El Engaño [saga Italianos #1]

Capitulo 20

Xilonem

me encanta la foto — doña Mercedes extiende el periódico abierto en la pagina de sociales, me apunta con el dedo y veo el anuncio de nuestra boda.

— pero será en el hospital, no habrán invitados — ella se encoge de hombros, levanta sus espejuelos que están cayendo por su nariz para leer.

— no importa —  su dedo recorre mi rostro plasmado en el papel — la idea es que todos sepan que César se casa.

— ¿por qué? — me mira con una gran sonrisa.

— es una tradición de nuestra sociedad, anunciar a los cuatro vientos las bodas.

Ruedo los ojos y apoyo los codos en la mesa para leer el anuncio.

— esto querida significa muchas invitaciones en lo susecivo — suspiró por que hasta el momento me encantaba la vida que llevaba... bueno lo que recordaba que era casi nada.

— supongo es necesario — doña Mercedes asiente, se quita los espejuelos.

— César es un hombre de negocios, sólo es cuestión de tiempo para que vuelva a ser el mismo hombre.

— creo que prefiero él hombre que conozco ahora.

— ¿por qué? — frunce el ceño y su atención está puesta en mi.

— era frío — doña Mercedes asiente.

— fue después del accidente, se vio afectado pero me doy cuenta que él está volviendo a ser el hombre maravilloso que siempre fue.

— no recuerdo esos detalles — sentí una palmadita en mi mano.

— un día recordarás Lana y te darás cuenta las cosas maravillosas que han vivido.

— eso esperó, me siento como un libro con sólo unas cuantas páginas escritas.

— es comprensible, creo deberías pedirle a César que te cuente las cosas de una pareja... no sé, la canción de ustedes, el lugar favorito, el restaurante que visitan para momentos especiales.

Sonreí y asentí.

— tiene razón doña Mercedes — me puse de pie y me acerqué a la encimera para coger una tostada.

— ¿ya han hablado cuánto van a esperar para tener otro bebé? — él calor recorre mi cuello para alojarse en mis mejillas, doña Mercedes sonríe — disculpa mi atrevimiento querida pero has perdido la memoria y me he dado cuenta que estás estresada tratando de recordar.

— no hemos hablado — doy un mordisco a la tostada — ¿qué pasa con sus hijos?

Doña Mercedes sonríe con tristeza.

— cuando me separé de mi ex esposo, los niños eligieron vivir con él — dejó la tostada y la observó atónita — si querida, así como lo escuchas, pero él los compraba con regalos, así crecieron con su padre toda la semana y los fines de semana junto a mi.

— ¿y ahora?

— ahora están muy ocupados con sus vidas, se han apartado de su padre y de mi, nos culpan por que nos separamos y no tuvieron  un hogar soñado.

— ¿usted lo dejó?

— si, él era mujeriego y en nuestra época era algo normal donde uno debía quedarse callado y mirando hacia otro lado pero yo no pensaba igual, me negaba a compartir, su alguien te ama no tiene por qué buscar en otro lado el amor que tiene en su hogar. Así que le pedí el divorcio. No me imaginé que mis hijos se irían con su padre.

— lo lamentó — ella sonrió.

— eso fue hace mucho tiempo atrás, mi hijo mayor Gael cumplirá 30 años en unos meses.

Suspiró y se levantó.

— y Giullian 26 años — la miré sonreir pero en su mirada había tristeza aún por los años que vivió lejos de sus hijos, doña Mercedes era una maravillosa persona y no me imaginaba como sus hijos habían crecido lejos de ella — iré a recostarme querida, ya estoy vieja.

— aún está joven — ella sonrió y me dio una palmadita en el hombro.

— gracias querida — salió del comedor.

César

Hola César — Fiorella beso mi mejilla y luego tomó asiento, abrió la carpeta que llevaba y la giró hacia mi — estas son las casas que he encontrado que cumplen con tus requisitos.

Asentí y empecé a pasar hojas, las fotos eran increíbles,  me gustaron varias casas que aunque eran sofisticadas y modernas, tenían el aire de un lugar acogedor.

— gracias Fiorella, las veré junto a Lana.

Fiorella asintió.

— ¿deseas beber algo?

— no olvides que trabajamos en el mismo edificio — sonrió mostrando sus perfectos dientes.

— lo sé pero en este momento somos dos amigos charlando — Fiorella bajo la mirada y sonrió.

— me alegra que pienses en mi como una amiga, aunque León crea lo contrario — mi lengua picaba y se revoloteaba dentro de la cavidad de mi boca por desear preguntar que rayos pasaba... respiré hondo y tomé el vaso de agua que descansaba en mi escritorio, tomé un trago y esperaba que mi lengua se calmará — encuentro tu hogar y pondré mi renuncia.



#655 en Novela romántica
#63 en Thriller
#28 en Misterio

En el texto hay: mentiras, romance, amor

Editado: 30.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.