El engaño de la rosa

Capitulo 31

El Duque Aaron Harlikc es conocido por su fuerza y su bondad, pero mas que todo por el inmenso amor que le tiene a la difunta duquesa y a sus dos hijos, que son como joyas en la palma de su mano.

Desde que su hija mayor era pequeña se preocupo de que no pudiera defenderse en sociedad, en sus años de vida había sido testigo de lo cruel que puede ser la nobleza, por eso el empeño por ser un ducado fuerte, aun así, siente que ha fallado como padre al permitir aquel secuestro, y que entre los nobles se hable mal de su hija. Si tan solo supiera desde un principio de que su amistad con el Vizconde Leron Dumott solo terminaría perjudicando a su familia no habría permitido las generaciones más jóvenes fueran cercanas.

Aunque ya había visto su naturaleza de la pequeña Dayana, la sentía inofensiva, pero mirando todo lo que ha sucedido, se dio cuenta que no se debe subestimar a nadie por mas insignificante que le parezca.

Y aquellos chismes solo perjudicaban el corazón de su hija, que saliera lastimada era su mayor temor. Estaba impotente porque su fuerza no era lo suficiente para proteger su mayo tesoro.

Pero buscando un acuerdo dentro de las reliquias familiares que le dejo el anterior duque, encontró algo que podría ayudar a su hija, pero necesitaba hablar con ella para que estuviera preparada.

En el estudio el duque se encontraba sentado detrás de su escritorio, y Elena acababa de entrar y se acomodo en la silla de enfrente.

Viendo el rostro de su cansado padre no pudo evitar tener el corazón angustiado.

—Padre ¿Paso algo malo?

Miro detenidamente su expresión pensativa, y la preocupación en aquellos ojos que le observaban.

Viendo que su hija estaba preocupaba, todo en el se suavizo.

—No te preocupes, solo que es hora de que hablemos de tu matrimonio.

Elena se congelo. Lo primero que le vino fue la reunión con la emperatriz y el terror de ser presionados para aceptar el matrimonio se mostró en su rostro.

—Absolutamente no, no me quiero casar con el tercer príncipe.

El duque se sorprendió por su acción.

—¿De que estas hablando? ¿De donde sacas que te quiero casar a nuestra familia con la familia imperial?

Elena guardo silencio unos segundos.

—Hoy fui al palacio a ver a la emperatriz… ella desea que me case con Dominic. Yo, por supuesto que me negué.

Esas palabras llenaron de alivio al padre anciano, pero también le preocupaba que insistieran en el matrimonio.

Así que buscarle un prometido a su hija era la mejor opción.

—No te preocupes hija, yo tu padre encontrare un buen esposo para ti.

Dijo esto pensando en el documento que encontró, pero primero debería de asegurarse de que la otra parte este de acuerdo, si la persona con la que desea casar a su hija deberá buscar otra opción para ella.

Elena luchaba internamente, no deseaba casarse, pero ya había dicho que estaba enamorada de otra persona, y aunque sea mentira, al menos debería demostrar eso. Planeaba encontrar un prometido falso, pero su padre ya tenia planeado un esposo real para ella y eso la frustraba.

Todos sus cortos años de vida le dedico su amor aun hombre que no la apreciaba, aun hombre que solo tenia ojos para otra, y ahora para salvarse de esa persona se veía obligada a casarse con un hombre que no la amaría, un extraño con el que viviría hasta el fin de su vida.

Ya que no había opción, al menos cuando conociera a la persona con la que su padre le disponga el matrimonio podría hablar con él, al menos para poner los puntos claros y no llevar ambos una vida infeliz.

Pensándolo así no era tan malo, así que le tocaba esperar.  

—Padre, por favor antes de aceptar el matrimonio permíteme hablar con la persona.

El duque dudo, aún no había hablado con la persona y ya había hecho planes con él, pero viendo la seriedad de su única hija accedió a su petición.

Elena se sintió agradecida con su padre, y luego de platicar de otras cosas salió con tranquilidad del estudio.

Al quedar solo el Duque suspiro, saco un papel y comenzó a redactar una carta a la persona en concreto, al finalizar metió todo en el sobre junto al documento y una pequeña joya que corroboraba la verdad.

Teniendo listo dio la orden y deseo que la carta llegara pronto a su destino. Y para mayor cuidado el encargado de llevarla era su caballero mas confiable.




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