Jara se encontraba recostada a un escritorio de cristal revisando con sus dos amigos los ochenta aspirantes que lograron pasar al último examen.
—Vaya, este año lograron pasar muy pocos —comentó Grecor.
Jara alzó la mirada de las pantallas suspensoras cuando escuchó un estrépito acercarse a la sala de exámenes.
—¿Qué rayos…? —balbuceó.
Los tres Soñadores Oficiales quedaron inmóviles en pose de defensa cuando vieron que cuatro supervisores llegaron corriendo y con rostros preocupados.
—¡No ataquen, nada más son los aspirantes! —gritaban mientras alzaban sus manos al aire—. ¡Vienen corriendo! ¡Vienen corriendo!
Instintivamente, cuando Jara vio que los asesores comenzaron a gritar, había llevado una mano detrás de su cuello para activar la Ronda Protectora, pero quedó congelada y poco a poco fue relajando su cuerpo para no terminar atacando a alguna persona que entrara alterada al salón.
—Pero qué diablos, ¿cómo que…? —Logró escucharle a Madeline, la cual se estaba recomponiendo de su sobresalto.
Vieron que los supervisores hicieron espacio para no ser atropellados por la multitud que se acercaba corriendo.
Pronto todos los aspirantes se agolparon en la entrada, jadeando y dejando de correr.
—¿Quién les dijo que debían correr? —se preguntó Jara.
—Debemos investigar qué supervisor les dijo que corrieran, ¿habrá sido una broma? —comentó Madeline.
—Si fue una broma deben despedir al supervisor, esto es un saboteo al proceso de admisión —dijo Grecor—. Pudimos haber lastimado a uno de ellos al sobresaltarnos de esa forma.
—Tienes razón —aceptó Jara—. Avisa a los directivos de lo sucedido para que comiencen a evaluar lo que acaba de ocurrir —ordenó la mujer mientras se acercaba al grupo—. Maldita sea, ahora están sofocados y debemos esperar a que se tranquilicen, esto retrasará el examen…
Jara se acercó al grupo, observando detenidamente sus rostros y acciones. Poco a poco los aspirantes fueron percatándose de su presencia y el bullicio cesó paulatinamente mientras ella pasaba con sus ojos evaluadores por cada uno de ellos.
—¿Por qué corrían? —preguntó con un tono sumamente serio.
Los aspirantes comenzaron a observarse entre sí.
—¿Al finalizar el segundo examen no se les informó que se tiene prohibido llegar corriendo al tercer examen? —preguntó en tono de regaño.
Adem se fue abriendo paso entre el grupo cuando escuchó la voz de Jara; esa voz la reconocería a metros. Al estar al frente, por unos segundos su boca quedó abierta por la impresión, después, recobró la compostura.
—¡Mira, es Jara Adelina Darmy! —exclamó Issis en un susurro y tuvo que cubrir su boca con las dos manos para calmarse.
—Es Jara Darmy, sí, es ella —escuchaban a sus espaldas.
—Oh, pero qué hermosa se ve con esa capa.
—Parece que nos está regañando.
—¡Silencio! —gritó Jara a modo de orden—. El primero que escuche hablando será descalificado del examen.
Silencio absoluto.
—Pudimos haberlos lastimado si no nos hubieran advertido con anterioridad que se acercaban a nosotros corriendo —informó Jara—. Así que necesito que me digan quién les pidió que corrieran.
“Oh, mierda, no puede ser —pensó Adem—, ya me descalificaron”.
—¿Quién fue el primero que comenzó a correr? —preguntó Jara mientras se paseaba por el grupo, evaluando sus rostros. Vio a muchos tragar saliva y llevarse las manos a la boca mientras bajaban la mirada.
—¡Yo escuché que él dijo que comenzáramos a correr! —gritó una joven y señaló a Adem con un dedo—. ¡Corrimos por su culpa! ¡Yo corrí porque él lo ordenó!
Jara volteó a ver en dirección a donde la joven estaba señalando y por un momento, al observar fijamente a Adem, sintió que perdía las fuerzas en las piernas por la gran impresión.
Madeline estaba cerca de ella y pudo posar una mano en uno de sus hombros para no mostrarse sobresaltada. Pero su amiga la conocía bien y sabía que algo estaba sucediendo.
La mandíbula de Jara temblaba y por un momento casi abre la boca, tuvo que apretarla con fuerza e inspirar profundamente para poder retener el cúmulo de emociones que la estaban apoderando.
Era Adem en persona, estaba frente a ella, observándola fijamente con aquellos ojos grises azulados intensos.
Sintió que todo su cuerpo se erizó por la adrenalina que corría por su ser. Volvió a respirar profundo para calmarse y poder hablar.
—¿Fuiste quien alteró al grupo? —preguntó Jara con voz neutral.
Los labios de Adem temblaron antes de hablar.
—Acepto mi responsabilidad por alterar al grupo, pero nunca les dije que corrieran—informó Adem—. Yo estaba con mi amiga y los dos comenzamos a correr para llegar a tiempo. Cometí el error de malentender la información del supervisor al decir que el examen se daría en este salón.
—¿No te dijo que lo hicieras de forma calmada y sin correr?