El error más bonito

Capítulo 10 — Lo que el cuerpo ya sabía

La noche llegó con ese silencio que pesa.
De esos que no se llenan con televisión, ni con música, ni con las luces encendidas.
Aelina estaba en su habitación, sola, descalza, sentada al borde de la cama con el corazón inquieto. No por lo que pasó.
Sino por lo que seguía sintiendo.

Su celular vibró.
Un mensaje.

> Él: “¿Estás despierta?”

No lo pensó. No lo evitó. No quiso.

> Aelina: “Sí.”

> Él: “¿Puedo pasar?”

Tres palabras que la hicieron contener el aliento.

No respondió con texto.
Solo se levantó, fue hasta la puerta… y la abrió.

Él estaba ahí. Con esa calma falsa, con esos ojos que quemaban más que el sol de Ravendale.

No dijeron nada al principio.
Solo se miraron.

Y después, él dio dos pasos al frente, entró… y cerró la puerta.

—¿De verdad querías que viniera? —preguntó él, con voz baja.

Aelina lo miró directo.

—Si te hubiera dicho que no… igual lo habrías sentido.

Él sonrió de lado.

—Sí. Porque el cuerpo habla primero.

Entonces, sin más permiso, la acercó con una sola mano en la cintura. La besó.
Pero esta vez, no hubo contención.
No hubo miedo.

Hubo deseo.

Uno que se había guardado tantos años que ahora salía como fuego sin control.
Beso tras beso. Roce tras roce. Las manos recorriendo el camino que antes solo imaginaron.

Aelina no pensaba. Sentía.
Y lo sentía a él. En cada parte de su piel. En cada exhalación.
Él no fue brusco, pero tampoco dudó.

La tomó como si supiera exactamente dónde tocar.
Y ella se entregó como si siempre hubiera estado esperándolo.

El roce de sus cuerpos fue más íntimo que cualquier palabra.
La ropa cayó como cae la vergüenza cuando el deseo manda.

Y cuando se encontraron por completo —cuerpo contra cuerpo, alma contra alma—, no hubo culpa.
Solo una certeza:
Que aquello no era un error.
Era algo pendiente.

Y si el mundo los juzgaba…
Que lo hiciera después.

Porque en ese cuarto, bajo esa luz tenue y con los recuerdos de tantas noches ignoradas, Aelina supo lo que nunca había querido admitir.

Lo había deseado.
Lo había imaginado.
Y ahora… no podía negarlo más.




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