¿Él era el indicado?

Un cambio drástico

Era muy pronto, lo sé. Pero apenas y le conté a las amigas más cercanas y familiares, no dudaron en ir ayudándome a preparar lo necesario para la boda, estaba más que ilusionada con que llegara la fecha.

Cuando salí de la casa de mamá, me subí al auto de Andrés <<<el cuál vino por mí>>>, no se veía de un buen humor, ¿pasó algo?, pregunté. No hubo respuesta.

. —No pasa nada —Cortante...

—-¿Seguro? —Asintió. No volví a abrir la boca durante el trayecto, era mejor no agobiarlo con tantas preguntas. Pero esto se estaba volviendo más incómodo, al menos para mí sí

Estábamos a unas cuadras de casa antes de que se estacionara en una esquina, esto era más confuso de lo que parecía.

—-Dijiste que estabas haciendo los preparativos para la boda junto a tus amigas, ¿verdad?

—Sí.

—Por qué.

—Por qué, qué.

—Porque intentas apresurar las cosas rápidas.

—Solo eran algunas sugerencias que me dieron.

—No me gusta.

Hubo un pequeño silencio, que le pasaba ¿le molestaba?, porque...Andrés nunca había mostrado algún comportamiento así.

—¿Te molestó?

—Mucho.

Mucho

—Creo que los dos deberíamos verlo, no solo tú o tus amigas.

—Pensé que no te importaría mucho...

—Pues si que me importa.

Vale...

—Mi madre también ayudó...

—Ese también es un problema.

—De qué hablas Andrés.

—Quiero casarme contigo, no con tu familia.

—Creo que al proponerme matrimonio, está claro el hecho de que también te vinculas, en cierto grado a mi entorno., especialmente mi familia. No significa que tengas que aceptar todo, pero, siempre nos veremos en cenas familiares, reuniones o eventos. Otro Silencio, genial. Estaba apunto de salir del auto hasta que tomó mi brazo trayendo a él. —Lo sé, solo...es complicado, quiero que sea algo íntimo entre nosotros, ¿si?, yo también estoy emocionado, no quiero que hagas todo tú sola —Me dedicó esa sonrisa

—Vale, tienes razón, lo siento. — Tenía que aceptar mi parte de la culpa, debería también haberlo incluído a él. Me dio un beso en el cachete antes de volver a mirarme con esos tan hermosos que moriría por ellos.

—Guapa.

Al llegar a casa no dudó en cocinarme algo deliciosos, cookies de coco, eran mis favoritos.

...

Desperté con los ojos cansados, Andrés había decidido invitar ayer a su familia donde se armó una pequeña fiesta entre todos mientras anunciamos nuestro matrimonio y festejaban mucho más, en lo personal preferí irme a descansar temprano. Andrés aún dormía a mi lado como un Ángel cansado, sonreí como una boba de verlo así. Le di un beso en la frente.

Salí de la cama para preparar el desayuno, la casa era un completo desorden, vasos por un lado y botellas por el otro. Lo que me faltaba...

Primero preparé el desayuno para luego encargarme del desorden. Ya había pasado esto anteriormente, le comenté a Andrés que la próxima vez que vinieran tuvieran cuidado he intenten no desordenar mucho. Parece que le importó muy poco. Estábamos de vacaciones como los últimos cinco años consecutivos, y en cada año siempre venía su familia al menos una vez a vernos.

Andrés, bueno... era complicado, había cosas en las que él estaba a favor mientras que yo en contra.

Escuché pasos venir de la habitación y en efecto era él con el cabello completamente desordenado, al verme.

Pensé que sonreía no obstante mira a la sala y devolvió su vista a la mía con asco.

—Qué pasa

—¿Qué pasa?, ¿enserio Lía?. Por Dios, esto es todo menos un departamento limpio

—Andrés yo...

—No, nada. Lo mínimo que puedes hacer es limpiar, ya que ayer te pasaste de sobrada con mi familia.

—Sabes que no fue así, simplemente...

—Ni una palabra.

—No sé qué ocurre contigo estos días.

Parecía contener la irá que tenía, respiraba una pesadez —Encuentro mi departamento un desorden y quieres que esté feliz, ¿es enserio? — Que le pasaba... —No, pero tú los invitaste y podrías al menos ayudarme, ¿por favor?—Otra vez ese suspiro, se puso a ordenar la sala de una forma enojada, lo hacía por hacer. —Podrías tener más cuidado al hacerlo, no necesitas ser brusco Andrés. Votó el cojín que tenía al suelo con una furia...

—Ahora me vas a dar ¿órdenes?—Agarró dos botellas vacías del suelo con fuerza y caminó hacia la cocina, murmuró cosas que no alcancé a entender del todo, pero que no sonaban amables.

—Estoy tratando de hablar contigo —insistí, siguiéndolo—. ¿Podemos tener una conversación razonable ¿por favor?, sin que termines gritándome. No sé qué pasa últimamente contigo, todo te molesta o te incómoda.

—¿Y ahora soy yo el que grita? —se dio vuelta bruscamente así que por instinto retrocedí—. Por Dios, Lía, no dramatices una cosa con la otra. ¿Quieres que te aplauda porque preparaste el desayuno mientras todo está hecho un desastre? —Comenzó a aplaudir bruscamente —Listo, ¿contenta?. Me quedé en silencio. Me dolía más su forma de actuar conmigo que las palabras en sí. No era la primera vez que se comportaba así, pero cada vez se le notaba menos dispuesto a disimularlo.

—No quiero aplausos —respondí aunque no pude disimular el nudo que se formaba en mi garganta—. Solo un poco de consideración. A veces siento que... ni siquiera te importa cómo me siento.

No debo de llorar por algo en el cuál no tengo la culpa, nunca he sido de dejarme tratar así ni con mi familia, pero sentía que yo con él no podía ni siquiera mirarlo si se enojaba. Andrés se quedó quieto unos segundos. Luego pasó las manos por su cara frustrado y caminó hacia la mesa como si nada. Se sirvió el jugo que le había dejado y se sentó. —Lo que pasa es que tú te tomas todo a pecho —dijo mientras bebía—. Siempre lo mismo, Lía. Todo es un drama contigo, TODO, no me dejas en paz un segundo piensas que todo gira a tu alrededor cuando no es así.

—¿Y tú no? —le pregunté sin alzar la voz, pero con firmeza sin dejarme vencer por las lágrimas—. ¿Tú crees que es normal que me hables así, que te comportes como si yo fuera tu enemiga? Soy tu prometida, se supone que soy la mujer a la que amas en este mundo, pero ahora solo soy como una desconocida, volteó los ojos sin decir mucho —Entonces quizás no deberías haber aceptado casarte conmigo. Su expresión fue totalmente, como frunció el ceño y apretaba los puños Era mejor decir que no te gusta como soy.




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