El engaño de la rosa

Capitulo 5

En el estudio estaban sentados Elena y su padre. El duque golpeaba sus dedos contra la mesa una y otra vez mientras pensaba en lo que dijo.

—¿Así que de deseas tener responsabilidades en el Ducado?

El Duque observa a su hija, en su rostro reflejaba seriedad y determinación, conocía ese fuego en sus ojos, era el fuego de una persona decidida a triunfar, aquello le hizo sentir orgulloso, después de todo la niña sentada frente a él era su carne, aunque su aspecto era tierno e infantil, la madurez con la que hablaba era de una persona que había vivido muchas cosas, y pensando en lo que le paso a su pequeña le hacía doler el corazón. Como padre Aaron deseaba siempre proteger a sus hijos, y sobre todo nunca dejar que ellos sufrieran, después de todo se lo había prometido a su difunta esposa y así mismo. Pero ahora sentía que había fallado, y no podía protegerla del mundo, lo único que podía hacer es darle la fuerza y herramientas para que ella creciera y se defendiera.

Elena estaba nerviosa, tenia miedo de la negativa de su padre, había sido criada como una princesa que solo tenia que preocuparse por vivir una vida llena de lujo y ocio con las riquezas del ducado, luego casarse con otra casa del mismo estatus o riqueza que la suya y seguir viviendo bien, ya que el ducado tenia un heredero y ese era su hermano; obviamente ella no quería quitarle el puesto a su hermano, solo quería luchar por el ducado, protegerlo, hacerlo fuerte y entregárselo cuando sea mayor.

—Papá, se que soy joven y me vez como tu niña. Pero quiero ayudarte, me has cuidado y yo también quiero cuidarte a ti y al ducado. Desde que mamá nos dejó, te has dedicado solo al ducado y nosotros, permíteme apoyarte.

Mientras su hija hablaba, no pudo evitar sentirse conmovido, es cierto que la carga en estos años ha sido pesada para él, sin embargo, nunca se quejó de ello, el amor que sentía por su familia, y su gente hacía que todo valiera la pena. La responsabilidad era grande, pero era algo que hacia solo para proteger con sus manos el legado familiar para generaciones futura, así que nunca lo sintió como una carga. Al ver que ella quería ayudar, decidió darle la oportunidad, después de todo solo sería un tiempo mientras estuviera soltera, ya que recién había entrado en la edad de casarse.

—Está bien, te encargaras de la parte administrativa del ducado. Mañana le diré a Brandom que te ayude con las cuentas y te asesore en lo que no tengas conocimiento.

Al escucharlo se llenó de alegría, el rostro de la niña se ilumino, su corazón se regocijaba, era solo el primer paso y el más importante para ella.

—Pero solo será por un tiempo, sabes que estas en edad de casarte.

La expresión de Elena se congelo, “Matrimonio” algo que nunca había pensado, algo que nunca había vivido, algo que no se le permitió vivir en la historia de la novela, después de todo murió no conociendo un amor correspondido, alguien que la mirara solo a ella. Este mundo se había confabulado para darle todo Dayana, amor, riqueza y poder.

¿Podría quedarse tranquila?

No, no lo haría. Aunque planeaba mantener distancia, darle todo aquello no la dejaba tranquila, el pensar en todo lo que sufriría su familia.

Aunque no planeaba casarse en el momento, no quería negarle a su padre y así misma la oportunidad de ser feliz y enamorarse, pero no era lo principal, aunque lo anhelaba, lo primero es su familia.

—Está bien, pero papá por el momento no deseo que me busques un matrimonio ni planeo aceptar propuestas.

—¿Aun estas enamorada del príncipe Dominic?

La expresión de su rostro se hundió, la mención de ese nombre de los labios de su padre, le recordaba su estupidez. ¿Por qué nunca lo vio? Un hombre cobarde, manipulador y escoria, no merece ser un príncipe.

—Papá antes estaba ciega, ya no me gusta.

—Si te sigue gustando no lo niegues, tu padre te puede ayudar a casarte con él.

Si ella lo deseara, en verdad su padre haría realidad ese matrimonio. Solo que nunca lo pidió porque sabía que sus dos “amigos” se amaban, aunque su amor no era público, en boca del pueblo se hablaba en secreto de esa relación tan ambigua. Su padre no lo sabía, después de todo los chismes no eran de su interés.

—Padre te dije que no, no me gusta. Además, creo que al príncipe le gusta Dayana y es correspondido.

El duque se sorprendió al saberlo y sintió pesar por su hija, había notado desde hace tiempo sus sentimientos por el príncipe y lamentaba haberla llevado desde que era muy niña al palacio a entablar amistad con la familia real debido a ello.  Al ver las reacciones en el rostro de su padre decidió convencerle, aunque es verdad que se enamoró como tonta, al saber la verdad sus sentimientos cambiaron.

Después de todo no eran sus sentimientos, era lo que el mundo le imponía, ahora despierta, sabiendo lo que era real su amor desapareció como la espuma del mar, solo desprecio era lo que quedaba.

Para convencer a su padre lo lleno de palabras diciendo que solo era un amor infantil, que ya ahora era adulta y sabia en realidad lo que quería. Y un hombre como su alteza no era lo que necesitaba, además que ese hombre no le quería.

Al ver como su hija trataba de convencerlo, y decía todas aquellas cosas creyó en sus palabras y decidió no hablar más del tema.




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