En la academia, Jara se dirigió hasta el edificio de mentores nocturnos y entró en la oficina de Joshua. El joven comía una hamburguesa, algo que la desconcertó.
—¿Sabes que pueden sancionarte si te hacen un seguimiento y descubren tu pésima alimentación? —cuestionó Jara.
—Es la única acción rebelde que puedo hacer —confesó Joshua.
Jara se acomodó en el sillón.
—Acabo de descubrir quiénes son los líderes de la secta —informó la soñadora.
Los ojos de Joshua se abrieron en gran manera y la hamburguesa se le cayó de las manos, desparramándose en un papel marrón sobre el escritorio.
La soñadora desplegó una sonrisa ladina.
—Pe-pero… él mantiene bajo sumo secreto quiénes son —balbuceó Joshua, anonadado.
Jara se acodó sobre el escritorio.
—Puedo espiarlo cuando desee y conocer sus secretos más íntimos —susurró—. Lo tengo en la palma de mi mano.
El rostro del jovencito palideció y tragó saliva.
—Voy a destruirlo —aseguró Jara y empezó a sonreír ampliamente.
—Por favor, no me cuente más —suplicó el muchacho—, sabe que él me controla. Mantenga su secreto, actualmente también soy su enemigo.
Jara observó su mano izquierda, el atrapasueños violeta había emergido, parpadeando lentamente.
—Te voy a liberar —le aseguró a su amigo—. Falta poco. Por favor, mantente con vida.
Joshua esbozó una sonrisa tranquila.
—Lo esperaré con ansias —susurró.
—Voy a convocar una reunión para hablar de nuestros planes —informó Jara—. ¿Crees que es posible que puedas estar?
—Sí —aceptó él—. La información que puedan revelarme la mantendré a salvo.
Jara lo tomó de una mano.
—Pronto podrás respirar, tendrás un eslabón dentro de la secta que te ayudará —calmó ella—. Marcow ya no estará todo el tiempo vigilándote, haré que pierda el interés en ti.
Los labios de Joshua temblaron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Gracias —musitó—, ah… y estaré en la reunión, haré todo lo posible por no faltar.
Luie observaba con impresión el tatuaje en forma de círculo de tres centímetros de ancho que rodeaba el brazo por debajo del hombro. Estaba hecho con minúsculos puntos negros y compaginaba de forma perfecta con el escudo de Soñador Oficial que tenía una estrella encerrada en el círculo que representaba el sol.
—Ahora debes tonificar tus brazos para que se vea mucho más imponente —dijo Luie a Adem mientras comía de una bolsa de papel reciclada llena de papas fritas—. Bueno, aunque con el loco de nuestro entrenador, para fin de año ya estarás en forma.
Se encontraban en una sala privada de la biblioteca, cerca al lago, podían ver el paisaje desde un gran ventanal, estudiaban para el primer examen que tendrían dentro de la academia.
—¿Ya has entrenado con el capitán Yakov? —preguntó Issis a Adem a su lado en la mesa de madera.
—No, entrenamiento como tal, no —respondió—. Me dijo que primero debo aprender la teoría, así que en sus horas de entrenamiento me la paso estudiando. Dijo que apreciara esas horas, porque, cuando comience el entrenamiento terminaré llorando y suplicando el que me envíe teoría.
—Si lo dice es por algo —comentó Alejandro con rostro preocupado.
—Eso mismo pensé, así que no he rechistado para nada —aceptó Adem—, además, me sirve porque últimamente estoy con mucho dolor en el cuerpo, debo esperar a que mis músculos se acostumbren al ritmo de los entrenamientos con el profesor Milton.
—Sí, yo he bajado diez kilos en estos días, ayer me pesé —comentó Alejandro y llevó una mano a su barriga—. A este paso para final de año ya estaré en forma.
—Yo ayer no podía con mis piernas —se lamentó Issis.
—Yo no puedo subir casi mis hombros, me duele demasiado la espalda —intervino Luie—. Y eso que yo todos estos años me había estado entrenando.
—¿Entrenando en qué? —preguntó Alejandro mientras fruncía el entrecejo.
—El físico, hacía ejercicio —explicó Luie—. Hacía aeróbicos con mi mamá.
—Con razón… —Issis lo barrió con la mirada—. Si estás más lánguido que Adem…
—¡Hey…! —rechistó Adem.
Issis se partió en risa y le dio un manotazo a Adem en el hombro.
—¡Ay, que dejes de golpearme que me duele! —chilló el joven con fuerza.
—Oh, verdad… —soltó Issis mientras se apartaba de Adem.
Luie siempre traía consigo un libro diferente sobre inducción a Soñador Oficial o teoría de sueños lúcidos. Les había pedido a sus amigos que no dejaran la costumbre de reunirse por las noches para que lo ayudaran a estudiar y les explicaba algo nuevo que le enseñó el decano Marcow.
Adem sabía que a ese ritmo Luie nunca podría avanzar de verdad en la academia, porque veía dichas investigaciones de su amigo como pañitos de agua tibia y jamás podría tener notas cualitativas que demostraran un desempeño requerido por el CCI. Sabía que no era el único que lo pensaba, porque Alejandro e Issis, aunque tampoco tenían mentores, estudiaban mucho sobre sus especialidades y estaban subiendo sus notas exponencialmente.