El enigma de la Quimera [libro 1]

Equilibrio y perfección

Lo bueno de los domingos era que Adem tenía descanso y podía ir a visitar a su familia. Sentía que necesitaba estar por fuera de la academia para poder tranquilizar sus pensamientos, sobre todo en un momento tan decisivo para su vida al tener el segundo ascenso y el cual marcaría el camino a seguir una vez se graduara.

La casa de sus padres no había cambiado absolutamente nada desde que se había marchado a vivir en la academia. Aunque notaba el pasar de los años en su pequeña hermana, la cual no estaba tan pequeña, se había pegado un estirón bastante sorprendente. Ahora le hablaba como su igual, debatiéndole temas sobre soñadores y le mostraba los muchos libros que estuvo leyendo en ese tiempo.

—No me decido entre la especialización de Cazadores de Sueños y el Reconocimiento de DéJá Vu —le decía Lucy, su hermana.

La niña hablaba muy en serio, de verdad estaba decidida a ser Soñadora Oficial y todo su tiempo libre lo invertía en investigar. Él ya lo sabía, desde que Adem se fue a la academia y ella aprendió a leer, le pedía que le trajera libros cada vez que fuera a visitarlos.

Lo sorprendente estaba en que Lucy todavía usaba coletas en su cabello castaño claro y vestidos rosados estilo princesa. Pero se sentaba en el sillón de la biblioteca de la casa, absorta en la lectura y cuando no entendía algo caminaba en círculos, pensando en voz alta.

—Tú conoces a la soñadora Jara, dime, ¿cómo ella pudo especializarse a los diez años? —preguntó Lucy frente a su hermano y se cruzó de brazos—. Yo tengo nueve años y mis padres no me permiten entrar a una academia, dicen que estoy muy pequeña, pero ella lo hizo desde los cinco años, ¿no te parece injusto?

—Bueno, es que los padres de la soñadora Jara son Soñadores Oficiales de rango alto —explicó Adem, sabía que debía hablarle de forma directa, de lo contrario su hermana se ofendería—. Ellos la inscribieron a temprana edad, pero eso actualmente no está permitido. Aunque puedes pedirles a mis papás que te inscriban a unos vacacionales, ¿no te gustaría?

—Ya lo hice y dijeron que los vacacionales solamente permiten niños de doce años en adelante —Lucy puso los ojos en blanco—. ¿Así cómo podré ser algún día igual de buena como la soñadora Jara?

Adem abrió los ojos con impresión al ver que su hermana tenía como referente a la decana Jara Adelina Darmy. Aunque le pareció normal, muchos la admiraban por haber logrado tanto siendo tan joven.

—Bueno… ¿qué te parece si te ayudo a entrenar cada vez que venga a visitarte? —preguntó Adem.

—Vienes tres veces en el año, ¿eso de qué me sirve? —La niña se cruzó de brazos e hizo una mueca de desagrado con sus pequeños labios rosados.

—Bueno… ahora que sea ascendido tendré más tiempo libre, ya seré asistente, así que estaré netamente supervisando al Escuadrón de Tortura Mental y… tendré todos los domingos libres.

Aquello pareció hacerle eco en los oídos de su hermana y desplegó una sonrisita de emoción que intentaba ocultar apretando los labios.

—Bueno… debo verlo para creerlo —dijo.

Adem soltó una risa al ver lo astuta e inteligente que era la pequeña Lucy.

Para el examen de ascensión a asistente oficial del decano Yakov y ser catalogado como estudiante de élite, Adem debía pasar un examen de agilidad mental y sueños lúcidos hiperrealistas. Más del ochenta por ciento de los aspirantes a esta clase de ascensión no eran capaces de tener un puntaje prometedor, sin embargo, se sabía que Adem era diferente y los ojos estaban puestos en él.

Esa tarde el CCI se detuvo, desde la ascensión de la decana Jara no hubo un acontecimiento igual.

Todos los decanos se reunieron para ver el examen y analizar el nivel en el que se encontraba Adem. Por lo cual, se acomodaron pantallas suspensoras de buen tamaño en la sala de observación, así como sillones cómodos para los decanos espectadores.

A Adem lo dejaron en la sala continua, en la cual, Yakov decidió hacer guardia para supervisar que nadie quisiera sabotear al joven en medio de su examen. Con él estaba Frederic, Alejandro, Bruno y Jonás para ayudarle a hacer guardia y defender el bienestar del examen si se necesitaba.

Los jóvenes estaban que no se cambiaban por nadie, eran la envidia de todos los estudiantes y graduados de la academia que habrían hecho lo que fuera para poder ver el examen de ascensión de Adem.

Conectaron al evaluado a una máquina controladora de sueños de fase REM y lo enviaron a la más recóndita dimensión de alto nivel, la cual una persona común era incapaz de entrar.

Adem se vio en un laberinto urbano, todo hecho concreto, calles y más calles que se levantaban frente a él. Las personas caminaban de un lado a otro, ignorándolo por completo. A su mente llegó la idea de estar perdido y debía encontrar la salida, no tenía mucho tiempo para hacerlo.

—Si me quedo aquí, moriré asfixiado —dijo para sí.

No entendió la razón para decir lo anterior, simplemente lo sabía.

Intentó caminar, pero sus pies no eran capaces de avanzar. Soltó un jadeo al no poder creer que le pusieran algo tan tonto y común en los sueños.

Entonces, todo pareció transformarse en algo plano que no lograba sostener. Parecía que nada tenía profundidad y, aunque intentaba arreglarlo, no podía. Se sentía pegado al pavimento, como si la gravedad le pesara demasiado.




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