—Necesitas descansar —informó el doctor a Jara—, a este paso, llegarás a un punto de no retorno. Necesitas descansar por una larga temporada sin controladores, te están envenenando.
Jara mostró una sonrisa y después negó levemente con la cabeza.
—Usted me está pidiendo que tome un descanso largo —Jara enfatizó en la última palabra—. ¿Es consciente que estamos en el inicio del nuevo ciclo escolar en el CCI? Soy quien capacita a los de primer año, lo que me pide es imposible.
—Jara, a este paso entrarás en un punto de no retorno —avisó el doctor con semblante serio—, tu cuerpo empezará a envenenarse de a poco con los controladores de sueños, morirás lentamente y de forma muy dolorosa. No hay cura en este momento para tratar el envenenamiento por material traído de la Quimera. En el año mueren cientos de personas por esta enfermedad que pudieron tratar a tiempo si tomaban sus precauciones y tú terminarás siendo una de ellas.
—Me necesitan en el trabajo. —Fue lo único que a Jara se le ocurrió decir.
—Y tu cuerpo también te necesita. Los desmayos, los vómitos de sangre, son alarmas que debes comenzar a escuchar con mucha seriedad.
El trabajo estaba matando a Jara, era bastante divertido si se veía desde el punto en que ella fue creada para ser experimento del CCI. Entonces, cuando vieran que ya no les sería de utilidad, buscarían un reemplazo que siguiera el experimento y a ella la enviarían a un lugar muy lejano, olvidándola y simplemente esperando a que muriera.
—A este paso, ¿cuánto tiempo de vida me queda? —preguntó Jara.
El doctor abrió los ojos con impresión sin poder creer que ella prefiriera morir antes que cuidar su salud.
—Si no te cuidas, posiblemente unos diez años —respondió—, pero no debes llegar a ese punto, Jara, ya hay profesionales de la salud en dimensiones de la Quimera creando una nueva tecnología que no envenene el cuerpo de los humanos. Lo único que tienes que hacer es cuidar tu salud, crear un equilibrio sano entre tu trabajo y tu cuerpo. Pide unas vacaciones, nunca las has pedido, así que habrás acumulado un largo tiempo que es tu derecho recibir, un aproximado de un año o dos serían perfectos para restaurar tu salud y que tu vida no peligre.
Jara sabía que el doctor no lo entendería, mucho menos podría contarle que ella era un experimento y por esta misma razón no tenía permitido salir de los límites del CCI para irse a descansar. Eran muy contadas las personas que sabían de dicho secreto.
En este mundo tan perfecto que se había creado aún existían esclavos y ella era uno de ellos.
Jara observó el paisaje urbano detrás del doctor, había una enorme pared de cristal que dejaba ver los altos edificios que hacían equilibrio con la naturaleza al tener balcones llenos de plantas y hasta árboles que crecían de sus paredes.
La joven le sonrió al doctor y después se levantó del sillón oscuro estilo clásico.
—Gracias por sus recomendaciones, doctor, las tendré en cuenta —dijo y después se marchó del consultorio.
Mientras Jara salía del hospital y caminaba por las calles, vio a las personas ir y venir sonrientes con los controladores en sus nucas. Se sentía extraña al estar fuera del CCI en el plano terrenal, sobre todo siendo consciente que iba a morir en unos años, producto de su mismo trabajo.
Decirle a Jara que dejara de trabajar y se fuera a descansar era casi lo mismo como explicarle que ya no tenía motivo alguno para vivir.
Iba a morir, lo haría siendo muy joven.
—No lo cubras con maquillaje, será peor, se inflamará mucho más —aconsejó Issis mientras veía a Adem observar su rostro frente al espejo con semblante preocupado y lleno de ansiedad—. ¿Por qué te preocupa tanto? No es el fin del mundo. —Chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.
Pero, para Adem sí que era un problema, hace quince días atrás había estado frente a Jara ¡y en persona! Había sido un completo desastre, porque se mostró vulnerable y le hizo ver que sólo era un chiquillo asustado que recién había sido admitido a la academia. Su intención no era dar esa imagen: era todo lo opuesto a lo que quería demostrar. Pero allí estaba su cuerpo, demostrando que de verdad sí era un pequeño preadolescente que no sabía lo que quería.
Jara era totalmente una adulta, alguien que, aunque se veía bastante joven, había logrado todo lo que quería en la vida y era consciente qué puesto ocupaba en el mundo.
Y ahora él tenía el rostro lleno de acné, llegaría a la presentación de las primeras clases demostrando que el proceso a la adolescencia le estaba pasando factura y Jara lo vería. No podía ser peor, jamás podría conquistarla, era un completo iluso al creer que de verdad algún día podría tener a la soñadora Jara como su novia.
Le había sangrado la nariz por segunda vez en la semana. Para poder calmar el malestar que producía la descarga del controlador de sueños, tenía que recostarse y descansar. Apretaba el pañuelo en su nariz mientras estaba recostada a medio lado en el diván de la oficina.
—Debes pedir un descanso —aconsejó Grecor a Jara desde el otro extremo de la oficina, sentado en un sillón con su mirada fija en un libro, pero Jara sabía que su atención estaba centrada en ella, únicamente fingía que no era así.