El Engaño [saga Italianos #1]

Capitulo 4

— El bebé está bien — el Dr. sonrió— ¿cómo te sientes?

— Mejor — me levanté y bajé de la camilla.

— Bien, el parto está programado dentro de 3 días — me ayudó a subir a la silla de ruedas — ¿ya tienes la maleta del bebé?

— sí, doña Mercedes la ha traído.

— nos vemos en 3 días.

La enfermera me llevó a la habitación, ya estaba doña Mercedes ahí, ella me sonrió y me ayudó a subir a la cama.

— ¿todo bien con el bebé?

— sí, el médico me ha dicho que está bien. En 3 días será el parto.

Ella se llevó las manos a la boca.

— Dios ya conoceremos al bebé, todo saldrá bien querida.

Suspiré y desvié la mirada.

— ¿dónde está César? — doña Mercedes se acercó y tomó mi mano.

— en casa de León, le avisare que el bebé nacerá en 3 días.

— no le obligue a asistir al parto, desconozco lo que pasó entre nosotros antes del accidente pero siento como si fuéramos extraños.

— no pienses en eso querida, cuando vea a su hijo cualquier problema que tengan se irá de paseo.

— lo peor es que no sé qué nos pasó para tratar de arreglarlo.

— no te alteres Lana, piensa que en 3 días tendrás a tu hijo en tus brazos.

César

Te he estado llamando y no levantas el teléfono, te he dejado mensajes — me dejé caer en el sofá y pasé una mano por mi cabello.

— Lo siento tía — miré a mi alrededor tratando de encontrar la botella que había comenzado.

— Tu hijo nace hoy — me tense y bajé la cabeza — ¿me escuchaste César?

— te escuché.

— date un baño y prepárate para el nacimiento del bebé, Lana está nerviosa.

— Lana... — susurré y sujeté mi cabeza entre mis manos.

— ¿qué les pasó? Ella está preocupada porque no llegas a verla y desea saber que problemas tienen para arreglarlo.

— Mi problema no tiene solución — ubique la botella y la abrí para dar un trago, el líquido se derramó cuando me fue arrebatada, lastimando mis labios — tía...

— dejarás de beber y te darás un baño, los problemas que tengan son suyos y el bebé no tiene la culpa, ve a ducharte César.

La miré molestó pero me calme al ver en su mirada tristeza, me puse de pie y me dirigí al baño, iba a ser doloroso estar en un parto donde tenía que fingir que el bebé era el mío.

Horas después.

— ¿te sientes mejor? — mi tía me acercó un vaso de café.

— lo siento, no esperé que me iba a poner mal al ver tanta sangre.

— el doctor dice que le pasa a muchos hombres, es un hermoso varón, le hemos enviado las fotos a Raúl y está muy contento al conocer a su primer nieto, vamos a las incubadoras — sentí su mano sujetar mi brazo y hacer el esfuerzo por ponerme de pie, me levanté y caminé junto a ella hacia los cuneros, ella se detuvo frente al vidrio e hizo señas para que la enfermera le mostrará al bebé, sentía una opresión en mi pecho, al pensar que mi verdadero hijo no había sobrevivido, la enfermera se acercó con un bultito envuelto en sábanas celeste, despejó su rostro y el bebé dormía tranquilamente.

— ¿no es precioso César?

— Lo es — bajé la mirada y luche por no soltar las lágrimas que amenazaban con salir.

— tú padre está loco por conocerlo, ha dicho que hoy vendrá al hospital que no esperará hasta que se dignen a llevarle al niño.

Miré a tía Mercedes.

— ¿se levantará de su cama?

Tía Mercedes asintió.

— tu hijo está haciendo el milagro en tu padre, se niega a morir.

Volví a mirar al bebé que estaba bostezando, luego recorrí las otras cunitas y los bebés que estaban ahí dormían confiadamente sin saber lo que pasaba a su alrededor, unos nacían y otros morían... la ley de la vida... algo cruel.



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En el texto hay: mentiras, romance, amor

Editado: 30.04.2018

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