El enigma de la Quimera [libro 1]

CAPÍTULO 68

Luie observaba desde una esquina a los amigos abrazarse, también logró escuchar algunas cosas que Adem dijo, como el “eres la única amiga que tengo en la academia” y sintió la amargura abarcarle el pecho.

—No es bueno expiar a las personas —escuchó detrás de él.

Rápidamente el joven volteó hacia atrás y se sobresaltó al encontrar a la decana Jara.

—¡Señorita Jara! —exclamó y llevó una mano a su pecho, intentando calmarse.

La mujer con su rostro neutral y manos detrás de su espalda escrutaba al joven moreno de cabello rizado a minuciosidad. Logró ver la envidia y la tristeza en los ojos del muchacho, algo que le decepcionaba; ya Luie empezaba a cambiar, justo lo que le pasaba a la mayoría de los estudiantes que le pedían una oportunidad.

—La debilidad de las personas termina siendo su propio veneno —dijo Jara al joven—. El miedo puede deformar la realidad, ten mucho cuidado con lo que piensas.

—¿Qué? —preguntó Luie, incapaz de comprenderla.

Jara dejó salir un suspiro y lo barrió de pies a cabeza.

—Sientes envidia —dijo—, te crees insuficiente y culpas a otros por tu propia desgracia. Eres un cobarde. Personas como tú terminan siendo comidas por la academia, acabarás entre las sombras. —Dio un paso al frente y estuvo un poco más cerca de él—. ¿Permitirás que las sombras te atrapen?

Luie tragó saliva y apretó con fuerza sus puños. Odiaba que la decana Jara siempre hiriera a las personas con sus palabras y nunca pensara en cómo haría sentir a los demás. ¿Por qué no le ayudaba si notaba que estaba entre tanta debilidad?

—¿Qué le intentas hacer a mi estudiante, Jara? —Se escuchó una voz detrás de la mujer.

Ella se volteó y encontró al decano Marcow.

—Ah, ahora todo tiene sentido —comentó Jara y ladeó una sonrisa, envió una mirada de serpiente astuta al viejo frente a él. Debía bajar un poco la cabeza para poder verlo, porque lo sobrepasaba en altura.

Jara entendía que Luie no había podido fortalecerse mentalmente en ese tiempo porque no se había separado del decano Marcow y seguía sumergido en su lavado de cerebro que lo colocaba como una víctima más de la vida.

—Deja de envenenar a mi estudiante con tus palabras —reprendió Marcow y los músculos de su rostro provocaron que sus lentes comenzaran a temblar.

—¿Envenenar es confesar la verdad? —cuestionó Jara—. El decano promedio del CCI adopta al peor estudiante para instruirlo con su historia de superación personal rebuscada. Sabe perfectamente que este estudiante jamás sobresaldrá como Soñador Oficial si le dice que es una víctima. No estoy diciendo mentiras.

—Humm… —gruñó el decano Marcow—. Tienes… una lengua muy… venenosa —soltó entre dientes.

Jara volvió a desplegar una sonrisa y volteó a ver al jovencito.

—Al lado de este hombre únicamente conseguirás hundirte entre las sombras del CCI —sentenció—. Pocas expectativas y metas mediocres, sigue así y tu carrera como Soñador Oficial terminará el día que te gradúes.

Los ojos de Luie se llenaron de lágrimas y rencor.

—¡Usted no sabe nada de mí! —exclamó con amargura.

—¡Luie, basta! —regañó el decano Marcow y se apresuró a alejarlo de Jara—. ¿Quieres que te expulsen? Vamos, camina, camina…

Jara los vio marcharse. Se cruzó de brazos y alzó un poco su barbilla.

Pensaba que todo acabaría con Luie, que se rendiría, sin embargo, esa tarde Luie llegó a su oficina para disculparse.

Luie se sintió superado con toda la carga que llevaba dentro, escuchar a Adem decirle a Issis que era su única amiga en la academia lo hizo sentirse traicionado, pues gracias a que debía fingir para no ser descubierto por Marcow, se alejó tanto que ya no sabía si en realidad tenía amigos. Agregado a ello, las palabras de la decana lo destruyeron mucho más y por un momento perdió los estribos. Si bien fue un punto a favor para su fachada, pues Marcow logró presenciar su disputa, temía que Jara le quitara la oportunidad de algún día ser su aprendiz.

—Perdón por mi comportamiento —dijo el joven con una gran sinceridad en sus palabras—. Sí, acepto que por un momento tuve envidia de mis amigos y no tengo ninguna excusa para mis actos. Por favor, perdóneme. De ahora en adelante me esforzaré mucho más en vez de quejarme por lo miserable que es mi vida y daré todo de mí para ser digno de aspirar a ser su aprendiz.

Lily Ong estaba en la oficina y evidenció la disculpa de Luie, ya lo conocía, era famoso por tener las notas más bajas dentro del CCI, así que era raro que alguien no lo conociera. Le sorprendía que una persona como él hubiera captado la atención de la rigurosa y perfeccionista Jara Adelina Darmy, quien sólo ponía los ojos en los mejores, ¿qué le llamaba la atención de él?

—Vete a estudiar, deja de hablar tanto y demuéstralo —bufó Jara mientras hacía un movimiento con la mano para que se marchase.

Luie desplegó una gran sonrisa e hizo una reverencia formal.

—Muchas gracias, señorita Jara —soltó y después empezó a salir de la oficina casi a brinquitos de felicidad.

—Luie, espera —pidió Jara, alzando la mirada en dirección a él.




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