El soñador Marcow observaba fijamente a Luie. Estaban en la biblioteca de la academia, reunidos como todos los meses para evaluar qué tanto había avanzado, aunque sabía que aquel joven estaba destinado al fracaso, porque en ocho años de estudio no había generado ninguna ascensión. Si bien era cierto que Marcow prefería que su estudiante siguiera en la misma situación para que así el jovencito le hiciera caso en todo y estuviera detrás de él como una sombra, también era cierto que peligraba la permanencia de Luie en el CCI por su bajo rendimiento en las ascensiones jerárquicas.
Necesitaba que avanzara y al mismo tiempo le proporcionara información de todo lo que estaba sucediendo en la academia y que él no podía observar.
Esos soñadores Élite eran tan astutos que habían creado un aro de protección y prácticamente actuaban de forma invisible. Hacía más de un año que no sabía qué pasos dieron o qué estaban tramando.
Y por más que instigó a Lily Ong para que le diera información al respecto, la joven le suplicó que no tenía ningún tipo de evidencia, que a ella no le permitían hablar con Adem. Por alguna razón le creyó, era eso o seguir en la misma discusión donde ella no revelaría nada; o por terquedad o porque realmente no sabía nada relevante. Y como a Lily le tocaba pasar la mayor parte del tiempo cerca de la Élite, no podía torturarla y que ellos comenzaran a sospechar que a ella le sucedía algo.
Lily Ong no le generaba tanta confianza, sentía que ocultaba algo y pronto lo iba a saber. En un inicio creyó que ella le serviría de algo, pero desde que Jara se había marchado a su descanso no le proporcionaba nada relevante. Y si a eso se le agregaba que Joshua estaba enamorado de ella, le empezaba a suponer un problema. Debía pensar en su asesinato y esta vez cumplirlo, no dejarse persuadir como antes Joshua lo consiguió. Debía planear cómo quitársela de encima.
Pero primero necesitaba saber qué estaba planeando la Élite.
Tenía una ficha que podía servirle mucho y que estuvo guardando por años: Luie. Aquel jovencito en su momento tuvo una gran amistad con Adem, el mejor estudiante de la academia y que ahora era el favorito de la Élite. Cometió el error de alejar a Luie de aquel estudiante y arrastrarlo a las sombras, porque allí ya no le estaba sirviendo de nada. Por lo mismo, debía reversar su error y hacer que Luie volviera a entablar una amistad con Adem, para poder mantenerse informado sobre los nuevos planes de la Élite.
Sabía que tramaban algo grande, aunque intentaran ocultarlo, se notaba que planeaban algo. De hecho, Adem estuvo actuando muy extraño y conversaba mucho con la Élite. Y después de ese largo tiempo desaparecido volvió casi siendo un debilucho, aunque parecía que a nadie le importaba, todo lo contrario, lo estaban tratando como si fuera uno más de la Élite. ¿O es que ya lo era?
Marcow sacudió la cabeza. No, no podía permitir que Adem ascendiera a Élite, sería demasiado peligroso; si Jara y Adem ascendían a Élite, todo su plan se iría abajo. Se había esforzado mucho por confundir a Jara y crearle un trauma, casi sacrificó su vida en ello y estaba funcionando, hasta ese momento lo había hecho, la hizo actuar como él quería y ahora llevaba años sin saber de ella y pronto la iba a asesinar como tanto quiso. Faltaban pocas semanas para que su plan por fin se viera culminado. Pero ese tonto de Adem apareció de un momento a otro y ahora era otro bicho que debía aplastar y darle el mismo final que le dio a Jara.
Tenía una terrible premonición, comenzaba a sospechar que Adem estaba planeando algo en su contra. ¿O era Jara quien desde las sombras estaba tramando algo?
Tenía que darse prisa en asesinarlos.
Se tomó esos años para analizar a Adem, vigilarlo y evaluarlo. Sí, era un genio más como Jara, de hecho, actuaba tan parecido a ella que supuso en cuestión de meses cuál sería su debilidad. Por eso guardó a Luie todo ese tiempo, ese jovencito inservible le ayudaría a hacer el siguiente movimiento y así derribar a Adem.
—Luie, te daré una misión —informó el hombre y el jovencito en segundos lo observaba con anhelo—. Si haces esta misión tal cual como te ordenaré, te reclutaré como mi asistente oficial.
Para Marcow, los ojos de Luie brillaban de la emoción: era la oportunidad que tanto había estado esperando, una ascensión.
—¿Qué debo hacer, señor? —preguntó.
—Necesito que vuelvas a hablar con Adem, que te conviertas nuevamente en su mejor amigo —respondió Marcow, casi hablando a susurros para que nadie los escuchara.
Fue evidente el rostro de desagrado y confusión del joven.
—Pero, señor, hace muchos años que no hablo con Adem, ya no somos amigos —dijo Luie.
—Debes trabajar en volver a ganarte su amistad y que nunca sospeche de ti, tienes que manipularlo a tal punto que nunca imagine que podrías traicionarlo.
Luie dibujó una sonrisita. Aunque debía seguir fingiendo frente al decano Marcow, la dicha de saber que ya había envuelto por completo al viejo, no lograba contenerla. Por fin iba a saber qué planes tenía la Oposición y qué movidas querían hacer. Deseaba destruirlos a todos, comenzando por aquel viejo desdeñoso e hipócrita.
—Entonces, ¿aceptas? —inquirió Marcow.
—Sí, claro que acepto —respondió Luie—. Sabe que puede contar conmigo, para lo que sea, señor.