El enigma de la Quimera [libro 1]

Más que amigos

Era la primera vez en varios meses que Madeline veía a Jara en el restaurante de decanos. Estaba sola en una mesa cerca de un gran ventanal que mostraba las altas montañas verdes y el azul cielo. Su amiga tenía semblante de haber llorado toda la noche, por más maquillaje que se aplicó, su mirada triste e hinchada manifestaba su gran tristeza.

Grecor acompañaba a Madeline, como era habitual y también reparaba en la miserable tristeza que bañaba a Jara.

—Mira, ahí está Jara —avisó Madeline y desplegó una sonrisa de emoción—. Vamos a molestarla.

—¿Crees que sea prudente? Ella siempre parece estar de mal humor —advirtió Grecor— y hoy se ve peor que nunca.

Pero Madeline ya iba rumbo hacia la mesa donde se encontraba la solitaria Jara. Tomó lugar frente a su amiga y dejó la bandeja de comida frente a sí misma, tomando los cubiertos para empezar a comer.

La siguió Grecor y mostró una sonrisa amable a Jara cuando notó la mirada inquisitiva de la joven sobre él.

—Todos están como locos hablando del ascenso de Adem —comentó Madeline.

Ella era así, no saludaba y tenía entera destreza en el lugar, sin importarle la situación en la cual estuviera envuelta.

Jara dejó de comer sus pastas boloñesas y la observó con esos ojos inexpresivos que la caracterizaban.

Para Grecor, a Jara hace años atrás le sucedió algo que la cambió de por vida y ella no fue capaz de decírselo a alguien de su pequeño círculo social. No lograba recordar si en algún momento Jara llegó a sonreír y mucho menos si la vio feliz. Ahora siempre tenía un aire triste y solitario. La veía escaparse de situaciones que incluyeran socializar con las personas y, tristemente, también lograba verla escuchando conversaciones donde las personas la denigraban.

Quería lograr entenderla o al menos acompañarla en su dolor. Sabía que Madeline también pensaba igual, por lo mismo, nunca le protestaba a Jara por el por qué cambió tanto con ellos y siempre que Madeline veía momentos para poder hablar con Jara, lo hacía, justo como esa tarde.

—¿Le estás haciendo las terapias de relajación a Adem? —preguntó Madeline.

Jara bajó la mirada a su comida, después se acomodó en su silla de madera y por último aceptó con un rápido movimiento de cabeza.

—Sí, lo hago —dijo.

Madeline desplegó una sonrisa y empezó a comer de sus verduras salteadas.

—Cómo pasa el tiempo, antes éramos unas aprendices y ahora tenemos nuestros propios aprendices —comentó la joven después de tragar un bocado de comida—. Desde que tengo a Issis como mi aprendiz, siento una gran responsabilidad, porque debo ser su ejemplo.

—Es que eres demasiado rigurosa —comentó Grecor—. Simplemente tienes que ser tú misma con tu aprendiz. Imagina que estás dentro de una relación, si la fuerzas y finges ser otra persona, tendrás una relación no genuina. —Volteó a ver a Jara—. Como Jara con su asistente Lily Ong, se comporta muy natural con ella.

—Sí… ¿cómo te ha ido con Lily? Se ve que tienen un muy buen ambiente, te ves a gusto con ella —dijo Madeline.

Jara pudo sentir su estómago compungirse al no soportar la tensión de estar frente a esas dos personas que anteriormente catalogaba como mejores amigos y que ahora no sabían nada de su vida, ¿cómo podía volver a conectar con ellos?

Pasó la mirada por su alrededor y observó a lo lejos al decano Marcow conversando cerca a la entrada con Luie, parecía que el joven estaba desesperado e intentaba explicarle algo.

Jara concentró su mirada en la expresión corporal del joven de cabello rizado, parecía no haberse acicalado y eso no era normal en su aprendiz. ¿Luie estaba fingiendo como siempre o estaba en un peligro real?

Marcow intentaba calmarlo y por un momento notó la mirada de Jara. Entonces, puso una mano en el hombro de Luie y le susurró al oído.

—Hablamos en mi oficina —logró leer Jara en los labios del anciano.

La mujer se ordenó tranquilizarse y confiar en las habilidades de su aprendiz, de lo contrario echaría a perder toda la misión.

La intuición de Jara le informó que Marcow estaba escondiendo un plan muy importante y peligroso que incluía a las Sombras. Tal vez planeaba cómo asesinarla una vez ella viajara al Distrito Noreste y Luie lo había descubierto.

—Jara, ¿qué pasa? —preguntó Grecor.

La joven volvió la mirada a sus antiguos amigos y los escrutó a minuciosidad, se preguntaba si podría ser capaz de volver a confiar en ellos. Ante todo, seguían siendo sus amigos, por más distancia que ella intentara imponer, Grecor y Madeline seguían estando ahí, apoyándola y protegiéndola.

—Me parece que el decano Marcow fue el responsable de haber saboteado el examen de admisión donde fui supervisora por primera vez —confesó Jara con voz baja, casi a susurro—. E intuyo que intentará volverlo a hacer, intentará atacar nuevamente, no se detendrá hasta lograr su objetivo.

El rostro de Madeline palideció por completo y dejó caer el tenedor que sostenía en su mano.

—Madeline, ¿estás bien? —preguntó Grecor.

—¿Crees que él puede ser el hombre que te asesina en el futuro? —preguntó Madeline casi sin aliento.




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