Una semana antes de la prueba anual de Soñadores Oficiales:
Anteriormente Cerebro era un planeta en el que los Soñadores Oficiales aspirantes a ser parte de la Élite llegaban para entrenar, pues era un lugar hostil, donde existe un lugar en específico donde al ingresar se materializan los recuerdos y entre ellos se encontraban los miedos profundos. Sin embargo, desde hacía varios años se estaban reportando muertes en aquel planeta que en un principio se creyó que eran accidentales, no obstante, empezaba a sospecharse que podrían ser asesinatos, por lo cual se dejó de entrenar en aquel mundo.
Aquella tarde Madeline fue la última en dormirse en la sala del Escuadrón de Cazadores de Sueños, pues al ser asistente quería monitorear que los diez integrantes de primera línea tuvieran sus tatuajes escudos activados. Se paseaba por los sillones suspensores donde los jóvenes dormían tranquilamente con los parches rectangulares de conectores en sus cuellos parpadeando con luz azul.
Sería una misión sencilla, irían a Cerebro a rastrear el planeta, materializarían en el plano terrenal cualquier evidencia que encontraran y después despertarían para escribir sus reportes y entregar como evidencia sus recuerdos.
Pero Madeline no se sentía bien, tenía un mal presentimiento. Por alguna razón el recuerdo de Loraine lo traía pegado en su mente, casi como si quisiera advertirle algo.
Los Vigilantes Oscuros también irían a explorar la esfera y algunos miembros del Escuadrón de Tortura estarían con ellos, incluyendo al capitán Yakov. Así que no estarían solos, tendrían todo un anillo de seguridad consigo.
Mientras se recostaba en su silla inspiró profundamente para tranquilizarse, de lo contrario no podría dormirse y permitir que su alma viajara hasta el planeta Cerebro. Y era la primera vez que Emma le encargaba una misión importante, de allí dependería de que la dejara como la comandante de los Cazadores de Sueños: tenía que salir bien esta misión.
Pero no podía dormirse. Observó que el escudo de Amantis en su mano izquierda apareció, estaba parpadeando. Algo no estaba bien. Definitivamente algo iba a salir mal en la misión.
Aun así, ya todos estaban del otro lado, esperándola en el planeta para comenzar la misión.
Practicó relajación y controló su respiración, recordando los entrenamientos con las Grandes Amantis.
Madeline sintió su alma viajar a través del espacio y aparecer en el frío y lúgubre planeta.
Se encontraba en una colina desde la que podía apreciarse el bosque donde se había recibido la última señal de vida de Loraine. Encontró varios grupos de jóvenes conversar y saludarse. A dos metros de distancia empezaron a aparecer cinco Vigilantes Oscuros, completamente vestidos de negro y llevando sus característicos sombreros. Al instante todos notaron sus presencias e hicieron silencio.
Hans era al igual que ella aspirante a comandante de su escuadrón. Ellos no es que se llevaran bien, principalmente porque él era un Vigilante Oscuro. Y para Madeline era demasiado incómodo tener que trabajar con él, sobre todo porque la intimidaba de sobremanera.
El capitán del Escuadrón de Tortura (Yakov) comenzó a acercarse a Madeline, así como también lo hizo Hans. Ella les hizo una reverencia a ambos, pues la superaban en rango. Después comenzaron a hablar de cómo se iban a distribuir por el bosque para recopilar pruebas.
Hans por alguna razón a Madeline le pareció distraído, no dejaba de observar el cielo que estaba lleno de nubes negras. Y esto a la joven le asustaba, al igual que ella, Hans era un Amantis, y no cualquiera, sino que provenía de las familias mejor entrenadas, siendo él alguien considerado genio. Así que, si estaba distraído, debía tener una razón de peso, tal vez y notaba que había algo extraño en aquel lugar.
—Que se distribuyan en grupos de tres —intervino Hans—. Un cazador, un vigilante y uno de tortura. Necesitamos que logren protegerse.
Hasta Yakov se vio sorprendido por su inesperada petición.
—Bien, así se hará —aceptó Yakov, el cual, si bien no sabía la razón del muchacho, entendía que, si un Vigilante Oscuro hacía aquella inusual petición, era por algo, y lo mejor era hacerle caso.
Se crearon los grupos y se les indicó su lugar de patrullaje. A Madeline le tocó estar con Hans y Jonás, uno del Escuadrón de Tortura. Tenían que llegar al punto exacto donde se dio la última señal y buscar alguna prueba que se haya dejado. Sin embargo, entre más se adentraban en el bosque, más se sentía la energía pesada.
Jonás empezó a quejarse de un olor fétido y se cubría la nariz con un pañuelo. Había poca luz en el bosque cuando descendían por una colina hacia el punto exacto.
Hans observaba a metros de distancia a otro grupo de rastreo que se estaban apartando del lugar que le pidieron barrer, parecían estar persiguiendo algo.
—Se están alejando demasiado —susurró Hans.
Madeline observó que en su mano izquierda el tatuaje del atrapasueños apareció y parpadeaba con fuerza.
—¡No, esperen, no se alejen tanto! —gritó Madeline con desesperación y empezó a correr hacia el otro grupo.
—¡Madeline, no! —pidió Hans.
Entonces pasó. Un Oscuro de treinta metros de largo, con su cuerpo cadavérico y humanoide apareció volando y abriendo sus enormes fauces se dirigió a toda velocidad hacia el grupo y atravesó sus almas, creando una llamarada de luz azul que se esparció por todo el bosque.