—¿Qué viste? —preguntó Grecor—, ¿es algo malo? ¿Volviste a ver el accidente de auto?
Jara sintió una punzada en el pecho.
El accidente de auto. La noche lluviosa. El hombre acercándose para asesinarla y sólo podía ver sus zapatos negros. Ella tirada en el pavimento rodeada por un charco de sangre. La luz mostaza de los faroles a los lados de la carretera.
Fue por esa situación que estuvo seis meses sin entrar a la Dimensión Futura, era una situación conectada a un DéJá Vu, estando con el resto de situación totalmente nubloso y sin conexión alguna. Jara estuvo investigándolo por todo un mes, hasta que el director del CCI le pidió que lo dejara al estar propensa a obsesionarse y estuvo en revisión mientras dormía para que no se fuera a dirigir a la dimensión. Fue en aquellos días que conoció a Adem, tenía bastante tiempo libre en sus sueños, así que esto influyó para que pudieran verse muy seguido.
Por su mente pasó el recuerdo de la playa, donde acercaba su rostro a Adem y se besaban. Era un recuerdo que atesoraba profundamente. Fue gracias a él que logró desligarse de aquella probabilidad de tener una muerte joven. ¿Cómo podría decirles a sus amigos que el hombre con quien se casaría era seis años menor que ella? Ante la sociedad eso no se veía correcto.
Adem tenía tanta fuerza en su vida que impedía que ella muriera joven como antes logró ver. La dejaba enclaustrada en un gran dilema, porque Adem era un hombre prohibido para ella según la sociedad. Y si era la única opción para que no detonara el DéJá Vu de su muerte, entonces, ¿si se apartaba de Adem sí terminaría muriendo?
—Jara —llamó Madeline con preocupación.
Salió de sus pensamientos y volvió a estar aterrizada en su presente.
—Vi a alguien en mi destino —confesó—. Es alguien que no debería estar allí.
—¿A quién viste? —indagó Grecor, preocupado.
—A un estudiante —comentó con tono triste—, vi su vida ligada con la mía.
—¡¿Qué?! —La mirada de Madeline quedó desorbitada por la impresión—. ¿Ligado en qué sentido?
—¿Te refieres a ligado en ámbito amoroso? —preguntó Grecor confundido y sin poder creerlo.
—Sí, lo vi estando conmigo —soltó con tono cansado—. Aparecía después de su graduación, él y yo… —No fue capaz de terminar la oración y cerró los ojos con fuerza.
Madeline abrió la boca con suma impresión, después la cerró de golpe al ver la amenazadora mirada de Grecor.
—¿Quién era? ¿Ya lo conoces? —interrogó Grecor.
—Si estás poniendo esa cara es porque ya lo conoces y no te suena esa variante —comentó Madeline con tono perspicaz—. ¿Quién es? ¿Es el chico genio que reclutaste? —Respingó una ceja.
Jara la observó fijamente con sutil impresión.
—Lo sabía —apostilló Madeline con una sonrisa victoriosa y tomó un sorbo de su jugo de manzana que reposaba en la mesa de madera—. Siempre que revisas tu futuro las nuevas variantes implican un cambio en tu vida o personas nuevas, así que, esa nueva variante debía ser con alguien nuevo en tu presente y ese chico es la nueva persona implicada de forma cercana a un cambio en tu rutina diaria. —Su tono de voz se volvió un poco compasivo—. Jara, debes dejar de temerle a los cambios, la vida es impredecible, tú misma lo dices, este suceso que viste al lado de él puede no suceder. Tú puedes decidir que no pase.
—En ese punto Madeline tiene razón —apoyó Grecor—. Adem es un niño, es ridículo que pueda ser tu pareja, es una variante insostenible en un arco de probabilidades. Lo que debes hacer es cambiarlo y ya. Se supone que tú revisas para ver qué decisiones son viables y cuáles no. En este caso, el hecho de que puedas unirte a un estudiante del CCI es netamente ridículo y extremadamente peligroso para tu reputación. No te des mala vida pensando en esa probabilidad.
Madeline observaba fijamente a Jara y aquel rostro de preocupación analítica que sólo ponía cada vez que veía un acontecimiento peligroso. Sabía que allí había algo más que guardaba. No era el simple hecho de haber visto a un estudiante de primer año como su pareja, tuvo que ver algo más que la dejó tan preocupada.
—Jara, somos tus mejores amigos, puedes confiar en nosotros —dijo Grecor, había observado lo mismo que Madeline, a esa historia le hacía falta una ficha importante.
—Sí, guardaremos el secreto y te ayudaremos en todo lo que necesites —apoyó Madeline—. Cuéntanos, desahógate, no es bueno que pases por esto sola.
Los labios de Jara temblaron y después inspiró hondo.
—Es que… Adem es el chico de mis sueños —confesó.
Hubo un momento de silencio bastante incómodo. Jara entendió que debía aclarar ese punto.
—Entre él y yo no pasó nada mayor en los sueños, yo era consciente de nuestra situación y no dejé que escalara —informó—. Sólo fue un pasatiempo para mí, además, eran sueños, nunca creí verlo en persona. Y cuando lo reconocí entre los aspirantes en el examen de admisión, supe que debía tratarlo como un estudiante, todos estos días ha sido así y es evidente que Adem lo tiene claro y ha mantenido la compostura, es bastante profesional.
Madeline se mostraba escéptica, ella había visto de cerca el gran amor que Jara tenía por Adem, únicamente que su amiga no lo recordaba, de lo contrario se mostraría más sincera.