El engaño de la rosa

Capitulo 27

Mientras esperaba que la respuesta de la emperatriz sobre el día y hora de reunión, Elena seguía con las rutinas diarias, entre ellas la practica de defensa con armas, aunque no era una experta la mejora a través de la practica era evidente, aunque al verse las manos un poco maltratada por empuñar espadas, cuchillas o el arco, sentía que valía la pena si esto protegía su vida y la de sus seres querido.

Pero hoy tenia un entrenamiento especial cuerpo a cuerpo con una instructora traída por su padre especialmente para entrenarle, la mujer frente a ella era una belleza fría con aura heroica, aunque su apariencia era la de una persona joven, en sus ojos había la experiencia de una persona que habría librado grandes batallas y guerras.

—Es un gusto poder enseñarle a la princesa. Mi nombre es Makira Zester.

Mirando a la mujer respondió con amabilidad y respeto, después de todo son pocas las mujeres que se dedican a ser caballeros en el imperio.

—Es un placer conocer a tan excelente mujer caballero, espero que sea igual de exigente conmigo sin tener en cuenta mi título.

Escuchando las palabras de la princesa, Makira sintió respeto por la mujer de apariencia delicada que estaba dispuesta a aprender con humildad.

—Enseñare a la princesa con todo mi corazón.

Ambas mujeres empezaron el entrenamiento, Marika primero comprobó sus conocimientos y potencial en el combate de cuerpo a cuerpo con una leve pelea que termino en una paliza para Elena, a pesar de que fue derrotada no quedo moretón o golpes en lugares visibles.

Teniendo una idea, Makira empezó primero con las posturas y ejercicios para fortalecer el cuerpo, Elena termino el entrenamiento y su cuerpo dolía por completo.

Entrando a la casa para descansar el mayordomo la saluda con una reverencia y le entrega una cara.

Esta carta era la notificación de la visita de Camelia Aston.

Sorprendida volvió a leerla y le pregunto al mayordomo si la carta de la reina aún no había llegado, este negó.

Suspirando y con muchos pensamientos camino hacia su habitación, a estar cerca se comunico con una de las doncellas para que organizaran el baño y sacaran un vestido para tardear y recibir la visita de Camelia.

Nunca pensó que Camelia la visitaría, mas que a ella esperaba nuevamente a Dayana, aunque su entrada estaba prohibida de alguna manera ella se las arreglaría para verle.

Al llegar a su habitación se sentó cansada en el sillón, deseaba tanto un baño caliente para aliviar su cuerpo adolorido, sin darse cuenta se durmió y despertó al escuchar la voz de una de las doncellas diciendo que el baño estaba listo.

—Gracias Mery.

Agradeció a la joven doncella y esta la guio hasta la gran bañera. Varias doncellas la ayudaron a retirar su uniforme de entrenamiento, y también con el baño, se relajo y limpio por completo sintiéndose cómoda. Ya desnuda pudo ver los moretones causados en la batalla, las doncellas quedaron conmocionadas al ver los golpes en la perfecta piel lechosa de la princesa.

—Princesa, su cuerpo…

Una de las doncellas dijo preocupada y empezó a llorar.

Elena estaba un poco avergonzada por verlas así preocupadas.

—Tranquilas, es solo un entrenamiento para que nadie mas me vuelva a secuestrar o si pasa algo poder defenderme.

Explico Elena tratando de consolarlas.

—Pero mi princesa, usted es tan hermosa y cualquier guardia puede defenderle, no hay necesidad de que termine maltratando así su cuerpo.

Dijo otra de las doncellas.

—Lo sé, pero en alguno cosas no podrán defenderme y tengo que valerme por mí misma.

Ellas suspiraron y miraron con preocupación a la joven princesa. Elena estaba conmovida por la preocupación de las personas que la rodeaban, y aunque ellas sabían que era lo mejor para la princesa, no pueden evitar sentirse agobiadas.

Pero es una pena que Elena no piense en cambiar su opinión.

Ya en la habitación las doncellas le ayudaron a colocarle un bonito vestido color verde menta, estaba adorando con un lazo de seda color perla alrededor de su cintura dejando un delicado moño detrás. El vestido, aunque tenía mangas debido al clima dejaba al descubierto sus hombros y clavícula, en caso de mucho frio tenia varios abrigos que podía combinar.

Justo cuando había terminado alguien llama a la habitación.

—Adelante.

El mayordomo entra.

—Señorita, la carta de la emperatriz ha llegado.

De inmediato abrió el sobre y leyó el día y la hora de la visita, arqueo las cejas y hablo en voz alta.

—En dos días iré al palacio a pasar la tarde con la emperatriz. Por favor ayúdenme a escoger vestidos y un pequeño detalle para la emperatriz.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.