El enigma de la Quimera [libro 1]

Noviazgo

Seguramente, los únicos que no conocían a Jara en persona dentro de la academia eran los de primer año, pero era cuestión de tiempo para que lo hicieran y desearan ser como ella; también podía darse el caso que odiaran tenerla como decana asignada de las asignaturas más importantes para los Soñadores Oficiales.

Jara, aparte de su gran belleza que era admirada por ser exótica, también estaba su increíble inteligencia: la joven perfecta entre los Soñadores Oficiales.

Muchos pensaban que podría ser amiga de todos, si al menos sonriera un poquito más y hablara un poco más. Pero, aun así, muchos se sentían conformes de que siempre dejara a la academia por lo alto cuando debían representarlos a nivel internacional.

Sin embargo, comenzaron a circular rumores sobre su personalidad. Decían que no era la misma mujer fuerte que todos admiraban; que se volvió débil después de la gran ejecución que se hizo en el CID; algunos llegaban a asegurar que no volvería a dar clases, porque había perdido su habilidad a raíz de un fuerte trauma y nunca lograría pertenecer a la Élite.

Algunos decanos y estudiantes que llegaron a conversar con ella al volver al CCI decían que le hacía falta un poco más de ambición ahora que había vuelto de su descanso, que era un tanto conformista a la hora de hablar. Otros preferían defenderla y decir que, mientras fuera feliz después de haber sobrevivido a un evento traumático, no debían exigirle tanto.

Y la verdad era que, Jara no sabía en sí qué era lo que quería de la vida ahora que había vuelto, ella prefería vivir el día a día a su propio ritmo, sobre todo ahora que a su mente estaban volviendo tantos recuerdos de su niñez.

Era como tener una vida que comenzaría desde cero y lo menos que deseaba era volver a ser esa misma mujer que asustaba y vivía obsesionada con su trabajo; no había llegado de un descanso de casi tres años para encerrarse en una oficina a atiborrar su tiempo de cosas que a la hora de la verdad no servían de mucho para su vida. Además, en el CID aprendió a convivir en armonía con sus estudiantes y enseñar de una forma mucho más motivadora, así que, si volvía a dictar clases, quería seguir implementando dicha estrategia.

Pero, por ahora, lo único que deseaba era que Adem despertara para poder hablar con él. Le habían informado que despertaría al día siguiente, después de su llegada, pero ya había pasado tres días y no lo hacía.

Por la ventana donde Jara observaba el paisaje de la parte sur de la academia, podía notar que se acercaba el verano, la época preferida por Jara, ya que con ella tendría más días al aire libre y en el CCI se hacía la semana cultural y se organizaba la feria donde ella era la directora (al menos por esos años donde fue decana la asignaban como la encargada) y eso le gustaba, porque debía ser quien vigilara que todo estaba bajo control. Aunque ahora que la reubicarían en el CID no sabía qué papel desempeñaría dentro del CCI en el tiempo que estuviera dentro de la ciudad.

Mientras veía el viento mecer las ramas de los árboles desde la ventana del cuarto de hospital, recordó con nostalgia el tiempo en que estaba sumergida en la rutina dentro de aquella academia.

Jara tenía una rutina diaria que adoraba: iba a la academia desde muy temprano por la mañana; entrenaba en el área de gimnasia para los decanos de Élite y muchas veces Grecor, junto con Madeline la acompañaban porque decían que ese gimnasio era mucho más grande que los demás; después dictaba todas sus clases y por la tarde se quedaba con su asistente y aprendiz practicando el reconocimiento de DéJá Vu; para después, cuando comenzaba a caer la noche, volver a su apartamento y disfrutar de la soledad, el silencio, esa quietud que le informaba que había acabado la rutina diaria.

Jara dejó salir un suspiro que empañó el vidrio de la ventana. Se preguntaba si ahora podría tener parte de esa rutina: las cosas positivas que podría rescatar de su antigua vida.

Aún no le habían ofrecido el volver a su puesto para dictar las clases de Reconocimiento de Sueños Oscuros o Tortura Mental hasta que la reubicaran en el CID, pues los traslados siempre demoraban en darse. Se preguntaba si habían encontrado en esos años a un mejor decano.

Sintió movimiento detrás de ella, volteó y vislumbró que Adem se estaba removiendo en la cama.

Jara llevó una mano a su pecho y desplegó una sonrisa. Se acercó a la cama y se sentó en el bordillo. Amó ver aquellas largas pestañas pobladas separarse y dejar a la vista el iris gris azulado intenso que tanto destacaba del físico de Adem.

El joven comenzó a estirarse como gato y desplegó una sonrisa de satisfacción después de un muy buen sueño. Su mejilla derecha tenía marcada una arruga de la almohada, lo cual informaba que todo de él estaba complacido por el largo descanso.

Jara sabía que Adem despertaría completamente una vez estuviera recuperado en su totalidad. Gracias a los medicamentos de rápida recuperación, el cuello y cráneo de Adem había sanado del todo y ahora no había rastro alguno que informara que tuvo una cirugía donde llegaron a extirparle un controlador de sueños de su médula espinal; de hecho, su cuero cabelludo estaba intacto y por los movimientos que hacía el muchacho también era evidente que no le dolía para nada el mover su cuello y frotarlo contra la almohada.

Por un momento Jara logró encontrar entre los gestos y manías de Adem a aquel bebé de sus recuerdos. Su forma de sonreír era la misma, le transmitía calma y en parte ternura. Aunque Adem ya mostraba facciones de un hombre maduro, sobre todo con aquella cicatriz en su ceja izquierda que la surcaba por completo, también se podía evidenciar que era un hombre que emanaba calidez y en parte mucho cariño.




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