El enigma de la Quimera [libro 1]

Encuentro

Sorpresa, confusión, emoción y otros sentimientos encontrados se apoderaron de Adem cuando tuvo a Jara frente a él.

Si bien era cierto que ya sabía que ella trabajaba en el Centro Capital Interdimensional, nunca esperó encontrarla en el proceso de admisión. Por un momento, en el segundo examen le pareció ver su silueta, pero creyó que había sido una confusión.

Allí estaba Jara. Por un momento estuvo frente a él, a pocos centímetros de su rostro, escrutándolo con tanta curiosidad como quien ve a un bicho raro por primera vez. Aunque Jara intentaba disimular, sabía bien que estaba impresionada por tenerlo en persona.

Adem había preparado la sorpresa de mostrarse frente a ella una vez fuera admitido en el CCI, pero la sorpresa se adelantó y ahora no sabía qué tan bueno era que ella supiera de su existencia terrenal. ¿Jara lo vería como un problema y no lo dejaría ser admitido? Ante todo, recordaba bien que Jara había dejado de visitarlo en los sueños sin previo aviso.

Seis meses antes del examen de admisión para Soñadores Oficiales:

Adem estaba acostado en su cama boca arriba, haciendo ejercicios de respiración para poder calmar todo su cuerpo. Llevaba tres días intentando sumirse en sueños profundos y lúcidos, pero no tuvo resultado, su cuerpo era consciente de que no tenía el controlador conectado a su nuca para poder hacerlo, para viajar lúcidamente por las dimensiones de la Quimera.

Abrió los ojos y comenzó a gruñir de la frustración por llevar tanto tiempo fuera de las dimensiones. Se sentía como una persona pequeñita separada por un gran acantilado que lo limitaba de unas innumerables aventuras.

Estaba sentado en la cama con sus largas piernas cruzadas, tenía puestas unas medias azules con rayas rosadas que le había regalado su hermanita Lucy una vez que llegó del supermercado.

No sabía qué hacer con tanto tiempo libre. No quería dormir y saber que pasó tantas horas encerrado en el plano terrenal.

Entonces, se le ocurrió una idea.

Bajó de la cama y salió de su habitación, caminando en silencio por el pasillo con luz grisácea hasta llegar al fondo, donde estaba la puerta marrón de madera. Abrió y encontró la habitación sumida en la oscuridad, donde se podía vislumbrar una diminuta luz verde pálida y otra azul oscura que parpadeaban.

Sus padres estaban dormidos y sumidos en la fase REM (el sueño más profundo, donde se dan los sueños lúcidos), seguramente recorriendo dimensiones de recuerdos graciosos, ya que los controladores reflejaban aquellas luces que lo indicaban. Sería peligroso despertarlos estando sus almas en dimensiones lejanas. Además, ahora se daba cuenta que su idea de pedirles prestado sus controladores era sumamente estúpida, comenzando con que sus padres no se los entregarían, porque eran los primeros en estar preocupados de su condición.

Adem cerró la puerta con sigilo y volvió a su habitación, la cual estaba con la lámpara de la mesita de noche encendida.

¿Qué iba a hacer si no tenía controladores? ¿Qué sería ahora de su vida? Se encontraba desconectado de sus dimensiones, nunca estuvo por tanto tiempo sin visitarlas. Quería salir con sus amigos, divertirse y conocer nuevos lugares.

Se acostó y quedó observando un punto negro en el techo blanco, era el único punto negro, una pequeña imperfección que nunca antes había observado, seguramente porque nunca tuvo tanto tiempo libre para analizar su alrededor.

Sin notarlo, Adem logró tranquilizar su respiración y el ruido mental que tanto lo atormentaba aquella noche. Cerró los ojos e inspiró hondo para así relajar su mente.

Poco a poco una imagen fue tomando forma en su conciencia, era un gimnasio enorme, con personas luchando en los cuadriláteros suspendidos en el aire. Adem lo observaba con impresión, porque no eran simples boxeadores, se trataban de Soñadores Oficiales. Podía reconocerlos por el tatuaje que llevaban en su hombro derecho de la estrella encerrada en el círculo del sol. Y no sólo por aquel tatuaje, el escudo estaba en todas partes: pantallas suspensoras, columnas dóricas y empotradas en los umbrales.

La piel de su nuca se erizó e intentó calmarse cuando notó que su impresión estaba haciéndolo despertar.

Comenzó a caminar por los pasillos que creaban los cuadriláteros alzados por los suspensores y notó que había escudos de protección. Entendió después, cuando vio que dos hombres que luchaban hacían brotar una gran fuerza que golpeaba los escudos, que la protección era para proteger el exterior de la batalla que se producía en los cuadriláteros.

Adem alzó la mirada y observó sobre su cabeza muchos más espacios de gimnasia, todos suspendidos y cubiertos por los escudos de protección. No había público, Adem era el único que paseaba por aquel gigantesco lugar de gimnasia.

¿Dónde se encontraba? ¿Cómo llegó hasta allí?

Siguió recorriendo el lugar y llegó a unos cuadriláteros mucho más grandes, donde en uno vio a una mujer vestida de negro que peleaba de forma diferente con un hombre. La reconoció al instante, sabía que se trataba de la soñadora Jara Adelina Darmy, la famosa reconocedora de DéJá Vu.

Ella estaba usando artes marciales, logró reconocer el estilo taekwondo y bokator en sus movimientos. Quedó tan impresionado que su boca se abrió. Jara era sumamente impresionante, igual como lo describían en sus clases de historia de los Soñadores Oficiales.




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