo el comandante cuando vio a Nathan en la puerta —Siéntese— Nathan no dijo nada, espero a que el hablara primero, quería ver que era lo que le tenía que decir —Iré directamente al grano—  dijo al ver que Nathan se quedó mirándolo —He tenido la oportunidad de hablar con su abogado y debo decir que es un hombre muy insistente, pero también me ha dicho que es usted quien ha insistido en que le permitiera dejarlo reunirse con la señora Amelia Wells o debo decir Amelia Baker

—¿Hay algún problema con eso? —  pregunto Nathan sin apartar la mirada del hombre

—Yo tengo una política con respecto a los criminales, mientras estén bajo mi jurisdicción, no se harán concesiones ni se darán tratos especiales, por eso quiero que quede bien claro que esta será la primera y la última vez en la que permitiré que se hagan visitas no autorizadas a los presos ya condenados

—¿Me está queriendo decir que mi hijo no puede venir a ver a su madre? — su voz se volvió severa

—No, lo que estoy diciendo es que los presos tienen sus días y horarios de visita—  no se dejaría intimidar por Nathan —Mientras estén aquí, tienen prohibido recibir visitas, solo podrán hacerlo cuando ya se haya hecho el debido traslado a la prisión




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