Abrí los ojos, sentía los labios resecos, me dolía el cuerpo, miré hacia todos lados no sabia donde estaba y lo peor... no recordaba quién era.
— Ya despertó — giré mi rostro y me encontré con una mujer que me miraba con preocupación — Querida has estado en coma por un mes, soy Mercedes la tía abuela de Cesar.
Moví mi mano a mi cabeza no sabia quién rayos era Cesar.
—Yo... — suspiré — No sé quién es César, ni como me llamó.
Ella llevó sus manos a su boca.
— Llamaré al médico.
La vi salir de la habitación, al poco rato entró un hombre de cabello gris acompañado de enfermeras. Me chequearon y cuando levantaron mi bata y pusieron un aparatito escuché un sonido estruendoso...
Los miré asustada pero el doctor sólo sonrió.
— El bebé está bien — pasé mi lengua por mis labios.
— ¿Bebé? — él doctor asintió.
— Si, me ha dicho la señora Mercedes que no recuerdas nada del accidente, ¿algún recuerdo anterior? — fruncí el ceño tratando de recordar pero en mi mente no había nada, negué.
— Bueno, no te preocupes, sufres de amnesia, el accidente fue fuerte y estuviste en coma por un mes, tu bebé ahora está bien, según los ecografias falta un mes para su nacimiento pero induciremos el parto antes.
— ¿Antes? — él asintió.
— Yo le diré doctor —él asintió y les dio instrucciones a las enfermeras.
La señora Mercedes se sentó junto a mi y tomó mi mano.
— Verás querida, la razón por la que venían con César a casa es por la condición de Raúl, el padre de César. Él ha estado muy enfermo y los médicos no le dan mucho tiempo, hemos inventado muchas excusas para que él no sepa lo que realmente pasó, no podemos darle ninguna fuerte impresión, pero si le hemos dicho la noticia del pronto nacimiento del bebé y eso lo ha animado mucho.
— ¿Quién es César?
— Es tu prometido — cerré los ojos por un momento — él estuvo mal debido al accidente pero ha luchado como tú y el bebé, esperamos que pronto salgan de aquí.
— ¿Él está aquí? —Mercedes asintió.
— Vino a verte y creo la impresión de verte entubada le causó un ataque nervioso, tuvieron que sedarlo.
— Lo lamentó — ella dio una palmadita en mi mano.
— Lo importante mi querida Lana es que están bien, el bebé ha luchado por sobrevivir, salió como su padre, fuerte.
Se puso de pie.
— Descansa, mañana vendré a verte nuevamente, mi hermana no ha podido venir por que no sé aparta del lado de Raúl, así que espero no te aburras de ver está cara arrugada.
Sonreí y negué.
—Gracias señora Mercedes —ella se marchó y yo quedé tratando de recordar. Cerré los ojos y obligaba a mi mente a tratar de recordar pero no llegaba nada, sentí una punzada en la cabeza y gemi... era mejor no hacerlo más.
Quizás cuando viera a César los recuerdos fluirian.
Pero pasaron los días y César no se aparecía, ya me habían cambiado de habitación y doña Mercedes tal como prometió no se apartaba de mi lado, me contaba las historias de la familia, pero percibía que entre César y su padre había sucedido algo terrible.
— ¿Cómo está don Raúl?
— Ansioso de conocer a su nieto.
— ¿No hay más nietos? — Mercedes negó.
— León es el hijo mayor y debería estar casado, pero se niega a hacerlo, es un poco pica flor.
Asentí y suspiré.
— Aún no recuerdo nada, ¿ya le dieron de alta a César?
Doña Mercedes sujetó mi mano.
— Si querida, pero él está en un estado deplorable, se culpa por el accidente.
— Pero el bebé y yo estamos bien.
Doña Mercedes bajó la mirada.
— Venía alguien con ustedes y pues no lo logró, ella te sacó del auto y a César, cuando los médicos le preguntaron como se sentía sólo susurró Xilonem y expiró, tenía su mano sujeta a la tuya y tu anillo de compromiso descansaba en tu mano, supongo se había caído y ella lo recogió y te lo puso en tu mano.
La miré horrorizada y el nombre me sonó conocido.
— ¿Dónde la enterraron?
— En el cementerio del pueblo, estamos muy agradecidos con Xilonem por que salvó tu vida y la de mi sobrino.
— ¿César está en la casa de don Raúl?
— No, está en el departamento de León, no lo puede ver en ese estado Raúl, no puede saber lo que está atormentando a su hijo.
Asentí.
—Cuando salga iré a la tumba de ella, salvó la vida de mi hijo, quizás pudo salvarse si no se hubiera tomado la molestia de salvarnos.
— El doctor dijo que nada se hubiera podido hacer por ella, sufrió cinco infartos.
Cerré los ojos y dejé salir las lágrimas por la mujer que sufriendo en el accidente, decidió sacarnos del auto.
— Sé que cuando César se sienta mejor, vendrá a verte.
— Comprendo por lo que está pasando, yo también me siento culpable por ella.
— No mi niña, igual hubiera muerto, las heridas que tenían eran muy fuertes y su corazón no resistió.
— Lamento no poder recordarla debió ser mi mejor amiga.
— Eso pensamos y César no dice nada, el pobre está devastado.
Doña Mercedes y yo conversamos un buen rato, cuando ella se fue, sentí aquel vacío que me embargaba sobre todo al no recordar nada.
Salí de mis pensamientos cuando la puerta se abrió y entró un hombre muy guapo pero en su rostro habían muchas manchas de golpes que se estaban curando. Se acercó hacia mi y su mirada me causó escalofrío.
— Dicen que no recuerdas nada —me miró desde su altura y negué, el me sujetó de los hombros e hizo que me sentará — ¿No recuerdas su mirada, su sonrisa? — me apretaba fuerte los hombros.
— ¡No recuerdo! ¡sueltame por favor! — sus ojos eran oscuros y llenos de odio.
— ¡No mientas! — las lágrimas empezaron a salir de mis ojos mientras era sacudida.
— ¡No lo hago! — él miró mi rostro manchado por las lágrimas y su agarré se fue suavisando.
— Ella está muerta — se apartó y limpió sus ojos — Mi padre fue informado que tu hijo nacería en poco tiempo y esta muy emocionado... no puedo decir la verdad.
Editado: 30.04.2018