El engaño de la rosa

Capitulo 4

En sus brazos la culpable de su muerte lloraba con inocencia, Elena se sentía molesta. Como no podía rebelar sus sentimientos la consoló como la buena amiga era. Palmeo su espalda con suavidad, como si tranquilizara aun bebe, Dayana se aparto para ver el rostro amable de la chica. Dayana se sintió tranquila al ver su expresión de cariño hacia ella, pensó que quizás no notó su engaño. Elena tomo un pañuelo y le seco las lágrimas a su amiga.

—No llores, estoy bien— su voz era suave, desprendía ternura al igual que siempre. Luego su padre se acercó.

—Es mejor que entremos a la mansión, debes de estar muy cansada. Por favor todos pasen— habló el Duque mientras miraba con agradecimiento a los hombres que vinieron a su hija, tomando la mano de Elena la llevo hacia el salón, allí le dio indicación al mayordomo para que las doncellas preparan un baño caliente y ropa para Elena, además de una buena comida para los caballeros de Edevane.

Elena se retiró hacia su habitación, y en el salón quedaron los demás. El Duque observo a las personas restantes y hablo a los caballeros —Mientras esperamos la comida me gustaría invítalos al estudio— miro a Dayana y a Estefan —Ustedes dos quédense.

Ya en el estudio, Aaron Harlikc obtuvo la información que deseaba. Estuvo molesto del descuido que causo la captura de su hija al salir del palacio real, pero agradeció de que regresara sana y salva en su corazón. En su escritorio de su gaveta tomó una bolsa que contenía oro y la ofreció como recompensa a los caballeros, al igual que una medalla en forma de águila con promesa de otorgar un favor al Archiduque en cualquier momento, después de todo para el Aaron, su hija era mas preciado que toda la fortuna generada en su ducado.

Al ver el oro puesto en sus manos, Zyro se negó a aceptarlo —Solo cumplo con mi deber de caballero, el agradecimiento del Duque es mi mayor recompensa.

El Duque no acepto la negativa de Zyro —No me sentiré bien si no lo acepta, además me gustaría saber el nombre del caballero— devolvió las monedas poniéndolas en manos de Zyro; este último suspiro y las acepto.

—Perdone mi mala educación Duque, mi nombre es Zyro, soy el primer comandante del ejército del Archiduque de Edevane. Si el Duque me permite, me gustaría partir ahora mismo.

El Duque Harlikc estaba un poco decepcionado debido a la prisa que tenían los caballeros, había mandado a preparar comida para ellos, pero de seguro tenían órdenes que debían de cumplir —Ya que van a partir al menos les abasteceré de alimentos para el camino— Zyro asintió con cortesía y acepto la gratitud del Duque.

Después de preparar y empacar los alimentos, los caballeros de Edavane partieron.

Mientras tanto Elena se terminaba de arreglar en la habitación, se coloco un vestido de color celeste, el cual resaltaba su silueta y su falda caía en forma de cascada hasta sus pies, escogió unas joyas sencillas y las doncellas peinaron su cabello dejándolo suelto. Ya lista se dispuso a bajar al salón. Caminaba con calma, sintiéndose segura y renovada, desde que leyó la historia sintió que podía tomar una nueva perspectiva, ya era su comienzo, su vida ahora es tiempo extra el cual estaba decida a extender, lo primero era dejar de ser complaciente con Dayana y Dominic, lo segundo era fortalecer el Ducado, y lo tercero era lo más importante, vivir.

Llego al salón y su hermano le abrazo nuevamente, Estefan todavía se sentía nervioso de no volver nuevamente a su amada hermana, se aferro a ella como un niño pequeño despertando la ternura y cariño de la hermana.

—Tranquilo, ya estoy contigo— Elena se inclino y le susurro al oído mientras con sus dedos acariciaba la cabellera platinada de su hermano.

—Estoy bien, solo quería abrazarte— tímidamente se aparto de su hermana mientras un tenue rubor cubría sus mejillas regordetas al igual que las puntas de sus orejas. Elena no se resistió y pellizco ambas mejillas con dulzura —Hermana, ya no soy un niño tengo ocho años ya puedo cuidar de ti.

Elena sonrió soltando ambas mejillas y despeino su cabellera —Lo sé, eres un hombre grande y defiendes a tu hermana de los malos.

Estefan asintió con una gran sonrisa y tomo la mano de su hermana guiándola hasta la puerta del comedor —Padre y Lady Dumot están en el comedor— el ultimo nombre lo pronuncio con amargura, después de todo esa chica nunca le ha gustado debido a que gracias a ella su hermana ha sido burlada por otras personas. Ambos llegaron al comedor, el cual estaba perfectamente iluminado, la mesa rectangular estaba cubierta con un mantel blanco y sobre estos los plantos favoritos de Elena, la deliciosa fragancia de la comida se extendió hasta la punta de su nariz despertando el hambre que había sentido en los días de encierro. Elena y Estefan se sentaron al lado derecho del Duque, y Dayana se encontraba en el lado izquierdo justo en el frente.

—Debes de tener hambre, te vez muy delgada— El Duque suspiro con pesar mientras veía a su niña, en sus pensamientos maldecía a las personas que habían dañado a su princesa.

—Lena, come… son tus favoritos— la voz de Dayana sonó con inocencia y la dulzura de un ángel. Soltó varios suspiros y comento con preocupación —Lena. Debería informarle a Dominic que llegaste sana y salva a casa, el pobre a estado muy preocupado en estos días y ha lamentado no poder estar aquí en el ducado en tu ausencia.

Elena estaba a punto de empezar a comer cuando escucho a Dayana mencionar al príncipe, en su mente se burló: ‹‹El ni siquiera se preocupa por mí, solo lamenta perder su tapadero. No se como me ha gustado una persona como esa, de solo pensarlo se me revuelve el estómago››




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