César
— no te escuché llegar — Xilonem estaba en el umbral de la puerta con el cabello revuelto.
— dormías — seguí meciendome en la silla con Rafaello entre mis brazos — ya le di su biberón y està empezando a dormir.
— me estas mal acostumbrando, no atiendo a Rafaello en la madrugada y no me parece justo, trabajas todo el día. Debes descansar.
No respondí por que ella no sabia que el insomnio estaba en mi vida desde el accidente.
— descansa Lana, yo acostare al bebé.
— estuve conversando con doña Mercedes, me hizo algunas preguntas que son básicas en una pareja pero que desconozco — mi cuerpo entró en tensión.
— ¿te parece si lo vemos mañana? — me he puesto de pie y con suavidad llevé al bebé a su cuna, con cuidado lo acomodé y acaricié su suave mejilla.
Apague la luz, dejando encendida la lámpara, busque a salir de la habitación del niño y Xilonem seguía mis pasos. Al entrar a la habitación, busque rápidamente mi lugar.
— Buenas noches bella — ella estaba de pie junto a la cama y me observó o eso yo creía ya que solo la lámpara de mi mesa de noche era la que estaba encendida, las sombras cubrían su rostro.
— es la primera vez que me llamas bella — la vi subirse a la cama y acomodarse en su lugar — me gusta.
Sonreí por que prefería llamarla así y no por un nombre que no era el suyo.
— también me gusta llamarte así — sentí el calor de su cuerpo pegado al mio y me plantee una vez más en decirle la verdad, deseaba a Xilonem y era mi deseo poseer su cuerpo pero algo dentro de mi me detenía, sin desearlo la había obligado a vivir una vida que no era suya, la poca desencia que habitaba dentro de mi, me hacía refrenarme a poseerla como mi cuerpo deseaba. Cuando la conocí, me impacto de una manera salvaje y para mi tristeza Lana lo notó.
Había culpa en mi corazón por que ella murió sabiendo que otra mujer me atrajo. Nunca nos había pasado en todos los años que estuvimos juntos pero esa noche marco la diferencia en nuestras vidas de una manera dolorosa para los tres.
Lana perdió la vida e igual mi hijo, Xilonem perdió la memoria y le tocaba vivir una vida que no era suya. Afuera había un hombre que había perdido a su mujer e hijo o quizás fue un hombre como el que me imaginaba... alguien que no le importó abandonarla ya que la encontramos vagando en una noche fría con una bolsa de viaje... pero no llevaba identificación...era egoísta... lo sabía pero ya no podía dar marcha atrás.
Sentí sus pies frios rozar mi piel, me incorporé en la cama y me apresuré a buscar la colcha, la arrope y sentí los dedos de su mano rozar mi brazo.
— eres único César, siempre pendiente de mis necesidades y las de nuestro hijo.
Cerré los ojos al tacto de su mano, suavemente me deje caer en la almohada y tomé su mano para besar sus dedos.
— soy lo único que tienes — mi conciencia me gritó 《mentira》existía el padre de Rafaello, quizás las personas que la habían adoptado aún seguían con vida. El detective se estaba tardando mucho en la información.
— ¿no tengo familia? — la tristeza en su vos, removió mi corazón... no le mentiría hasta saber cuál era su situación, me acerqué levantando mi rostro y besando tiernamente sus labios... no deseaba besarla como mi cuerpo exigía... no debía.
Sentí sus brazos alrededor de mi cuello, con dificultad mantenía nuestros cuerpos separados.
Me separé y besé su cien.
— duerme bella — me separé y me acomodé en mi lugar.
— ¿por qué no me tocas? — en su voz había deseo pero también decepción.
— no recuerdas — apreté los labios, deseaba que si estábamos juntos era por que Xilonem estaba de acuerdo que la poseyera.
— puede que no recuerde nunca.
— entonces déjame conquistarte bella, para que sea especial no una obligación de tu parte.
— no lo es...
— duerme — extendí mi mano y apague la lámpara.
Si llegaba a hacerle mía sería sin fantasmas en nuestra vida... eso es lo que más deseaba.
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Editado: 30.04.2018