César
— Me siento feliz de conocer a mi nieto — papá puso su mano en el cristal y sus ojos estaban fijos en el bebé que sostenía la enfermera — ¿cómo se llama? — me miró.
— Rafaello — sonrió.
— Como mi padre — suspiró, con cuidado se giró hacia mí y se apoyó en mi hombro para avanzar lentamente, por un instante cerré los ojos para ahuyentar las lágrimas, hace unos años él era un hombre fuerte, orgulloso... y hoy alguien que caminaba lentamente para no cansarse por su problema en el corazón, su rostro había envejecido — iré a casa.
Mamá venía detrás de nosotros en silencio, se veía feliz.
— ¿No visitaremos a la madre de Rafaello?— mi padre se detuvo, lo miré apretar su mandíbula. Me daba cuenta que aceptaba a Rafaello pero no a la madre.
— descuida mamá, debe descansar — aún él pensaba que un Amoretti no debía relacionarse con alguien que no fuera de su clase, Lana murió por acompañarme a visitarlo, ella creía que las cosas se resolverían con la llegada de mi hijo pero eso estaba muy lejos de ser verdad.
Mamá se acercó, me incliné para besar su mejilla, calentó mi corazón su mirada de afecto, deseaba abrazarla y llorar mi pérdida en su hombro...
— La llegada de Rafaello, me ha hecho muy feliz, el médico dice que ha visto mejoría en mi... — papá bajó la mirada — estaba sumiéndome en la depresión al ver que no podía hacer lo que antes hacía pero tu hijo me está dando un motivo para seguir.
Pasé la mano por mi barbilla y sentí culpa por que papá creía que había conocido a su nieto.
— ¿cuándo le dan de alta a Lana?
— Mañana mamá — fruncí el ceño porque no había pensado en las cosas que necesitarían ella y Rafaello.
— He preparado una habitación para Rafaello... — negué.
— nos quedaremos con León.
— ¿por qué? Pueden quedarse en casa, ver a mi nieto todos los días será de mucha alegría para mí.
— padre, deseo quedarme con León, hablaré con Lana, lo que ella decida eso se hará.
— ¿cómo así? — Papá estaba empezando a enojarse — ¿una mujer tomará la decisión? Tú eres la cabeza de tu familia ¿no aprendiste a través de los años? Te enseñe...
— Lo hiciste pero yo pienso que una relación es de dos — me crucé de brazos, mamá me miraba con orgullo.
— Llévame a casa — extendió su mano para apoyarse en el hombro de mamá — no puedo creer la respuesta que me ha dado César, años de enseñanza tirados a la basura, León es el único que aprendió la lección.
Me encogí de hombros.
— no sé ha enamorado papá — mi padre me miró molestó.
— el amor no borra quién eres César, no puedo creer que has olvidado que eres un Amoretti.
— No lo he olvidado padre — fruncí el ceño y decidí callar al notar que papá se estaba enojando mucho y eso no era bueno para su corazón.
— Jianna, vamos a casa — mamá se acercó a mi padre, él se apoyó en ella y empezaron a avanzar.
— Puedo pedir una silla de ruedas papá... — su mirada feroz se posó en mí.
— Aún puedo caminar — callé, metí las manos en mis bolsillos y los vi marcharse.
Espere un rato que ellos se perdieran en el pasillo, escuché un llanto, me regresé al cunero, la enfermera cargaba a Rafaello que lloraba.
Otra enfermera le entregó un biberón, la vi sentarse y acomodarlo para darle su biberón, él se calló.
Así permanecí un rato contemplando la escena, cuando sentí el conocido dolor en mi corazón, me giré para marcharme.
Lana
Tenía los ojos cerrados cuando escuché que la puerta se abrió.
— Hola — abrí los ojos para mirar a César.
— Hola — él se sentó junto a la cama.
— Mañana te dan de alta, yo vendré por ti — su mirada me rehuía, me daba cuenta que la única vez que me había visto fue cuando León se iba a marchar.
Editado: 30.04.2018