El Error del Millonario.

Capítulo 4: Efímero.

Y vas a sentir el sufrimiento incesante de querer remediar tus errores, justo cuando es demasiado tarde.

NEIL KESSLER

Es increíble la cantidad de dinero que he recibido a raíz de este proyecto, realmente ha sido con el que más rápido he crecido y las mujeres están agradecidas con una idea que no es mía, —como todas las elaboraciones—

A medida que los días transcurren, observo desde mi hogar cómo los números aumentan, sin embargo, la Meier no se ha movido del segundo puesto. ¡Es exasperante!, pero sé que ella no actuará en mi contra como cada una de las personas a quienes he arruinado sus planes. 

 

«Nadie se percatará de lo que le hice a ella, ya que aún era un asunto privado en su empresa. Esta vez arriesgué bastante al tomar una mujer que casi igualaba mi nivel en números y ventas.

 

El golpe en mi puerta me devuelve a la realidad, sacándome de mis pensamientos millonarios y también de mis casillas, ¿a quién se le ocurre tocar un domingo por la mañana?, seguramente es mi hermana o mi madre. 

—Nara, ¿por qué tienes que ser tan irri…? —Me quedo atónito al ver de quien se trata. 

¿Qué hace aquí?, ¿Qué busca en la puerta de mi casa?

—¡Hola, Neil!, ¿qué tal estás?, ¿te hicieron bien las mascarillas que te coloqué?, asumo que sí, porque te vi en esa campaña de tu nuevo producto, cuídate bien del sol—veo esa sonrisa sarcástica. 

 

«Rayos… ¿ahora qué hago?»

 

—Yo… H-hola, Karin Meier—sigue mirándome de esa forma.

—O más bien debería preguntar por esas que andas promocionando con mucho esmero. Antes, por favor, dime si le tienes miedo a los espacios pequeños, espero que no. Cariño.

Ese gesto decidido mientras acaricia su vientre, me estremece. 

¿Acaso le tengo miedo a una mujer embarazada?, sí, en efecto, eso es.

—Sí, quizá—no comprendo por qué me he quedado sin habla—, ¿cómo sabías mi dirección?, ¿por qué me haces este tipo de preguntas? —En este momento sé que he perdido el color, me siento asustado. 

—Oh, corazón, cuanto lo lamento; sin embargo, lo que tengo para decirte ahora es que tu pesadilla apenas comienza. ¿creíste que me verías la cara de tonta a mí?, fallaste.

Un oficial sale de los laterales de mi mansión y en ese momento supe que estaba acabado.

 

«Esta mujer resultó ser excesivamente astuta. Tranquilo, Neil, no te perturbes, ella no puede vencerme por más que lo alegue».

 

—Neil Kessler, queda usted detenido por diversas infracciones, pero la principal es el robo y el plagio. Tiene derecho a permanecer en silencio o todo lo que diga será usado en su contra.

Me ponen las esposas y cierro los ojos, mientras una película de recuerdos pasa por mi memoria, con las caras de cada una de mis víctimas ante el plagio que he cometido a lo largo de este tiempo. 

—Deseo que no llores, Neil, porque si consideras que voy a perder, estás muy equivocado —susurra esta mujer y ruedo mis ojos inquieto.

 

«No tengo valor para llamar a mi madre y decirle que su hijo ha sido encarcelado».

 

Al salir, un tumulto de gente se aproxima a ver lo que está ocurriendo. Por lo visto, mi madre se va a enterar por las noticias antes de que pueda abrir la boca. 

Los seguidores comienzan a especular entre ellos mismos y a tomar fotografías, «que humillante me resulta esto, rayos».

Subo al vehículo de los oficiales, obviamente con Karin a mi lado y un oficial del otro, los sentimientos que experimento en este momento son aterradores, o bueno… ¿acaso tengo eso?, tomando en cuenta mis acciones, todos entienden que no y es verdad, las emociones solo te desconcentran del éxito. 

Me he prohibido sentir cualquier cosa por nadie más que por mi familia más cercana, como mi madre y mi hermana, y también por Theo, que quiere robarme a Nara. Tengo pendiente lo que le haga a ese tonto. No tengo a nadie más cercano. 

Y quien sabe, si de los problemas también pueda sacar algún tipo de provecho. 

Observo detenidamente a Karin. Si la observamos de perfil, es una mujer bastante hermosa; sin embargo, aquel día en que me hice la limpieza, estaba enfocado en tomar lo suyo, y no presté atención a sus facciones. 

Se ve adorable tomando un sorbo de café y una rebanada de pan suave, me recuerda a que ni me dejaron terminar el desayuno. 

—Oficial, ¿puedo hacer una pregunta? —aquel señor me mira con curiosidad.

—Cuidado con lo que dice, señor oficial, es capaz de copiar todo lo que pregunta. —Desganado lanzo un suspiro al escuchar las confesiones de aquella mujer. 

—Dígame, señor Kessler. 

—¿Tengo derecho a un cafecito? —hago puchero—, no terminé mi desayuno, además, Karin está comiendo a mi lado y me resulta apetitoso. 

Ella ríe y sigue comiendo. 

—Yo doy ese tipo de orden y digo que no—expresa ella tajante—. ¿Conoces a las personas que dejaste sin su sustento al robarles sus ideas? No, no lo sabes porque vives en tu mansión de oro construida con el trabajo de los demás. Además, si se te antoja mi desayuno, no es mi problema, tengo dos bebés a los cuales le ando haciendo sus órganos, es lo menos que puedo hacer. 



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En el texto hay: romance, millonario, embarazo

Editado: 16.03.2023

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