El enigma de la Quimera [libro 1]

Cero a la izquierda

En medio del entrenamiento de combate, Frederic sintió que debía salvar su vida. Adem estaba luchando como si fuera una pelea de verdad.

Todos observaban la pelea con gracia, animándolos al creer que posiblemente apostaron algo en la pelea. Hasta el capitán Yakov veía con buenos ojos la lucha.

—¡Frederic, ¿qué pasa con tus reflejos?! —espetó Yakov en voz alta—. ¡Vamos, vamos, pareces niñito!

La habitación gris estaba llena de una animosidad no tan característica del Escuadrón de Tortura Mental.

Frederic esquivó un puñetazo de Adem y después saltó hacia atrás cuando vio una patada voladora venir hacia él. Perdió el equilibrio y cayó de espalda al piso. Adem se lanzó sobre él, dejando su puño a unos cuantos milímetros de su rostro.

Cayó un silencio en la sala de combate, únicamente se escuchaba la agitada respiración de los dos estudiantes que terminaban de luchar.

El rostro de Frederic estaba blanco como el papel, su respiración era temblorosa y pasó saliva por su garganta. Observaba aquella mirada fulminante de Adem, ¿es que acaso estuvo a punto de asesinarlo? Un golpe suyo podría ser mortal, todos lo sabían.

—Bien, buen combate —intervino Yakov y avanzó hacia ellos—. Frederic, debes practicar más tu agilidad, te veo muy lento.

Adem se apartó de Frederic, lo veía con una mirada amenazante. Frederic lo comparó con una bestia que estuvo a punto de comerlo.

Cuando la siguiente pareja pasó al centro de la sala de lucha, Alejandro aprovechó para acercarse a su amigo. Conocía perfectamente a Adem y sabía que aquella pelea con Frederic era bastante personal, de hecho, todos en el escuadrón lo habían notado.

—Hey, hermano, ¿estás bien? —le preguntó.

—Sí, ¿por qué no lo estaría? —respondió Adem mientras se cruzaba de brazos y observaba la batalla.

Se escuchó gritos emocionados por parte de sus compañeros, después de la pelea entre Frederic y Adem, todos querían esforzarse más para demostrar su potencial, pues ahora había expectativas que debían alcanzar.

—Pareces enojado —comentó Alejandro.

—¿Por qué lo estaría? —repitió Adem y lo encaró.

Al darse cuenta de que no podía controlar su enojo y le atormentaban los gritos emocionados de sus compañeros, decidió salir del salón y dirigirse a las duchas, pues lo cubría una capa de sudor.

Alejandro lo siguió, sabía que al estar solos en las duchas podrían hablar mejor.

—¿Ahora sí me vas a decir qué te está sucediendo? —pidió Alejandro mientras cerraba la puerta de las duchas con seguro para que ninguno los interrumpiera.

Adem se quitó su camiseta gris y soltó un suspiro.

—Tú has pasado más tiempo con Issis, ¿no es así? —preguntó con voz más calmada—. Por lo que tengo entendido, todos siguen estudiando como antes…

—Sí, Luie nos ayuda con clases extracurriculares —respondió Alejandro y desplegó una sonrisa bobalicona—. Lisa también asiste… está más hermosa que nunca, creo que le gusto… —dejó salir una risita.

—Eh… —Adem pasó una mano por la punta de su nariz y después llevó las manos a su cintura—. ¿Ella te ha contado de tener una relación con alguien?

—¿Issis? —inquirió Alejandro—. ¿Con quién tendría una relación amorosa? Además… todos saben que es tu mejor amiga, lo pensarían dos veces antes de meterse con ella.

Aquellas palabras aliviaron a Adem.

—Espera… ¿lo de Frederic tiene algo que ver con Issis? —cuestionó su amigo con impresión—. Adem… ¿golpeaste a Frederic porque te sientes celoso?

—No… —soltó Adem—. Claro que no…

Alejandro enarcó una ceja. Se le pasó una tonta idea de que posiblemente Adem estaba enamorado de Issis, pero sabía que no era así, porque ya lo había visto tener una relación con la decana Jara, aunque aún estaba la probabilidad de que le gustaran dos mujeres.

—¿Estás enamorado de Issis? —preguntó a bocajarro.

—¡Claro que no!

—¿Entonces por qué tienes celos si ella no te gusta?

—Es que… —Adem se sentía confrontado y el enojo volvía a su cuerpo—. ¡A ella le gusta él!, ¡¿puedes creerlo?! No me cabe en la cabeza que Issis, quien es prácticamente una niña inocente termine siendo novia de Frederic, de ese esperpento… que nada más la hará sufrir y la engañará.

Alejandro tenía ganas de reírse, pero sabía que era mala idea. Tomó asiento en una banca metálica y por un momento recordó la primera vez que estuvo con Adem encerrado en un baño, cuando cursaban primer año y él estaba tan gordo y asustado que creía que sería expulsado en cualquier momento del CCI y el único apoyo que recibió fue el de Adem. Era curioso que ahora tendría que ser él quien le diera consejos a Adem.

—Frederic no parece estar interesado en Issis —comentó Alejandro con tono suave, para así calmar a su amigo—. Y si llegara a estarlo, cosa que no creo que suceda porque tú ya te encargaste de asustarlo, no sería tan malo, porque Issis es la chica más astuta que conozco. Me parece que estás infravalorando las capacidades de tu mejor amiga.

—Issis se enojó conmigo —confesó Adem—, y todo por culpa de Frederic…




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