Madeline tenía una semana sin poder pronunciar palabra alguna, el doctor le había dicho que tuvo un trauma y que debería descansar.
Jara había llegado para visitarla a la clínica y le trajo flores amarillas, sabía que eran sus favoritas. Y por primera vez Madeline quiso hablar al respecto cuando vio a su amiga sentarse en un sillón y traía energía de Hans, así que lo más probable es que antes estuvo con él.
—¿Cómo está Hans? —preguntó ella.
Jara la observó con curiosidad e impresión: había decidido hablar, estaba avanzando a la recuperación.
—Está bien, hoy le dan de alta —informó ella con tono tranquilo—. Y por si te lo preguntas, Jonás también, me dijo que gracias a que Hans activó la Ronda Protectora, el monstruo no lo atacó y sus heridas ocasionadas por el estallido son leves.
Madeline se observó las manos. En ese momento no lo pudo ver por la adrenalina de la situación, pero había quedado empapada de sangre, producto del choque del Oscuro con la Ronda Protectora. El doctor le dijo que estuvo a nada de morir, de no haber sido porque Hans la protegió.
—Me había salido algo del pecho —comentó la joven—. Era dorado, pero después se convirtió en negro. Era como un cordón.
Jara la observó con esa curiosidad que sólo ella poseía, clavando los ojos en el rostro de su amiga.
—Debió tratarse de tu conexión con tu cuerpo carnal, ibas a trascender, debes… tener más cuidado —comentó Jara. Se levantó del sillón y caminó hasta la cama—. Eres la única amiga que tengo. No dejes que la Oposición te mate, ¿entendido?
Seis meses antes del examen anual de Soñadores Oficiales:
Era la primera vez que Adem quería hacer algo increíblemente bien en su vida. Sentía que anteriormente se resignaba a conseguir no hacer las cosas mal, se quedaba en su zona de confort. Ahora tenía una motivación, algo que debía conseguir y para eso debía esforzarse muchísimo para alcanzarlo: ser Soñador Oficial y volverse el mejor en su área. Era la única forma en que Jara se fijara en él, además de que quería demostrarse a sí mismo que no era un fracasado como esa vocecita en su cabeza se lo vivía diciendo.
—¿Soy yo o los uniformes de los Soñadores Oficiales son demasiado cool? —preguntó Issis mientras observaba la proyección.
Los estudiantes soñadores se reconocían por sus capas azules claras, pero sólo eran para eventos especiales o reuniones. Sin embargo, los estudiantes les gustaba usarlas al público, por lo cual las academias, en vez de castigar dicho comportamiento, prefirió darles capas azules con bordados dorados para que pudieran usarlas fuera del campus y diferenciarse de los comunes.
Normalmente la gente solía burlarse de los estudiantes por este comportamiento, ya que era demasiado habitual en los estudiantes recién admitidos y así lograban diferenciarlos de los que tenían más antigüedad. Adem e Issis siempre cuestionaron esto y se decían que era muy ridículo, aunque ahora sentían que podían entenderlos un poco: el poder mostrar al mundo que perteneces a un grupo selecto de personas debe sentirse demasiado bien.
—¿Crees que las personas nos regalen cosas cuando lleguemos a un supermercado o algo así? —preguntó Adem.
—Espero que sí, es cultural que regalen cosas a los soñadores —respondió la joven mientras pasaba las imágenes que se proyectaban frente a ellos—. Mira, esta es mi soñadora favorita: la soñadora Jara Adelina Darmy. Es tan cool como su nombre. Rumoran que ella es capaz de desdoblarse, pero sabes que esa información no la brindan al público para poder protegerla de terroristas o cualquier persona que quiera asesinarla por razones políticas. Pero podemos concluir que ella es una eminencia en el mundo de la Quimera, alguien a quien admirar.
Adem observó la foto proyectada de una joven no mucho mayor que él, seguramente cinco o seis años mayor. En la foto aparecía de pie, observando a otro lugar lejos de la cámara que le tomó la foto, se veía desprevenida, aun así, su porte elegante la hacía verse bastante bien.
—Creo que ya había leído sobre ella antes —dijo Adem.
—Es probable, es una referente para muchos que aspiran a ser soñadores —explicó la joven—. Yo estoy enamorada de ella, me fascinaría ser su aprendiz.
Adem por dentro se reía, sabía que su amiga nunca creería si le dijera que de niño era amigo de la soñadora Jara.
—Bueno, trabaja en el CCI —comentó Adem—, nosotros enviamos nuestras solicitudes allí, seguramente la podrás ver si eres admitida. Podrías pedirle que sea tu mentora.
—Ella no acepta aprendices —Issis negó levemente con la cabeza mientras su rostro se tornaba decepcionado—. Además, tiene la fama de ser muy temperamental, así que muchos estudiantes cuando la conocen le tienen miedo; pero eso no impide que sus clases se atiborren de estudiantes. Es la puta ama del desciframiento de sueños.
—¿Qué estamos haciendo con nuestras vidas, Issis? —cuestionó Adem con decepción.
—No lo sé…
—Mira todo lo que ella ha logrado y apenas es unos años mayor que nosotros. ¿No es algo triste?
—Sí, de verdad lo es —aceptó Issis.
—Debemos ser admitidos, Issis, debemos convertirnos en soñadores. Tal vez y nosotros seamos sus primeros aprendices.