El enigma de la Quimera [libro 1]

CAPÍTULO 41

—Debes buscarlo, no puedes meterte en problemas, no en este momento —gruñó su padre.

—Es que no sé dónde quedó —confesó Adem con nerviosismo—, puedo jurar que lo llevaba conmigo en el auto, pero desapareció.

Roben miró a su hijo con ojos asesinos.

—Lleva a Jara a su apartamento y después ve a buscar el libro —le ordenó—. Y no regreses a la academia hasta encontrarlo.

Adem salió del hospital sintiendo que el mundo se desmoronaba a sus espaldas. Iba en el auto pensando que por haber querido ser ambicioso, ahora había perdido un libro que fácilmente podría encontrar alguien con muy malas intenciones.

Y para su desgracia, Jara no quiso ir a su apartamento, sino que insistió en volver a la academia, pues necesitaba entregar los libros, ya que estar con ellos de un lugar a otro era demasiado peligroso.

El joven no tenía escapatoria, sería demasiado difícil el salir de la academia sin algún justificante.

—¿A dónde carajos te metiste en toda la mañana? —preguntó Issis con todo su rostro acalorado.

—¿Por qué? —indagó Adem.

—¿Por qué? —jadeó la jovencita—. ¿Preguntas por qué? A primera hora debían implantarte el controlador de sueños, te llamaron tres veces y nunca apareciste. —Se cruzó de brazos—. Además, el entrenador Milton está furioso contigo porque faltaste a la clase. ¿Sabes el problema en el que estás metido? Podrían expulsarte si se enteran de que te escapaste en la noche. Serás el fracasado que apenas logró estar una semana en la academia.

La pareja de amigos se encontraba en el pasillo, esperando a que comenzara su siguiente clase.

—Estaba con el capitán Yakov, no te preocupes, él informará sobre mi inasistencia —dijo Adem.

Él no tenía cabeza que no fuera para pensar en el libro que había perdido en el bosque. Debía encontrar el momento perfecto para escaparse una vez más, pero por más horas que pasaban, no veía la forma.

A eso de las tres de la tarde, no soportaba la desesperación, su cabeza era un caos. En un receso decidió ir a su habitación con la intención de escaparse de la academia, no le importarían las consecuencias y mucho menos si era expulsado; total, lo iban a expulsar una vez se enteraran que había perdido uno de los libros más importantes sobre la Dimensión Oscura.

Al entrar a la habitación, se sentó en la silla de escritorio suspensora. Sus ojos se llenaron de lágrimas al no soportar el miedo de la terrible situación en la que estaba metido.

Entonces, notó algo que antes no se encontraba en su habitación. Sobre la pila de libros, había uno que no era suyo, uno con un cuero oscuro y viejo, bastante robusto.

El joven lo tomó y empezó a pasar sus hojas. Revisó el título escrito en el lomo: “Control y manipulación de la energía oscura”.

Adem tiró con miedo el libro sobre la mesa. ¿Cómo había llegado el libro allí?

Pasó varios minutos pensando en la situación, ¿alguien se dio cuenta que perdió el libro y se lo dejó en su habitación? No, eso era improbable, pues estaban solos, además, ¿cómo pudieron entrar en su habitación?

Terminó concluyendo que tal vez los primeros soñadores desarrollaron alguna tecnología que ayudaba a los objetos a no extraviarse; si bien le parecía absurda la idea, era lo más lógico dentro de la situación. Y prefería creerlo para sentirse aliviado de que no sería expulsado de la academia.

Sin saberlo, Adem estaba creando su antes y después. Una vez leyera la información que guardaba el libro sobre la energía oscura, su vida ya no sería la misma.

Afortunadamente el capitán Yakov se encontraba sentado, de lo contrario se habría desplomado cuando Jara le dio la noticia.

Cuando tocaron la puerta de su oficina, sabía que se trataba de Jara, así mismo como presentía cuál sería la noticia que le iba a dar: lo había conseguido.

Observó con intensidad el maletín oscuro que su pupila había traído consigo. Tenía el rostro sudoroso del estrés, no quería que una información tan peligrosa se encontrara en su oficina. El CCI no era el mejor lugar para guardar los libros, pues los secuaces de Marcow podrían darse cuenta y robarlos.

Estaban en una pequeña sala de la oficina que tenía las puertas francesas abiertas, las cuales miraban al balcón; lograban escucharse el canto de los pájaros, un ambiente bastante pacífico que hacía un extraño contraste con la conversación incómoda y penumbrosa que estaban teniendo.

—Ahora es su turno, capitán —informó Jara. Ella, tan serena como siempre, bebía una taza de té de canela que su mentor le había ofrecido—. No dudo que la Élite logrará esconder bien los libros y archivos.

—Lo entregarán a la Casa Amantis, son las más indicadas para manipular información relacionada con la Dimensión Oscura. Pero estoy seguro de que las Amantis te pedirán a ti que los escondas. Conozco tan bien a Zimmer que sé que atribuirá que, si pudiste encontrar los libros, tendrás la astucia suficiente para esconderlos de la humanidad. Así que ve pensando en cuál sería el lugar correcto para esconderlos. —Esperó a que ella procesara la información para añadir lo siguiente—: Y también ve ideando un plan para reclutar soñadores que sean capaces de manipular la información. Una vez leas los libros, procederás a reclutar a los miembros de la nueva organización.




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