El engaño de la rosa

Capitulo 9

 

En la mansión Aston todo estaba perfectamente organizado según las indicaciones de Camelia, las flores de temporada adornaban el salón y deliciosos pasteles estaban dispuestos sobre las mesas complementándose entre sí, creando un ambiente agradable y apetitoso.

Los primeros carruajes no demoraron en llegar, cada invitada fue recibida y llevada al salón de té, las mujeres en el salón empezaron a socializar mientras esperaban a la anfitriona y las demás invitadas. Todas estaban llenas de expectativas, en este tipo de reunión recopilaban información necesaria para sus respectivas casas.

Cuando la mayoría de las invitadas habían llegado, Camelia Aston se presento con un vestido rojo a juego con sus cabello y labios, su presencia era majestuosa y dominante como su personalidad. Sonrió a cada una de las mujeres presente, su sonrisa era del tipo seductor, aunque eran del mismo genero su belleza provocaba el sonrojo de todo aquel que la viera. Era una pena que sea una mujer demasiado cruel e insidiosa eso pensó cada uno de los presentes, aun así, devolvieron la sonrisa por cortesía, nadie deseaba ofender o llevarse mal con la princesa.

Camelia fingió amabilidad a sus invitadas, pero el desdén por cada una en su corazón era grande. Ella sabia que las amistades solo eran conexiones de tipo comercial donde hay que obtener el mayor beneficio. Solo pocas mujeres eran tan ingenuas.

Las mujeres hablaban sin cesar, el ultimo chisme era sobre la princesa Harlikc. Se escuchaban los susurros, algunas expresaban alegría de que estuviera bien, otras se burlaban por la ineficiencia de la familia y otras no estaban contentas con su regreso. Estas ultimas eran las que estaban enamoradas del príncipe Dominic.

De repente el salón queda en silencio, la mujer de las que todas hablaban entraba a la habitación.

“Dios mío, ¿esa es la princesa Harlikc?”

“No sabia que era así de hermosa”

“No parece haber sufrido recientemente”

“Parece un hada”

Esos fueron algunos de los susurros que se escuchaban en el salón. Elena que recién llegaba sonrió cálidamente deslumbrando a los presentes, camino lentamente hasta llegar donde Camelia.

—Princesa, muchas gracias por invitarme.

Su tono de voz fue suave y cortes, su mirada tenia un deje de ingenuidad que dejaba claro que no sabía que Camelia había sido quien la secuestro.

—Es un placer tener a la princesa Harlikc presente en mi fiesta de té, me alegro que se encuentre bien.

Camelia suspira y expresa con pesar —Es una pena que no se capturaran a los que le hicieron daño.

Elena entendía lo que quería expresar, es decir “Me alegra que no sepas quien fue”.

—Si es una pena que escaparan. De todos modos, yo estoy bien y es lo que importa.

Ambas sonríen, luego cada una se dispuso a socializar con las otras damas. Camelia había notado hace un rato que Dayana no había llegado con Elena, estaba un poco molesta, ella había confirmado su asistencia y no había llegado.

Algunas invitadas también empezaron a hablar de la ausencia de Dayana, de lo descortés que era con la princesa, y también tenían curiosidad del porque no vino con la princesa Harlikc.

Las invitadas presentes pasaron a las mesas, cada invitada se sentó en los puestos asignados. Las que estaban en la mesa de Camelia eran sus mas allegadas, o con las que deseaba socializar.

Esta vez Elena se encontraba en la mesa principal, se sentía un poco incomoda al estar en la misma mesa que la villana del libro, pero pensó que no tenia que preocuparse por el momento, ella ya no era rival en el amor por el príncipe. Uno de los mayordomos empezó a servir el té, las mujeres en la mesa estaban hablando de los últimos diseños de madam Maricella, la mejor diseñadora del imperio.

—Ya tengo reservado un diseño para la fiesta de invierno.

Comento Lady Katerine, la hija del Márquez Pradi. La familia Pradi es conocida por sus riquezas, mas que todo por el puerto del marquesado, se transporta mucha mercancía, y son dueños de muchos negocios textiles,

—Escuche que traerán mercancía del oriente, dice que las telas son sedosas y hecha por hadas — Dijo lady Marie.

Elena estaba algo desinteresada en el tema, su familia era militar, pero el ducado tenia minas de diamantes, claro eso no se supo sino después de que cayo la familia. En ese momento las puertas se abren y para su sorpresa y la de todos Dayana acaba de llegar.

Por un momento pensó que no vendría, Elena se burlo en su corazón, esta mujer quiere escalar y no desaprovecharía la oportunidad de hacerlo.

Las mujeres sentadas en la mesa miraron a la recién llegada con reproche, es solo la hija de un pobre vizconde y se atreve a llegar tarde a la fiesta de una princesa.

“Como tiene cara para venir” “Tsk, Tsk, no tiene vergüenza”

Dos mujeres sentadas en la mesa sonrieron en el fondo de su corazón al escuchar esos comentarios en la mesa.

Dayana estaba nerviosa, no tenía había venido con su escudo, pero cuando vio a Elena sintió alivio. Ella sonrió.




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