Adem tenía todos los recuerdos de su vida pasada revoloteando por su mente, se revolvían con los momentos olvidados de su infancia, bailando un vals nostálgico a su alrededor.
La noche estaba adentrada y aún más fría, llegándole hasta los tuétanos. Dejó Shiskey a eso de la media noche, cuando sus amigos se encontraban tan drogados que el dependiente amablemente llamó un taxi para cada uno y así escoltarlos hasta sus casas.
Adem no dio la dirección de su casa, porque necesitaba llegar a otro lugar: Jensen, ahora en esa vida conocida como Jara.
El taxi lo condujo hasta la calle donde quedaba el edificio de la joven. Cuando estuvo en frente del edificio observó con curiosidad al vigilante humanoide y le mostró una gran sonrisa.
—Hola… ¿cómo te llamas, humanoide? —preguntó y soltó una risa bobalicona.
—Buenas noches, señor, ¿en qué puedo ayudarle? —respondió el vigilante.
—Estoy buscando a Jensen, oh… no, ya no se llama así, ahora se llama Jara… Jara Adelina Darmy.
Jara bajó a los diez minutos. Llevaba el paso apresurado, aun acomodándose el abrigo beige y traía su largo cabello suelto, demostrando que no le dio tiempo de peinarse.
Cuando llegó a la recepción encontró a Adem al lado del vigilante y no dejaba de hablar, así como de reírse. Al notar la presencia de la mujer, abrió los brazos y exclamó:
—¡Ahí está el amor de mis vidas!
Jara sintió el rubor cubrir su rostro de inmediato. Volteó a su alrededor para observar si había más personas, pero no, únicamente estaba el vigilante humanoide que soportaba al joven con la infinita paciencia entregada al momento de ser creado.
Cuando Jara estuvo al lado del joven, él la tomó de las mejillas y le plantó un gran beso en los labios.
—¡Adem! —soltó Jara.
—Sí, en esta vida me llamo así —respondió él.
—¿Qué consumiste? —preguntó ella mientras le reparaba la cara.
—Bueno… había vino, también varios porros y… unos brownies de marihuana muy buenos… —soltó una risita—. Debes ir a Shiskey, es un lugar elegantísimo, igual a este… Amor, amor, ¿irías conmigo? Podemos volver… yo aún me siento bien… Como nuevo.
—No, no, es mejor que subamos, vamos, vamos —pidió ella.
—Pero aún es muy temprano… ¿qué hora es, señor? —Volteó a ver al vigilante.
—Son las doce y quince minutos A.M —respondió el humanoide con una sonrisa servicial.
A simple vista el robot se veía como una persona cualquiera, pero sus ojos demoraban en parpadear como una persona normal y tenían un color verde neón, un diferenciador hecho a propósito para que los humanos lograran reconocerlos.
—Adem, vamos a mi apartamento, acompáñame —pidió Jara y lo rodeó de un brazo con cariño.
El jovencito la observó con amor y le volvió a besar los labios.
—Contigo a donde sea, cariño —susurró él.
—Son una hermosa pareja —comentó el humanoide.
Jara no pudo retener una sonrisa de gusto y después llevó a Adem hasta el ascensor. Se sentía como si realmente fuera la novia de Adem, una novia cualquiera que recibió de sorpresa a su pareja a medianoche y debía lidiarle unas cuántas horas hasta que se le pasara el efecto de las drogas.
Cuando Adem entró al apartamento no dejaba de hablar de que se parecía mucho a esa vez que la visitó en una dimensión.
—¿Lo recuerdas? Estabas cambiada con ese pantalón corto y yo te besé… —decía mientras se acercaba a ella por la espalda y le rodeaba la cintura con sus brazos.
—Adem, espera, espera, debes quitarte el abrigo —Jara dio media vuelta y le ayudó a desvestirse.
—Ay, sí, hace mucho calor aquí adentro —comentó él mientras reía y se sacaba el abrigo, la bufanda y los guantes de cuero.
Jara le preparó a Adem una sopa caliente para que así pudiera pasar el efecto de las drogas. Adem lo comió recostado a la cama, pues Jara tenía tanto sueño que intentaba dormir mientras él comía, pero era imposible, Adem en su estado no dejaba de hablar y lo más curioso era que decía cosas extrañas.
—¿Estás seguro de que únicamente consumiste marihuana? —llegó a preguntarle.
—Claro que sí, fue lo que el dependiente nos aconsejó para nuestra primera vez —respondió Adem—. Amor, esta sopa está deliciosa, ¿qué especias usaste? Sabe demasiado bien.
Jara sonrió con complacencia, era hermoso que él la tratara como su pareja real, la hacía sentir que podrían ser unos novios comunes, como cualquier humano promedio.
El joven terminó de tomar la sopa y dejó el plato encima de la mesita de noche de al lado; observó la grisácea luz de la habitación y cómo por unas cortinas blancas entraba la sutil luz plateada de la luna. Se acomodó al lado de Jara, tomándola de la cadera y atrayéndola hasta que sus cuerpos chocaron.
Las fuertes manos de Adem exploraron la silueta femenina de su compañera, hasta llegar a su rostro, donde recorrieron sus delicadas facciones.
—¿Conoces la historia de Jensen Riau Darmy? —preguntó a susurro.