Capitulo 28

La tarde llego y con ello las visitas.

Elena había organizado una mesa para tomar el té, en el jardín interno de la mansión. No era la primera vez que Camelia visitaba la mansión Harlikc, ella fue guiada hasta un pequeño jardín, el lugar era agradable a la vista, adornado con orquídeas y crisantemos, y en el centro se encontraba la persona que buscaba.

Camelia se detuvo unos segundos aturdida. Elena se encontraba sentada junto a la fuente, la luz bajaba de tragaluz e iluminaba toda su persona dando una sensación de lejanía y belleza intocable, cosa que le hizo sentir insegura. Si ella se veía así de hermosa probablemente podría ganar el corazón del tercer príncipe, antes no la sentía como una amenaza, pero ahora que su belleza se ha acentuado junto con la riqueza de su familia, la hace una candidata perfecta para formar parte de la familia imperial y en el futuro ser una emperatriz.

—Princesa Aston es un placer recibir su visita.

La voz melodiosa interrumpió los pensamientos de Camelia. Volviendo en sí, camino lentamente con una sonrisa aparentemente amable.

—Es normal visitarnos entre nosotras.

Se sentó en el lugar desocupado, y se sirvió un poco de té. Luego saco un elegante sobre y lo coloco sobre la mesa.

—Esta es una invitación personalizada para la caza de invierno, espero la presencia de la princesa este año.

Elena frunció el ceño, era normal recibir una invitación cada año, pero nunca había sido entregada en persona así que era imposible negarse, y al parecer esto era lo que Camelia deseaba, se pregunto así misma que estará tramando la villana de la historia, en su razonamiento debería visitar a Dayana con la invitación, no a ella, no representa una amenaza en la lucha por el tercer príncipe.

—Por supuesto que asistiré — sonrió cordialmente mientras recogía la invitación para guardarla mas tarde en el estudio. Aunque la invitación era algo importante, también dedujo que solo era una excusa para algo más, lo cual acertó.

—Escuche que pronto visitaras a la emperatriz.

Elena sonrió.

—Veo que mi próxima visita al palacio es muy conocida, supongo que la princesa Aston también estará invitada.

Camelia noto la burla en sus palabras, tenia un poco de vergüenza, pero lo aguantaba — La invitación en solo para ti.

—Oh — fingió no saber que solo era para ella.

Camelia no aguanto mas así que puso sus cartas sobre la mesa.

—La ultima vez dijiste que no te gustaba el príncipe Dominic, por tu bien espero que sea así, no se si eres una mujer traicionera como tu mejor amiga, aunque no lo digas, para todos era obvio que sentías algo por el tercer príncipe, pero nunca hiciste nada debido a que ella se te adelanto.

Los labios de Elena se curvaron con una sonrisa —No se porque te empeñas en un hombre como el, ¿No te es suficiente ya ser una princesa? Para mi lo es, ya se lo he dicho a Dayana y nuevamente a ti, no me interesa el príncipe, ¿Por qué le daría mi tiempo aun hombre que no me ama? ¿Crees que si te casas con el serás la única mujer? Cuantas concubinas tiene el emperador y cuantas concubinas tiene el primer príncipe, ¿Lo compartirás con otras? No puedes ni siquiera tolerar su cercanía con Dayana y antes conmigo, pero aun así sueñas con casarte con él.

Las palabras de burla eran como puñaladas directas a su corazón y autoestima, sabía que no podía compartirlo y por eso deseaba ser la única y deshacerse de cualquier mujer a su alrededor.

—Es mi problema si quiero casarme con el, solo te advierto que no te metas en el camino, no sabes de lo que soy capaz.

Su voz fue amenazante y alerto al mayordomo que estaba cerca al jardín.

—Camelia, yo no soy tu mayor problema. Deberías fijarte mas en el príncipe Dominic y Dayana.

Nikolai entra para ver que pasaba, Elena se pone en pie.

—Por favor acompaña a la princesa Aston a la salida.

El asiente obedientemente y guía a la enojada Camelia fuera de la mansión.

Al ver su partida se dio un golpe en el pecho.

—Esa mujer da mucho miedo…

Suspiro deseando que ya no la vea como un rival potencial. Ya ahora solo le tocaba alistarse para su próxima visita al palacio, donde deseaba aclarar con la emperatriz su posición.