César
— señor Gallo — lo veo aclarar su garganta.
— Señor Amoretti — me mira fijamente a los ojos — debemos hablar.
Asiento y me despido de los empleados con los que estoy reunido conversando acerca del hotel.
— vamos a mi oficina — el Sr. Gallo me sigue, lleva aferrado a su pecho una cartera de cuero. Al entrar a la oficina le pido que se siente, él lo hace y coloca la cartera en el escritorio — ¿desea beber algo?
Él niega, me acomodó en mi silla y observó al señor Gallo, honestamente ya sabia que me iba a decir que mi primer prometida se llamaba Xilonem, se había tartado mucho con la información. Algo que yo ya manejaba.
— sea directo.
Él asiente y saca de la cartera unas fotos, me las tiende y yo me quedo mudo al verlas.
— ¿de dónde las sacó?
— eso no importa Señor Amoretti, pero como se podrá dar cuenta no es ningún inventó.
Miré la foto y luego al señor Gallo, quién no dudó en pasarme un documento, dejé la foto en el escritorio mientras leía el documento.
Me quedé en silencio por un momento.
— ¿algo más? — él señor Gallo negó.
— con esto doy por cerrado el caso Señor Amoretti.
— me envía la factura Señor Gallo — estrechamos nuestras manos y lo vi salir.
Mi senté nuevamente y mi mirada se volvió a posar en las fotos y luego en el documento.
Me puse de pie y cogi los documentos, guardandolos en una carpeta plástica... me detuve y decidí sacar una copia.
Con pasó apresurado me dirigí hacia la habitación de Lana, la carpeta seguía bajo mi brazo. Abrí la puerta y ella estaba saliendo del baño ya vestida, me miró con una amplia sonrisa.
— César, me has dejado dormir mucho. ¿Rafaello está bien?
Caminé hacia ella y pasé mi mano por su cintura.
— debemos salir — ella abrió más los ojos.
— ¿pasa algo? — su mano acarició mi mejilla.
— vamos Lana — suspiró y asintió.
Tomó su bolso y entrelazo sus dedos con los mios.
Caminamos en silencio hacia el auto, la ayudé a subir y luego subí para arrancar el auto.
— ¿dónde vamos? — preguntó Lana.
— relájate cielo — tomé su mano entre las mías, mientras conducía.
Al llegar a aquella casa, me estacione enfrente y miré la fachada por un instante.
— ¿César?
— vamos Lana — bajé y rodeó el auto, para abrir la puerta. Lana sujeta mi mano, sé que está nerviosa.
Al llegar a la verja, toco el timbre, al poco rato aparece una señora con su uniforme de servicio, abrió la puerta.
— pasé señor Amoretti.
No respondí, ya nada debía asombrarme.
Nos condujo al comedor.
— César — lleva su vaso de jugo a sus labios — ¿qué hacen aquí?
— quiero respuestas Letinia — pone su vaso en la mesa y su mirada se posa en Lana.
— ¿con ella acá? — muevo una silla e instó que se siente Lana.
— creo que no estas en posición de exigir, has conocido la parte buena mía, pero te aseguro que cómo enemigo soy implacable— abró la cartera de plástico y sacó aquella copia, ella la toma. Sus ojos se abren más por la sorpresa y me mira.
— ¿qué deseas?
— ¿por qué le mentiste a Xilonem?
— ¿de qué hablas? — pasa su mano por su cabello — no conozco a ninguna Xilonem.
Sonrió.
— la conoces, era Lana — mi mano està en el hombro de Lana — sabias que ella usaba otra identidad, ella confiaba ciegamente en ti por que te consideraba una "madre" menuda madre resultaste ser, cuando te explicó su problema de no tener bebés, le sugeriste la inseminación. Tú buscaste la clínica...
— ¿de dónde sacas esas cosas César?
— te investigué, le pedí a mi detective que averiguará acerca de ti — sacó las fotos donde esta Letinia entrando con Xilonem a la clínica de inseminación, en otras fotos está Letinia sola conversando con el Dr. que en teoría tenía mis muestras para la inseminación.
Ella desvía la mirada.
— ella no sabia nada acerca de quién era el vientre de alquiler, lo que no entiendo es por qué todo esto o más bien dicho, lo imaginó, querías dinero.
— yo invertí en Xilonem, mi tienda de ropa estaba creciendo por ella, hubiera llegado a ser una tienda exclusiva de moda, a la gente le gustaba como lucían mis creaciones en su cuerpo... pero apareciste tú y te la llevaste. Contraté otra modelo pero no era lo mismo, no tenían el carisma de Xilonem — su mirada era de molestia.
— ¿qué rayos ibas a hacer con el bebé?
— ella tenía un buen corazón, le hablé de que si no podía quedar embarazada de ti, que probará la opción del vientre de alquiler. Que había una chica que tenía a su madre muy enferma de cáncer y necesitaba el dinero para costear el tratamiento. Claro está que Xilonem aceptó...
Editado: 30.04.2018