El enigma de la Quimera [libro 1]

CAPÍTULO 77

Jara abrió en gran manera los ojos. ¡¿Qué estaba haciendo Adem?! Por más que lo miraba fijamente, no volteaba a verla.

Hans fue borrando la sonrisa de a poco y después arrugó el entrecejo, confundido.

—¿De qué estás hablando? —preguntó.

—Pues de tu unión —contestó Adem con tono obvio.

—Ay, Adem, por favor, ¿de qué estás hablando? —intervino Jara con suma rapidez, pero estaba segura de que era muy tarde, la duda ya había sido depositada en Hans.

Tomó a Adem de un brazo y lo jaló hacia ella. La mirada de Adem iba de su novia a su compañero.

—¿Cuál unión? —inquirió Hans.

Adem apretó los labios.

—¿Cuál unión? —repitió el hombre con un tono serio.

—Está confundido, no le prestes atención —pidió Jara.

Hans se forzó a mostrar una sonrisa.

—En realidad, sí estamos en una cita de estudio —comentó la mujer y se forzó a sonreír—. Adem se está preparando para su examen de ascensión.

—Claro, es cierto, serás ascendido —dijo Hans y observó a Adem—. Cómo has crecido, mira que hace poco ingresaste al CCI y pronto vas a graduarte con una ascensión. Ya hasta tenemos la misma estatura, estás dejando de ser un niño.

—Sí, ascenderé al Grupo Élite —aclaró Adem.

Hans hizo pequeños sí con su cabeza y se forzaba a mantener su sonrisa amigable, aunque era evidente que sus pensamientos estaban puestos en lo que se le había escapado al muchacho, pero sabía que, al tener a Jara presente, no iba a poder esclarecer la montaña de dudas que se iba creando en su mente.

—Sí… es una proeza —soltó Hans—, ¿te imaginas el nivel al que podrás llegar cuando tengas mi edad?

—Posiblemente a tu edad esté ocupando el puesto de Justiciero —comentó Adem.

Hans soltó una carcajada y Jara se forzó a dejar salir una risita.

—Justiciero… y a mi edad —dijo Hans con impresión y le dio un pequeño golpe en su hombro izquierdo—. Espero que te acuerdes de tus amigos cuando estés allá arriba.

—Deja de fingir nobleza, seguro y tú también tendrás un buen puesto —rechistó el muchacho—. Ya sé que comenzarán a entrenarte como Verdugo. Ya perteneces a la Élite Internacional.

Hans llevó una mano a su nuca y sus mejillas se ruborizaron.

—Bueno, no seré el único, después de tu ascensión seguro y te empezarán a entrenar como Verdugo —comentó y de pronto sus ojos se abrieron en gran manera—. Oh, ¿y si entrenamos juntos?

—¿Qué? —Adem enarcó una ceja.

—A ti se te da mejor la manipulación de energía oscura —insistió Hans y lo tomó de un brazo, alejándolo de Jara—. Me llegó el rumor que el examen de Verdugo lo harán manipulando la energía oscura. Si entrenamos juntos, podremos pasar el examen, ¿no quieres entrar a la Élite Internacional? —Volteó a ver a Jara—. Estarás al mismo nivel que Jara. No, de hecho, la vas a superar porque lo harás antes de graduarte.

Adem desplegó una sonrisa ladina.

—Sí que eres bueno convenciendo a la gente —soltó y le dio un pequeño golpe al hombro derecho de Hans—. Bien, vamos a practicar juntos.

Jara tragó saliva y sintió la preocupación subirle hasta el pecho. Hans estaba manipulando a Adem y así en poco tiempo iba a sacarle la información sobre la unión.

—Hans, ¿y qué haces por aquí? —intervino Jara.

Ahora la atención del hombre se centró en ella.

—Sabes que vivo cerca del museo, no tenía nada que hacer, así que vine a empaparme de un poco de historia —respondió.

—O sea que viniste a holgazanear —comentó Adem.

—Soy miembro del museo, acabo de darle un recorrido a un grupo de turistas —aclaró Hans, ahora sin su sonrisa falsa.

—Bueno, nosotros nos tenemos que ir —informó Jara y le ofreció a Hans su mano derecha, él la aceptó complacido y se dieron un apretón de manos a modo de despedida.

Adem también procedió a despedirse de mano y con mucha rapidez eligieron el día en que estudiarían juntos, algo que hizo a Jara maldecir por lo bajo: Hans había sido sagaz.

Cuando la pareja se iba, Hans les gritó con picardía y ellos voltearon a verlo, el hombre señaló con una mano el anillo en Adem y la pulsera en Jara.

—¡Tortolitos! —soltó y dejó salir una risita traviesa.

Adem llevó una mano a su nuca, por primera vez se mostraba avergonzado.

Hans vio a la pareja alejarse rumbo a la salida del museo. Adem por un momento llevó la mano izquierda a la cintura de Jara, pero ésta la apartó con rapidez y vislumbró que la joven lo regañaba.

Hans borró su sonrisa rápidamente: Jara guardaba un secreto que lo involucraba, jamás se había sentido tan traicionado. Pero iba a descubrirlo, costara lo que costara.

Jara caminaba a toda prisa a las afueras del museo y Adem, aunque la sobrepasaba en altura, debía esforzarse para seguirle el paso. Sabía que la había hecho enojar. Tragó saliva y las mejillas se le hincharon de rubor. Pero sabía que iba a ser lo correcto, el equivocado no era él, sino ella que le estaba ocultando cosas a su amigo de la infancia. Además, nadaba contra corriente, ¡Hans era un Vigilante Oscuro, por todas las dimensiones, era cuestión de tiempo para que descubriera todo!




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