—Hay que hacerlo —dijo Álex después de un silencio tenso, incómodo y abrumador—. Uno de nosotros tendrá que vincularse con el espejo. Si eso es lo que se necesita para sellar el portal, entonces no podemos dudar.
—Pero… ¡no podemos pedirle a nadie que lo haga! ¿Qué pasa si no funciona? Podríamos perder a esa persona para siempre —Emma lo miró con los ojos vidriosos por las lágrimas aún no derramadas.
Jake se pasó una mano por el cabello, claramente angustiado por la situación.
—No hay una buena opción aquí. No obstante, creo que todos sabemos lo que está en juego. Tenemos que decidir quién lo hará y debemos hacerlo juntos —propuso el hacker con la voz temblorosa.
—Lo haré yo —dijo con firmeza Luna—. Si esto va a funcionar, alguien tiene que dar el primer paso. He sido la que ha llevado la investigación más a fondo hasta ahora y sé que puedo hacerlo.
Sus amigos la miraron con asombro, sabiendo que Luna había sido siempre la más valiente del grupo, aún así, esta decisión era un sacrificio mayor de lo que jamás hubieran imaginado.
—Luna, no tienes que hacer esto —le dijo Álex con la voz llena de preocupación—. Podemos encontrar otra manera. No tiene que ser así.
—Lo haré —respondió la joven con determinación—. Si esto cierra el portal y nos protege a todos, entonces vale la pena. Solo… aseguraros de que todo lo demás esté en su lugar, y haced lo que sea necesario para sellarlo una vez que yo esté conectada.
Emma empezó a llorar sin reservas, pero asintió, incapaz de articular una respuesta coherente. Jake se le sumó mientras la abrazaba, aunque su rostro estaba pálido por la tensión.
—Te prometemos que haremos lo que sea necesario, Luna. No vamos a dejar que tu sacrificio sea en vano —le aseguró el hacker intentando mantener las lágrimas a raya.
Con la decisión tomada, el grupo se preparó para el ritual. Siguieron las instrucciones del libro de Hawthorne lo mejor que pudieron, dibujando los símbolos en el suelo, alrededor del espejo, y disponiendo los objetos necesarios. Luna se colocó frente al espejo, sintiendo su energía pulsante como una carga sobre sus hombros.
Álex, Emma y Jake se posicionaron alrededor de ella, recitando las palabras del contra-ritual con voz temblorosa, pero decidida. A medida que las palabras antiguas resonaban en la cueva, el aire comenzó a vibrar con una intensidad creciente, como si el mismo espacio se estuviera rasgando.
Luna cerró los ojos, respirando profundamente mientras se preparaba para el momento final. Cuando llegó el momento, levantó la mano y tocó la superficie del espejo. La sensación fue inmediata y abrumadora. No era solo frío, era como si su esencia misma estuviera siendo absorbida por el espejo.
Sus amigos vieron cómo la luz en la cueva cambiaba para volverse más intensa alrededor del objeto, como si se estuviera cargando con la energía de Luna. El espejo comenzó a temblar y su superficie se onduló como agua en movimiento.
—¡No dejéis de recitar! —gritó Luna con la voz llena de dolor.
Los tres amigos continuaron con sus voces al unísono mientras veían cómo su amiga parecía desvanecerse lentamente. Su cuerpo se disolvía en la luz del espejo. La energía en la cueva alcanzó su pico más alto y, de repente, con un destello cegador, el espejo explotó en una lluvia de fragmentos de cristal que llenó la cámara.
El silencio que siguió fue total. La cueva, que momentos antes había estado llena de una energía casi insoportable, ahora estaba completamente tranquila. Solo el sonido de sus propias respiraciones llenaba el aire.
Álex se arrodilló en el suelo con las manos temblorosas mientras recogía los fragmentos de cristal esparcidos a su alrededor. Luna ya no estaba. Se había ido. Se había sacrificado para sellar el portal y detener lo que sea que hubiera estado al otro lado.
Emma y Jake cayeron de rodillas junto a él con las lágrimas resbalando por sus mejillas. Habían salvado al mundo de una amenaza que apenas comprendían, pero la pérdida de su amiga pesaba sobre ellos como una sombra que nunca desaparecería.
Después de lo que pareció una eternidad, Álex habló con la voz ronca:
—Lo logramos… pero a qué precio.
La cueva, ahora sin el peligro latente del espejo, era solo una caverna vacía. Habían sobrevivido, pero el precio que habían pagado era demasiado alto. Saldrían de allí con sus vidas, aunque sus corazones estarían marcados para siempre por el sacrificio de Luna, la amiga que había dado todo para protegerlos a ellos y al mundo entero.