César
Entre al vestidor y abrí el compartimiento donde estaba mi ropa, miré por un momento la maleta maltrecha de Lana... la saqué y me dispuse a abrirla.
Xilonem había salido con tía Mercedes hacia el hospital.
La lleve a la habitación y la coloque sobre la cama, la abrí y pasé mi mano por mi barbilla... tome su billetera y con tristeza la abro, sabía lo que buscaba, saque las fotos que ella andaba y entre ellas estaba la de dos chiquillas sentadas en un escalón, nunca pensé que un día esa foto me iba a ser de mucha utilidad.
《Xilonem Mancini y Lana Rizzo》guarde el resto en su billetera, me negaba a seguir viendo sus cosas, me dolía aún.
Lleve la maleta hacia el closet al mismo lugar.
Avance hacia la sala donde me esperaba el detective.
— Sr. Gallo — extendí la mano, él la estrechó — siéntese.
— dígame Sr. Amoretti — extendí la foto.
— necesito que busque información de Xilonem Mancini — el detective tomó la foto, la miró y luego a mi.
— es una foto vieja y son niñas.
— lo sé, están sentadas en los escalones de la casa de acogida donde creció, le he dado su nombre, apellido y lo esencial es de la Isla de Capri.
— me llevará un par de meses darle un informe completo.
— por el momento necesito que averigüe acerca de si está casada — el detective asintió — eso no le llevará mucho tiempo, es una información que me urge.
— ¿muy urgente señor Amoretti?
— demasiado diría yo y sobre todo confidencialidad total.
El detective guardo la foto en su bolsillo interior de su saco, se puso de pie y se despidió.
Iba a casarme con ella pero no podría llevarla al matrimonio si ya estaba casada... no me casaría con Lana Rizzi como siempre esperé y tampoco iba a hacer una boda falsa. Algo se me tenia que ocurrir para que en los registros quedará plasmado el verdadero nombre de Xilonem.
Xilonem
— desea hablar contigo — doña Mercedes me empujó al cuarto donde me vestiria con la ropa para entrar a cuidados intensivos, cuando estuve lista pude entrar al cuarto.
Se me encogió el corazón al ver a don Raúl en aquella camilla con el rostro desmejorado, abrió sus ojos y me miró por un instante, luego sonrió y extendió su mano... titubeo y me acercó para tomar su mano.
— Lana... — muerdo mi labio inferior al escucharlo — se que soy la persona menos indicada para pedirte algo — en su rostro había preocupación — pero yo amo a Rafaello y no me parece justo que mi nieto no sea legítimo.
— Rafaello lleva el apellido de su padre — él negó.
— ¿sabes por qué estoy aquí? Envíe a averiguar al registro si ya el bebé estaba registrado y no lo está... ni siquiera se han tomado la molestia de registrarlo — pasé mi mano por su cabello.
— calmese don Raúl, debe estar tranquilo, César ha estado muy ocupado en reuniones con los asesores, abogados de la cadena de hoteles familiar... — don Raúl me apretó la mano.
— cuán equivocado he estado contigo, me sentí tan furioso al saber que no estaba registrado pero estando aquí me doy cuenta que en ti no hay ambición, no has exigido que tú hijo lleve el apellido, ni has demandado el matrimonio... si te casas con mi hijo también te conviertes en una heredera de mi fortuna —llevó mi mano a sus labios — perdona a esté viejo Lana, por cuán equivocado ha estado contigo.
Una lágrima rodó por la mejilla de don Raúl me incliné y besé su frente.
— es un nuevo comienzo don Raúl — y no mentía por que no recordaba absolutamente nada de lo que él me había hecho.
Él cerró los ojos.
— por favor casate con mi hijo, nunca creí que yo te rogaría para que te casaras con él, pero es mi deseo.
— tranquilo don Raúl — sujetó más fuerte mi brazo.
— atiende mi súplica Lana — asentí y él aflojó su agarré, su rostro se relajó — gracias.
— don Raúl... — me interrumpió.
— llamame papá — lo miré atónita, él sonrió — eres una gran mujer Lana.
— debe descansar el Sr. Amoretti — la enfermera me miraba con severidad, me despedí con un beso en la mejilla de don Raúl y salí, cuando ya me había quitado toda la ropa para entrar a cuidados intensivos, salí y me tope con un cuerpo duro, sentí unos brazos que me sostuvieron, levanté la mirada y León me observaba.
— ¿estás bien? — asentí, él no me soltaba, seguía entre sus brazos.
— estoy bien — traté de soltarme pero León aparentemente no estaba dispuesto en dejarme ir.
— ¿y mi padre?
— está mejor — no podía verlo a los ojos, León me intimidaba.
— creo has conquistado al viejo — sonrió de medio lado y acercó su rostro al mio — eres excepcional Lana — sentí su suave beso en mi mejilla como el aleteo de una mariposa. Me soltó y se acercó al cristal para observar a su padre.
Editado: 30.04.2018