El error perfecto

Capítulo 8

Pov. Branon

El casco todavía me pesa en la cabeza aunque ya no lo llevo puesto. Estoy sentado en uno de los bancos del vestidor, con el torso cubierto de sudor y el cuerpo rendido tras una práctica intensa. Me duele cada músculo, pero es ese tipo de dolor que me hace sentir vivo. El tipo de dolor que sé que sirve para algo. Me saco la camiseta, paso la toalla por el cuello y me dejo caer hacia atrás, apoyando la espalda contra la pared fría de concreto mientras exhalo despacio.

Mi celular vibra sobre el banco y lo tomo sin pensar. Notificaciones de Instagram. Historias vistas, algunos mensajes de los chicos del equipo, un par de reacciones de fans al video de la atajada que subió el entrenador. Abro la historia. Me veo bien. Concentrado. Rápido. Fuerte. Cierro los ojos un momento, intentando que la satisfacción de ese pensamiento me dure más de cinco segundos.

Pero no lo logra. Porque apenas deslizo el dedo y me salgo de las notificaciones, el algoritmo me lanza en la cara una nueva publicación.

Teal.

Mi pecho se aprieta de una forma que detesto y deseo al mismo tiempo.

La imagen no es cualquier cosa. Es un video corto, de esos que repiten en bucle, de ella en el gimnasio. Está corriendo en la caminadora con ese enfoque implacable que solo ella tiene. Su cabello oscuro está atado en una coleta alta que se balancea con cada zancada. Su piel brilla por el sudor, resbalando por su cuello, por el hueco entre sus clavículas, por el contorno marcado de sus abdominales. Y sí, claro, es evidente. Sus piernas fuertes, su cintura estrecha, su cuerpo entero parece esculpido a base de rabia y disciplina.

Trago saliva. Deslizo hacia abajo, hacia los comentarios, como un idiota que quiere lastimarse más.

"¿Este cuerpo es real o un glitch del sistema?"

"Reina del infierno y del gimnasio también."

"Dios, si te cruzo entrenando, me enamoro. ¿Aceptás entrenar con un novato?"

"¿Por qué ella puede tener ese cuerpo? ¿Y esa cara?"

"La combinación de oscuridad y fuerza más perfecta que vi."

"¿Cómo haces para correr así y seguir viéndote increíble? Pareces una diosa enojada."

Y no faltan los emojis de fuego, los ojos de corazón, los comentarios de mujeres elogiando su figura como si fuera una obra de arte que se puede tocar, admirar, desear.

Respiro hondo. Mis nudillos crujen al apretar el celular.

No debería molestarme. No tengo derecho, ¿no?

No es mi novia. No es mía.

Y sin embargo...

Cierro los ojos por un segundo, pero la imagen se queda ahí, quemada en mi retina. La forma en que sus labios están entreabiertos mientras corre, su respiración agitada, la expresión determinada en su rostro. Esa mezcla de furia contenida y control absoluto que parece envolverla incluso cuando no está peleando. El contraste de su piel sudada contra el top negro ajustado, su figura en movimiento... y todo lo que representa.

Teal no necesita que nadie la defienda. Ni necesita validación. Pero ver a todos esos idiotas babeando por ella me enciende algo por dentro. Una chispa primitiva, territorial, que me hace querer levantarme, encontrar a cada uno y arrancarles el teléfono.

Sé que está bien que la admiren. Que le digan lo increíble que se ve. Porque lo está. Porque lo es.

Pero yo la vi con los nudillos rotos.

La vi con el ojo morado, con la rabia temblándole en la mandíbula.

La escuché respirar agitada mientras intentaba no llorar.

Vi cómo se le apretaba el pecho cuando pensaba en su papá.

Yo la vi.

No la imagen perfecta de Instagram. Vi su oscuridad, su caos, su lucha interna. Vi la parte que los demás ignoran mientras escriben comentarios vacíos esperando que ella los vea. Vi la verdadera versión de Teal. Y aún así... sigo aquí.

Sigo queriendo acercarme. Sigo esperándola, aunque no me haya prometido nada.

Me rasco la nuca, incómodo, y salgo de la app antes de romper algo. Me recuesto sobre la banca, dejando el teléfono a un costado, y respiro hondo.

No quiero escribirle. No todavía. No quiero sonar como otro tipo más que cayó por una foto.

Y sin embargo, mis dedos se mueven solos. Abro el chat privado que tengo con ella. Releo los últimos mensajes. La conversación de hace dos días. Su risa escrita. Sus respuestas cortas, pero llenas de algo que solo nosotros entendemos.

Escribo algo y lo borro.

Otra vez.

Hasta que finalmente dejo el teléfono boca abajo y me tapo el rostro con la toalla, gruñendo contra mis propias inseguridades.

Tal vez solo necesito verla. Hablar con ella. Saber que detrás de ese video, detrás de la perfección de su cuerpo corriendo, todavía está esa chica que me dejó besarle la mejilla con suavidad. Que se quedó callada cuando toqué su rostro con cuidado. Que tembló apenas al sentir mis dedos rozando su piel morada.

Esa chica que me calma sin saberlo.

Esa Teal que no es de nadie, pero que yo querría cuidar igual.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.