El enigma de la Quimera [libro 1]

Mente humana

Cuando Adem caminaba por los pasillos rumbo a la oficina de Jara, observaba a los estudiantes dejar ir sus miradas por su cuerpo, sentía todos esos ojos sobre él, algunos ni siquiera fingían y murmuraban muy de cerca. Todos ya sabían que era la persona que había ocupado el primer lugar en el que fue el examen más difícil que tuvo lugar en el CCI. La envidia lo perseguía, casi convirtiéndose en su sombra.

Esto lo contrastó con la pacífica vida que tuvo cuando estaba en el instituto, aunque allí también fue el mejor estudiante, el popular hasta entre los docentes, nunca levantó tanta envidia y esto le parecía extraño.

Al cruzar por una esquina del pasillo para poder subir una escalera en forma de caracol, tuvo que pasar cerca de un grupo de jovencitas unos años mayor que él que no cesaban de soltar risitas traviesas y observarlo fijamente.

—Sí, es él —logró escuchar entre ellas.

—¡Qué guapo es! —soltó una de las muchachitas.

Comenzó a subir las escaleras y se sintió poco a poco compungirse.

—Sí, aunque tiene acné.

—Pero eso se puede curar. Aunque tiene, es muy guapo.

—¡Miren su trasero!, ¡es redondo!

Adem subió a toda prisa las escaleras, casi corriendo. Su estómago se había compungido tanto que sintió náuseas y un escalofrío recorrió su cuerpo.

Cuando llegó al segundo piso, se recostó a la pared e intentó calmar las náuseas. Creyó haberlo superado, pero ahora notaba que no pudo estar más equivocado: ahí estaban otra vez esas náuseas, recordándole ese pasado que intentaba ocultar.

El recuerdo llegó como una ola que lo atrapó por completo. La sonrisa de Emely, aquel cabello rizado, su aroma, su peso encima de él y… sus palabras “eres muy guapo, Adem, eres el más guapo de toda la escuela”.

Un grupo de estudiantes pasaron cerca de él, comenzando a bajar las escaleras, algunos lo observaban por el rabillo del ojo.

—¿Ese es el nuevo estudiante? —escuchó que preguntó un joven a su compañero mientras bajaban los escalones.

—Sí, dicen que toda su familia son soñadores de rango alto —respondió su compañero.

—Ah, entonces no sorprende su puntaje.

—Sí, es un regalo ese primer lugar.

—Esa es la suerte de algunos… —risas y más risas.

Adem sintió un temblor correr por todo su cuerpo y comenzó a caminar en dirección al tercer piso, volviendo a subir las escaleras en forma de caracol.

Aquella sombra de envidia detrás de él se le acercaba y le susurraba al oído: te voy a destruir lentamente…

Desde el pasillo del tercer piso del edificio administrativo había una ventana gigante donde se podía apreciar un lago cerca de la entrada de la academia. Cuando Adem iba rumbo a la oficina de Jara, observó desde allí que una mujer iba corriendo rumbo a la entrada y le pareció curioso, porque después se dio cuenta que se trataba de Jara. Al estar cerca de la entrada de la academia, ella se detuvo y recuperó el aliento y tomó compostura, quedando a la espera de algo o alguien.

Apareció después de cinco minutos lo que ella impaciente esperaba, llegó un auto suspensor de última generación de color negro, dos guardias de seguridad se apresuraron a abrir el gran portón y del interior del vehículo suspensor se bajó un hombre corpulento que vestía totalmente de negro y traía una capa del mismo color. Inmediatamente el hombre bajó del auto, tanto los guardias de seguridad como Jara hicieron una reverencia formal.

Adem se sorprendió mucho al ver esto, nunca imaginó ver a Jara inclinar la cabeza. Debía ser una persona importantísima, ya que hasta los decanos de élite al verlo pasar cerca de ellos le mostraban respeto y le hacían reverencia.

A medida que Jara y aquel hombre ingresaban al campus, los estudiantes corrían para apartarse del camino y hacían una reverencia cuando el hombre pasaba por su lado. Adem pensaba en si también debía hacer lo mismo si lo veía pasar. Comenzaba a creer que ese era su mentor Yakov, además de recordar que era el mismo hombre que había estado entrenando con Jara cuando la vio por primera vez en aquel gimnasio.

Había investigado un poco sobre Yakov, se enteró que ocupaba uno de los más altos puestos que había como Soñador Oficial, pero no se revelaba cuál era para poder protegerlo, únicamente se dejaba saber que era Decano de Élite de los Cazadores de Pesadillas de Alto Impacto y capitán del selecto Escuadrón de Tortura Mental; aunque con eso Adem tenía suficiente para saber que era una persona supremamente importante.

Esperó frente a la puerta de la oficina de Jara por unos minutos, hasta que vio a un hombre que aparentaba unos cien años de edad (muy joven para la edad real que seguramente debía tener, tal vez en realidad tenía unos ciento sesenta o más) caminaba al lado de Jara con un porte de un militar de rango alto. Su capa negra ondeaba a medida que daba pasos por el largo pasillo y por momentos veía fijamente a Adem, el cual tomó una postura rígida a la espera de tener a su mentor frente a él.

—¿Ese es Adem? —preguntó el capitán Yakov a Jara mientras seguían avanzando hacia la oficina.

—Sí, señor, es Adem —respondió.

—Se ve muy niñito, ¿qué edad tiene? —comentó Yakov con tono pensativo.




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