El enigma de la Quimera [libro 1]

CAPÍTULO 28

Marcow aplaudió y volvió a su papel de decano entusiasta.

—Muy bien, me encanta que podamos tener en clase debates tan… interesantes —soltó—. Por favor, estudien sobre las diferentes dimensiones artificiales para la siguiente clase.

Adem estaba decepcionado, nervioso y preocupado. Acababa de ser expuesto en clase y no sabía qué consecuencias esto le traería. Notó que todos los estudiantes estaban concentrados y tomaban apuntes en sus tabletas suspensoras, a veces acentuaban muy atentos a las palabras del decano Marcow. Adem los comparó con unos niños implorando que un adulto les entregara un dulce: eran su rebaño.

Notó la mirada atónita de Issis, lo observaba pálida y con los ojos desorbitados.

Al finalizarse la clase, Luie corrió a hablar con el decano Marcow. Esperó a que varios estudiantes terminaran una conversación con él para tener su turno.

—Luie, hoy es muy apresurado —comentó Adem—. Todos tienen la misma intención.

—Ni sabes lo que quiero hablar con él —bufó Luie.

—Le pedirás que te deje ser su aprendiz —dijo Adem con tono aburrido.

Luie titubeó y después chasqueó la lengua.

—Pues no le pediré eso —soltó con tono irónico—. Le… pediré que me asesore con unos libros sobre sueños lúcidos para ahondar en el tema.

Adem no dijo nada al respecto, sabía que Luie no daría el brazo a torcer, había esperado diez años para poder tener al decano Marcow frente a él, así que era comprensible su gran entusiasmo.

Una vez el decano estaba cruzando la entrada del auditorio, Luie corrió a hablar con él. Issis y Adem lo siguieron de lejos, curiosos por escuchar la conversación que tendría su amigo con Marcow.

—Buenos días, decano Marcow —saludó Luie e hizo una reverencia.

—¡Oh, por Dios, hijo, no te inclines ante mí! —pidió el anciano y dejó salir una pequeña risita—. No tengo un rango tan alto.

Vaya, Luie estaba comenzando con el pie equivocado. Adem pasó una mano por su cabello liso y sintió el rubor cubrirle el rostro. Notó que Issis no prestaba mucha atención, se mostraba confundida y consternada; él sabía que era su culpa, acababa de alterar toda la historia que ella tenía sobre quién era su mejor amigo.

Luie seguía de pie ante la lucha por conseguir la aprobación del decano Marcow.

—Señor, necesito que me ayude —pidió Luie con voz muy convincente y notó la impresión en el rostro del anciano—. Si está en sus posibilidades, me gustaría que me asesorara con conocimiento sobre los sueños lúcidos.

—¿Y por qué medio quieres que lo haga? —preguntó el decano—. Humm… Si es dejándote ser mi aprendiz, no me es posible. Humm… Me temo que ya tengo demasiados aprendices y no cuento con nada de tiempo.

La desilusión estrujó el rostro de Luie, aunque intentó disimularlo.

—Oh, no, señor. Si bien es cierto que me encantaría ser su aprendiz, comprendo que en el momento no me es posible —explicó Luie—. Lo que necesito saber son los nombres de libros que me ayuden a ahondar en el conocimiento de los sueños lúcidos. Verá, decano Marcow, he pasado diez años de mi vida intentando entrar a la academia y ahora que he alcanzado esta grandiosa meta, mi objetivo es no perder ni un minuto de mi tiempo y estudiaré todo lo que me sea posible. Usted es la persona más idónea para mí, alguien sumamente inteligente y me complacería en gran manera si pudiera ayudarme con indicaciones de qué libros leer y por dónde podría comenzar.

Aquello pareció interesarle de sobremanera al decano Marcow. Atusó los lentes gruesos en el puente de su nariz y escrutó a minuciosidad al joven moreno de cabello rizado que tenía frente a él, debía alzar un poco la mirada, porque Luie lo sobrepasaba en altura. Al tener tan cerca de Adem observando la situación supuso que eran amigos, así que sería bueno tener a alguien cercano del muchacho a quien pudiera sacarle información.

—Eh… vaya… es sorprendente tu convicción, muchacho —comentó con notable impresión—. Humm… sí… debes estudiar mucho ahora que tienes la posibilidad de permanecer en el CCI. Es increíble que no te hayas dado por vencido, sobre todo cuando era tu último intento.

Los ojos de Luie brillaban de alegría al ver que el decano Marcow le estaba dando su aprobación. No era el único impresionado, Adem e Issis observaban con suma sorpresa que el plan de Luie estaba dando frutos.

—¿Sabes? Yo estuve seis años de mi vida intentando entrar al CCI —confesó el anciano—. Humm… En ese tiempo era sumamente difícil el poder entrar. Estamos hablando de hace doscientos años, muchacho, eso es mucho tiempo.

—¡Oh, sí, muchísimo tiempo! —exclamó Luie.

—En esa época no había tantas oportunidades y opciones como las hay ahora para poder esperar a ser admitido en las academias de Soñadores Oficiales, humm… sí —siguió narrando el decano—. A mí me decían que dejara de insistir, me tacharon de VILS. ¿Sabes lo que significa VILS?

—Claro que sí, señor, VILS: Vagos Inútiles que no Logran aceptar que no son Soñadores —respondió Luie—. A mí también me tacharon de VILS, señor, es horrible.

—Pero aquí estamos, hijo, luchando por el lugar que es nuestro —dijo Marcow—. No dejes que nadie te diga que eres menos. Tú… más que nadie conoces lo que es luchar por lograr tu objetivo.




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