La cascada descendía como un gigante que llora, el agua caía con fuerza, creando un gran sonido que inundaban los oídos de la jovencita. Alrededor de la gran montaña había islas flotantes con inmensos bosques que querían tocar el cielo, el cual era bellamente adornado con inmensos planetas violetas.
La mirada de Jara sobrevoló el paisaje que quería hipnotizarla. Después volvió su mirada a la cascada, para poder llegar a la montaña debía saltar por unas rocas flotantes que mostraban un gran vacío.
Jara tuvo la equivocación de saltar a una mediana roca flotante y mirar al vacío, sintiendo un miedo corroerla al ver un río de lava ardiente en el fondo. Un paso en falso y sería consumida por la lava.
Fue saltando de roca en roca, a veces debía arrodillarse, pues las rocas se movían lentamente y temía perder el equilibrio. A medida que se iba acercando a la gran catarata, sentía la pesadez de la dimensión y su fuerte energía atraparla, hacerle presión en el pecho.
Su controlador conectado a su nuca comenzó a emitir un repetido pitido, era una señal de alerta, su cuerpo carnal no estaba soportando la cantidad de energía vital que le estaba requiriendo al desdoblarse en su forma astral para estar en Gamborra.
Jara, al saber que le quedaba poco tiempo, decidió arriesgarse y comenzar a correr, dando saltos entre roca y roca.
Cuando pudo llegar a la cascada, se llevó la sorpresa de que el agua no lograba mojarla, era artificial. Jara extendió sus brazos y vio el agua rozarla y brotar un brillo sutil.
Traspasó la cascada y se encontró con una cueva que era iluminada por el brillo del agua. Aquel lugar a Jara le pareció sumamente familiar.
Su nuca fue maltratada por un corrientazo.
—Jara, ¿en qué planeta te encuentras? —escuchó la voz de Madeline, hablaba por medio del controlador.
Al ser Madeline integrante del grupo de Cazadores de Sueños era la encargada de monitorear las misiones de Jara. Si quedaba atrapada en un planeta o su vida corría peligro (cosa que pasaba repetidamente) el trabajo de Madeline era rescatarla.
—Estoy en medio de una misión —respondió Jara mientras caminaba por la cueva.
—Los signos vitales de tu cuerpo terrenal están alterados, debes volver en este momento —advirtió Madeline con tono preocupado.
—No puedo, estoy a punto de cumplir con la misión —replicó Jara.
La joven encontró un portal de energía que brotaba una luz azul clara. Era la puerta que tanto estaba buscando, estaba segurísima, sabía que aquel portal la llevaría con el cuarto perdido.
Entonces, sintió un líquido caliente en su boca, escupió y el piso se manchó de color escarlata.
Su cuerpo fue cubierto por una barrera de energía y una fuerza la hizo volar hacia atrás. Una vez más su Ronda Protectora la había salvado.
Abrió los ojos cuando se sintió caer en el mundo terrenal. La pesadez de su cuerpo carnal y el dolor muscular la hicieron retorcerse de dolor.
—¡Por todas las dimensiones, Jara, estuviste a punto de morir! —exclamó Madeline.
La mirada de Jara recorrió el cuarto de descanso del CCI, Madeline estaba de pie al lado de la cabecera de la cama. Su amiga estaba con la respiración agitada y las mejillas acaloradas, así como su frente se veía perlada de sudor. Una vez más su mejor amiga había corrido a toda prisa por la academia para entrar a la habitación personal de Jara y sacarla de la Quimera antes de que fuera desconectada del plano terrenal.
Jara se recostó a la cabecera de la cama, llevó una mano a su cuello para palpar la piel maltratada: no tenía el controlador puesto. Esta vez Madeline optó por arrancarle el microchip, ¿así de grave fue el colapso que tuvo?
Madeline estaba temblando, optó por sentarse en el bordillo de la cama e intentar calmarse.
—¿A dónde te enviaron esta vez? —preguntó la joven—. Cuando te rastree, el localizador reportó que estabas en el portal que conecta con la Quimera, Jara, ¿qué hacías allí?
—No estaba en sí en el portal —respondió Jara—, me encontraba en los límites, por una misión que me encomendó la Élite.
—Por todas las dimensiones, sabes que está prohibido recorrer esos límites —soltó Madeline.
Jara observó las manos de Madeline, temblaban, aunque las tenía entrelazadas e intentaba mostrarse serena.
—Perdón, no quería que volvieras a tener una emergencia en tu trabajo, no quiero que tengas problemas con la decana Emma.
—¡Eso es lo de menos! —protestó Madeline—. ¡¿Por qué la Élite te arriesgaría enviándote hasta los límites de la Quimera?!
El cuarto de descanso se llenó de un silencio sepulcral. Los ojos color miel de Madeline intentaban encontrar la respuesta que su amiga no podía darle, pero era imposible.
Jara comenzaba a sentir los estragos en su cuerpo, el dolor en los huesos se volvía muy fuerte.
—Debo cumplir con la misión —comentó Jara—. La Élite me necesita.
Madeline soltó un suspiro de cansancio. Por más que intentara cuidar a su mejor amiga, sería imposible si la academia la exponía en misiones tan peligrosas. Su mayor miedo era que un día se le hiciera imposible rescatar a Jara de una misión y comenzaba a presentir que ese día llegaría pronto.