El enigma de la Quimera [libro 1]

CAPÍTULO 35

Ahí, en la oscuridad del espeso bosque, había pequeñas lucecitas suspensoras con luz mortecina que iban de un lado a otro. Los cuerpos de los estudiantes estaban siendo metidos en bolsas negras.

El director Ramers en persona supervisaba que todo saliera a la perfección, pues debían subirlos en una nave y llevados al Distrito Noreste. Una vez los cuerpos estuvieran fuera de su distrito, podría sentirse tranquilo.

Diana, su hija, lo acompañaba, observaba con detenimiento los cuerpos ser alzados como costales sobre los hombros de los soñadores y ser llevados a la nave. Había que hacerlo a lo rudimentario, pues necesitaban ser lo más discretos posibles.

—Afortunadamente no estuviste en ese entrenamiento —comentó el hombre a su hija mientras acomodaba sus lentes en el tabique de su nariz—. Ahora estaría recogiendo tu cuerpo.

—Pero ahora por ese error, debo convertirme en una asesina —susurró ella casi en un gruñido.

—Nada más debes ordenarle a Joshua que la envenene al cambiarle el controlador —soltó el director Ramers, restándole importancia en su tono de voz—. De hecho, déjamelo a mí, yo me encargo de eliminarla.

Diana sacudió su cabeza con rapidez.

—No es así de fácil, yo no confío en él —replicó—, he visto que conversa con Madeline con tanta familiaridad que creo que ocultan algo.

—Ay, claro que no, eso es porque crecieron juntos —alegó el hombre y colocó una mano sobre el hombro de su hija—. Déjamelo a mí, yo me encargo, nadie sospechará de cómo murió, será perfecto. Tú, por ahora, concéntrate en ganarte la confianza de Marcow y asciende, entrena mucho y conviértete en la mejor.

La joven sonrió, complacida.

Cuando volvían a la academia, tranquilos de haber visto despegar la nave, encontraron a Marcow esperando cerca del lago. Corrieron a hacerle una reverencia.

—Mi señor —saludaron.

—¿Ha salido bien? —preguntó Marcow.

—Perfecto, señor —contestó Ramers—. El director Ramín está esperando a que la nave aterrice en el Distrito Noreste. Yo mismo he vigilado que no hubiera ojos imprudentes cerca.

—Muy bien —aceptó Marcow.

Ramers volvió a incorporarse y mostró una sonrisa de complacencia.

—Me he enterado de que a Jara se le ha asignado una nueva misión —dijo el anciano, pero notó que Ramers no tenía conocimiento de esto—. Así que... ha sido la Élite Internacional. ¿Te das cuenta? Se han adelantado, están buscando el cuarto perdido de los primeros soñadores. Sería terrible si esta vez logran dar con él.

Ramers intentaba hablar, pero las palabras no salían de su garganta.

—Mi señor… —habló, por fin—, se ha buscado por cientos de años y no se ha dado con su ubicación. Aunque sea la soñadora Jara, jamás podrá dar con el sitio exacto. Nadie más que usted tiene conocimiento que se acerca a su posible ubicación.

Marcow se acercó lentamente a él, desafiante e intimidante.

—Esperemos que jamás logre hallarlo —dijo—. Por otro lado, aún no me has dado información sobre la investigación de la desconexión de almas.

Ramers empezó a respirar agitadamente.

—Seguimos investigando arduamente, señor —respondió.

—No me defraudes, Ramers —advirtió y mostró una ligera sonrisa—. ¿Cómo está tu esposa? ¿El embarazo ha ido bien?

—Oh, claro que sí —contestó el director y empezó a sonreír animosamente—. Gracias a sus intervenciones genéticas, nuestro hijo nacerá con altos niveles mentales y se convertirá en un grandioso soñador.

—Claro, será mucho mejor que Diana. —Volteó a ver a la jovencita—. Y ella ya se ha convertido en una soñadora de élite —agregó y la vio sonreír ampliamente—. Tus dos hijos te llenarán de mucha gloria y poder.

—Así será, señor —aceptó Diana y le hizo una reverencia al hombre—. Muchas gracias.

Cuando Adem volvía a su habitación, ya entrada la noche, vio cerca del pasillo que daba al jardín trasero de la academia a Jara caminando en silencio, apreciando el cielo lleno de estrellas. Por un momento quiso acercarse a ella para hablar, aunque sabía que lo mejor era no hacerlo, ella estaba teniendo últimamente una energía tan fuerte y oscura que le incomodaba de sobremanera.

Jara volteó y se quedó observándolo. Adem apretó los labios y después volvió la mirada al frente, caminando en dirección a los edificios de dormitorios para hombres.

Adem se decía que era cuestión de acostumbrarse a su nuevo estilo de vida y estaba poniendo todo su esfuerzo para hacerlo realidad, aunque eso incluyera aceptar que Jara no era la persona que él había idealizado en sus citas en sueños o con los recuerdos de su infancia.

Mientras regresaba a su dormitorio vio muy a lo lejos, cerca del lago las siluetas de unas personas conversando. Se detuvo al distinguir la energía de Marcow, ¿qué hacía allí?

Se ocultó detrás de una columna dórica y empezó a espiarlo.

Diana había decidido rodear el lago para salir del CCI por una de las zonas más discretas. Su padre y el decano Marcow se quedaron conversando, dirigiéndose al edificio docente, parecían tener que ultimar detalles de la entrega de los cuerpos en el Distrito Noreste, así que esperarían a la notificación que les enviaría el director Ramín.




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