El enigma de la Quimera [libro 1]

Admisión

—¿Por qué demorarán tanto para entregar los resultados de la prueba? —preguntó Issis mientras sus manos se retorcían sobre sus piernas.

Estaban en una cafetería del campus de la academia intentando comer unos panes integrales con jugo de naranja, pero los nervios no se los permitía. El sol se ocultaba de a poco y mostraba un cálido atardecer de verano.

—Lo hacen porque los decanos están eligiendo a sus nuevos estudiantes —explicó Luie, un joven alto, delgado, moreno y cabello rizado que conocieron al finalizar el último examen. Era la última oportunidad del muchacho, ya que era su décimo intento y si no lograba ser admitido, no podría volver a intentarlo el siguiente año.

—¿Eligiendo estudiantes? —inquirió Adem.

—Sí, ellos se vuelven sus mentores y les enseñan por aparte —explicó Luie a los jóvenes.

—Eso ya lo sabemos, pero… ¿por qué lo hacen al principio y no en el transcurso del ciclo escolar? —preguntó Issis.

—Ellos no necesitan tanto tiempo para saber quiénes son los buenos —aclaró Luie con tono obvio—. Sus estudiantes elegidos son los únicos que les importa, serán la élite dentro del CCI y el resto de los admitidos son relleno para ellos, los normales que nunca podrán sobresalir.

La desilusión en el rostro de Adem e Issis fue grande. Por un momento se miraron las caras y aguardaron en silencio.

—Eso suena muy injusto —comentó Adem—. Todos deberíamos entrar con los mismos derechos.

—Es que los tienen —Luie alzó los hombros—. Los elegidos por los decanos deben ir a clases como los demás, únicamente que reciben el doble de las clases y dicen que les exigen mucho más rendimiento académico y poder mental. —Volteó a ver hacia los lados antes de seguir hablando y se acomodó en la silla, para después acodarse en la superficie de la mesa metálica—. Dicen que hay decanos que explotan a sus estudiantes. Hay algunos que dan muchísimo miedo, sería una completa desgracia terminar siendo elegidos por ellos. El mejor y que todos quisieran ser sus estudiantes es el decano Marcow, todos los años elige de a diez estudiantes y dicen que tiene el grupo más grande, así que les da clases a todos por las tardes y los lleva a comer seguido; también tiene una casa de campo que es como una mansión, donde todos sus estudiantes pueden ir y hasta llevar a sus amigos. Es toda una celebridad en la academia y es muy cariñoso, es como un abuelo que da consejos.

—Ala… —exclamó Issis animada—. ¡Suena genial!

—Sí, es muy bueno y es de los pocos que recluta después del proceso de admisión, así que le llegan muchas solicitudes a lo largo del año —explicó Luie y pasó una mano por su cabello rizado y oscuro—. Si llego a ser admitido correría a pedirle que me reclute.

—Y la señorita Jara, ella no recluta, ¿verdad? —dijo Adem con curiosidad.

—Uy, no, afortunadamente no —soltó Luie con desagrado—. Ella sigue siendo estudiante de un soñador al que todos en la academia temen, por eso no puede reclutar, afortunadamente.

Issis y Adem se acodaron a la mesa, inclinando sus cuerpos en dirección a Luie al tener sumo interés por la conversación.

—¿Cómo? Pero… —Issis se sentía confundida.

—Dicen que se llama Yakov, pero no se sabe casi nada de él, así que creen que es un apodo —comentó Luie con tono misterioso—. Ella es casi idéntica a él, dicen que da miedo. Es una genio, pero nadie le gustaría recibir mentorías de ella y mucho menos del soñador Yakov: sería la pesadilla de cualquier estudiante. Nunca cometan el error de pedir que la señorita Jara sea su mentora. Todos los nuevos creen que ella es genial, pero dicen que es el demonio viviente dentro de la academia.

—Oh, pero ella se veía muy bonita y cool en las fotos —expresó Issis con asombro.

—Oh, sí, es muy sexy —aceptó Luie—, ¿la vieron en el tercer examen? Ya desde ese momento daba miedo.

—Claro, el pobre Adem tuvo que sufrir por ella. En serio que me dio miedo, hablaba con tanta autoridad y sacó a esa chica, que yo creí que los próximos descalificados serían Adem y yo.

En aquel momento vieron que los aspirantes empezaron a correr hacia uno de los edificios de la academia.

—¿Qué está sucediendo? —preguntó Adem.

—Los resultados —anunció Luie mientras se levantaba de su puesto—. Deben haber publicado los resultados.

—¡Oh, por fin! —exclamó Issis ansiosa y dio un salto de su puesto—. ¡Vamos, vamos!

Empezaron a correr hacia la entrada del edificio, donde los aspirantes se agolpaban en unas pantallas suspensoras enormes que tenían enlistados unos nombres, en total había veinte de ellas a lo largo del pasillo.

—¡Todas tienen los mismos nombres! —avisó Luie—. ¡Vamos a la última, no tiene muchas personas agolpadas!

Corrieron hasta el fondo del pasillo donde había diez jóvenes buscándose en la lista de admitidos.

—¡Por todas las dimensiones, que esta vez sea la vencida! —gritó Luie con las manos en la cabeza.

—A ver, a ver —calmó Issis a Luie, aunque se veía igual de desesperada que su nuevo amigo—. Vamos a buscarte primero. —Volvió la mirada a la pantalla—. Santas dimensiones, son muchos nombres… A ver… Luie, Luie, ¿cuáles son tus apellidos?




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