César
— ¿estás bien? — Lana se deja caer en la silla y apoya su rostro en sus dos manos.
— ¡tú lo citaste! — su voz ha sido un reproche.
— si, necesitaba saber la verdad.
— ¿cuál verdad César? Ni yo la sé, me insemine para darle un hijo a Samuel, según sus palabras moría por ser padre pero no podía, la única opción era de esa forma.
— Rafaello es mi hijo — ella seca sus lágrimas y me mira.
— ¿cómo lo sabes? He sido usada como un objeto.
— Lana — ella niega y se pone de pie.
— ¿por qué me engañaron César?
— no lo sé, aparentemente Lana no podía tener hijos.
— ella no era Lana, yo soy Lana Rizzi — me mira molesta.
— esa noche te presentaste como Xilonem.
— no los conocía, así que use el nombre de ella, ese era nuestro trato, si estábamos asustada no dar nuestro verdadero nombre.
— ¿pero a ella?
— tenías años de no verla, estaba distinta — coge su móvil y se dirige hacia la puerta.
— espera — ella se detiene pero no se gira — lamentó haberlo traído pero necesitaba respuestas.
— nunca confiaste en mi César, viví callada en casa de Mercedes para evitar que te alteraras, comprendía tu actitud por que habías perdido a tu prometida y tu bebé... por que se que me hubiera vuelto loca si perdiera a Rafaello, acepte casarme contigo por el bienestar de don Raúl ¿no crees que merecía que me contaras lo que ibas a hacer con Samuel? Merecía saber que sospechas que el bebé es tuyo.
— no lo sospecho estoy seguro que él es mi hijo — me acerqué a ella — perdóname Lana, me sentía tan perdido y te agradezco la comprensión que has tenido conmigo cuando te enteraste que perdí a mi hijo y a La... Xilonem, no has gritado, no has exigido, te has quedado en un rincón. Perdóname por favor.
Acaricié su mejilla.
— aún no entiendo por que cambio de nombre.
Ella desvió la mirada.
— cuando salió del orfanato lo hizo, no deseaba que sus padres la encontrarán. Mucho daño le habían hecho así que salió de ahí, como Lana Rizzi.
— ¿y tú?
— yo la amaba, me quedé un tiempo en el orfanato bajó su nombre, todos los trabajadores del orfanato sabían la situación y callaron por que nos tenían cariño. Si ellos la encontraban la harían pedazos, desde muy chica iba a parar al hospital por las fuertes golpizas que recibía. No me importaba que ella usará mi nombre si eso la mantenía a salvo.
Pasó mi mano por mi cabello.
— ella te reconoció esa noche en el accidente.
Desvió la mirada.
— yo hasta que me sacó del auto y me entregó las alianzas.
— ¿hablaron?
— si César, ella antes de morir me dijo que me devolvía mi vida y que te hiciera feliz, después no supe por que perdí el conocimiento.
— cuando la encontraron dijo Xilonem...
— se refería a ella.
— descubriré como mi esperma llegó a tu cuerpo, una vez lo sepa te lo compartiré.
— gracias, voy a dormir — la sujetó del brazo y la atraigo hacia mi pecho.
— estaba dolido pensando que habías aceptado dinero para llevar a mi hijo y después te des harías del bebé como si de un par de calcetines se tratará.
— jamás le haría eso a mi propio hijo, aunque si Samuel insistió tanto en ello es por que tenía planes para Rafaello — cierro los ojos y besó su cabeza.
— vamos a dormir Lana.
No la suelto de mis brazos y así avanzamos hacia la suite.
Cuando llegamos a la habitación, sin encender la luz la atraigo hacia mi cuerpo y busco a tientas sus labios, extrañaba sus besos, la besé hambriento. Mis manos recorrían su espalda, sus nalga, ya sabia quién era ella, la escuché gemir provocando que mi deseo se hiciera más grande, su mano se metió dentro de mi pantalón y mis calzoncillos, sentí como apretó mi miembro y luego pasó su dedo por la cabeza, provocando que estuviera muy mojado y liso.
— Lana, ¿estás preparada para este paso?
— si César — me incliné y la tomé de las piernas para que rodeará mi cintura con sus piernas. Pegue su espalda a la pared y mi boca besaba su cuello, bajé los tirantes de su vestido y su falda estaba enrollada en su cintura, mi mano acariciaba sus nalgas. Me sentía duro y ansioso.
— hazlo César —con un suspiró aparte su ropa interior, mi mano acarició esa parte que se sentía húmeda e hinchada.
A Cómo pude baje mi bragueta y de una estocada estuve dentro de ella, ambos gemimos de placer, mi cuerpo se movía y sentía que deseaba más placer, las manos de Lana estaban aferradas a mis hombros, sentía el calor de su interior abrazar mi miembro, cuando su interior se contrajo para apretar más mi miembro, así que apresuré mis movimientos para darle la liberación que su cuerpo deseaba.
Editado: 30.04.2018