El Engaño

Un Contacto Misterioso

Tener que estar parada junto a un aparato obsoleto que ni siquiera contaba con puertos USB, esperando a que se terminaran de fotocopiar todos los exámenes se había vuelto una pesadilla.

Por una parte, Jessica pensaba que lo que estaban haciendo era una buena acción; el maestro Eduardo siempre las había tratado bien, a diferencia de otros profesores, aunque Marcela nunca estuvo de acuerdo con que la llevaran allí sin siquiera preguntarle.

—No puedo creer que me hayas metido en esto.

—Oye, vélo por el lado amable —dijo Jessica—, le estamos haciendo un favor a un maestro.

—Eso sí, pero Jessy... hoy teníamos que ir al centro a comprar el maquillaje de la obra; además tengo que ir ayudar a mi papá en la pizzería.

—No nos vamos a tardar mucho y recuerda que hoy es viernes; las tiendas cierran tarde.

—En eso estoy de acuerdo, pero para la próxima avísame con tiempo.

—No te preocupes, te prometo que lo haré.

Marcela conocía perfectamente a su amiga; podrían existir ocasiones en las que Jessica le pediría de sorpresa un favor que tome mucho tiempo realizarlo, y más aun cuando el tiempo no estaba de su lado, pero Marcela sabía que Jessica solo realizaba esa clase de favores en momentos felices de la vida. Era como una forma de ayudar a su amiga a sonreírle a la vida. Y eso que todavía faltaba la inesperada visita de Rody, quien había aparecido desde el otro lado de la biblioteca con un ramo de flores.

—Hola Jessy, ¿cómo estas?

—Bien, ¿por qué te fuiste tan temprano?, me preocupaste.

—Tuve una emergencia con mi papá; me necesitaba para que modelara unas cosas y no tuve tiempo para llamarte, pero te envié una solicitud de amistad, ¿ya la recibiste?

—Sí, pero qué mal que no te hayas conectado, necesitaba hablar contigo.

—No te preocupes, ya habrá tiempo para eso.

Marcela comprendió que ella debería de terminar con el fotocopiado los exámenes debido a que Rody tomó a Jessica de la mano y la invitó a tomar el refresco que le había prometido.

—Felicidades Jessy, al menos tú encontraste a alguien especial, ojalá que algún día me toque a mí.

Difícilmente Marcela sentiría envidia hacia alguien que había sido su amiga durante casi diez años; incluso ocultarlo sería complicado debido a que Marcela era un par de meses mayor que Jessica y todavía no había conseguido un novio.

"Relájate", pensó. "Pronto te tocará a ti", Marcela intentó convencerse a sí misma de que algún día ella encontraría al muchacho perfecto. Una ilusión que tuvo que ser interrumpida por la inesperada visita de una joven asustada.

—Auxilio —gritó la muchacha—, ¡por favor, ayúdenme!

—¿Qué pasa? —preguntó uno de los maestros.

—Es Amanda... ¡Está muerta...! ¡Un perro la atacó...!

Eran las 2:00 PM y el estacionamiento de la preparatoria estaba repleto de policías, médicos legistas y agentes federales. Desafortunadamente no encontraron las evidencias necesarias para dar con un culpable.

Entre las evidencias hallaron el cuerpo de una muchacha con el brazo desangrado y un perro muerto, pero no había fragmentos de huellas digitales, cabellos de ningún sospechoso ni nada que les pudiera indicar que ese perro fue soltado antes del accidente.

—Sí doctora —comentó uno de los agentes federales, desde su celular—, le estoy enviando las fotografías del caso, pero como le dije no hay indicio de que ningún estudiante estuviese involucrado; también analizamos el cuerpo del perro y no hayamos nada: balas incrustadas ni marcas de golpes en la piel; es más, el cuerpo está intacto, como si nadie lo hubiese tocado.

—No lo puedo creer, ¿y ya encontraron al dueño de ese perro?

—De eso también le quería hablar, lo único que averiguamos del perro era que pertenecía a una mujer viuda que fue encontrada muerta dentro de su casa.

—¿Muerta?

—Sí, y según parece esa mujer tuvo la misma suerte que esta pobre niña.

—Pero eso es imposible, un perro no puede atacar a una persona de esa forma; tendría que estar entrenado o muy molesto para hacerlo.

—En eso tiene razón. Y lo más extraño es que el perro le clavó los colmillos exactamente sobre las venas del brazo derecho; incluso hay evidencias de que la joven murió desangrada.

—Está bien; por favor envíame las fotos desde tu NetBook, e interroga a todos los testigos, amigos y familiares de la víctima. Tal vez saquemos algo de eso.

—Entendido, doctora.

—Y... Guillermo, trata de no ser muy frío.

—Lo haré doctora; pero le pido que me llame Billy.

—¿Y qué tal te fue? —preguntó la voz de una mujer misteriosa desde un teléfono celular—. ¿Pudiste acercarte a Jessica?

—No mucho; pero todo el día la vi tranquila, y cuando estuve a punto de acercarme, apareció ese tipo y tuve que alejarme. Además, Marcela estaba con ella..., no podía actuar.



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Editado: 20.03.2018

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