Él es el amor

Capítulo 13

-Me gusto tu amiga, solo no la entendí nada - desayunando le dice mamá.

-A mí también - contesta, sonriendo con cariño. - Te halago el hotel, dijo que le encanta todo lo que hiciste con el.

-Ay, qué niña más linda - encantada, dice Sandra.

-¿De quién hablan? - pregunta Reynaldo, quien hasta ese momento las escuchaba.

-De una amiga de Klarrisa que conocí ayer en el spa. ¿Por cierto como se llama?

-Ingrid - contesta tranquila.

Al escuchar ese nombre, Reynaldo se paraliza mientras por un momento Sandra queda ausente. Óscar, en cambio, ríe sabiendo la verdad.

-¿Hasta cuando se queda? Podrías invitarla... - preguntó Sandra.

-Sí, podrías invitarla a mí también me interesa conocerla - con una sonrisa traviesa provoca Óscar.

Después de propinarle un golpe a Óscar con los dientes apretados, contesta a mamá:

-No lo sé, no le pregunte.

-Bueno, si quieres a mí me dará gusto tenerla de invitada, nada más espero que habla inglés, si no no sé cómo nos comunicaremos - comenta.

-¿Cómo y qué idioma hablaba? - pregunta Óscar con una sonrisa que consigue su propósito de provocarla.

Consiente que Óscar la comenzó meter en problemas, Klarrisa se levanta de la mesa.

-Me tengo que ir. Me espera trabajo - dice cerca de la cara de Óscar para devolverle que la quiso embarrar, sabiendo el deseo de papá que y él comienza venir a trabajar. -, que no terminé ayer por tomarme medio día libre.


 

-Ahora le vino la idea de invitarte a casa.

-No - dice Ingrid, negando con la cabeza -, de esa no nos salvaríamos. Sé lo básico, no existe manera de que logre mantener una conversación...

-Ni lo necesitarías hacer porque ella no te entendió nada, debería estar en inglés.

-¿Y como pretendes eso? No puedo fingir un acento. Dile que me fui o algo.

-Esperamos que no te vea en la calle.

Soltando una risa, Ingrid le dice:

-Muy difícil, nosotras no nos movemos en mismos círculos. Te dije que te arriesgas y ahora mira.

-No me reproches que tuve buenas intenciones.

-Cuidado solamente que no se te vuelvan con un golpe en la cabeza.

La conversación muere al escuchar la cerradura abrirse. En la puerta aparece la madre de Ingrid, Eva, por lo que emocionada Klarrisa exclama:

-¡Mamá Eva! - sonriendo feliz va hacia ella.

Sin darle tiempo de relacionar, Klarrisa la abraza.

-Hola, Klarrisa, qué grande - la saluda Eva cuando se alejaron un poco, acariciándola por el pelo.

-Espero que no te molesta que estoy aquí - dice Klarrisa teniendo todavía las manos unidas a las de ella.

-Como puedes decir eso, mi niña.

Mirando hacia Ingrid, Eva revela:

-Yo solo esperaba que esta me lo confesara.

Ingrid baja la cabeza, por lo que Klarrisa pregunta:

-¿Cómo entonces sabías? - en su voz se entrelazan curiosidad y sorpresa.

-Sus peluches, locitas - con cariño le responde. - Me los recuerdo muy bien e Ingrid lo puso en el mismo lugar donde estaba el otro hasta entonces.

-No sabía cómo hacerlo, tuve algo de miedo de que dirás que no, teniendo en cuenta como sufrí - se confiesa Ingrid.

-Vamos a sentarnos - dice mamá Eva -, ¿Cómo estás? ¿Cómo has estado? 

-Bien, ahora cuando estoy con ustedes mejor, las extrañe - responde.


 

-Hola, mi abejita trabajadora - dice la voz de Óscar.

Por lo que levanta la cabeza de lo que estaba haciendo para mirarlo y rueda los ojos.

-¿Qué quieres, meterme en más problemas? - lo acusa sin poder perdonarle lo de la mañana.

-Bueno, perdón. Debes admitir era divertidísimo - sonriendo le dice.

-Sí, muy, desconsiderado - a pesar de lo que dijo su tono de voz no lo confirman porque así no lo siente.

-Saque el scooter si quieres te llevo a casa - cambiando el tema, le propuso.

-Acepto, nada más me necesitas esperar para que termine esto.

-Te espero.

Apoyando en la mesa, Óscar juega con una bola pasándola de mano en mano, dándole la espalda. Una bola que le regaló Baldo dentro tiene esa agua, arena y una estrella.

Lo escucha suspirar de aburrimiento, por lo que le dice:

-Sí, quieres, puedes esperarme fuera - todavía metida en los papeles.

-Flavio está en una reunión, no tengo a donde - le explica.

-Dame unos minutos y nos podemos ir.

Lista para llevárselo a papá, el sonido de un mensaje en su celular la detiene. Mirándolo se encuentra con que es de Baldo:

  Voy a la tienda, ¿Quieres venir?

  Va.

-Um, puedes irte. Cambio de planes, Baldo me invitó a acompañarlo a hacer unas compras.

-¿Tú en un super? - con la sorpresa escrita en toda su cara pregunta Óscar.

-Si, ¿Qué tiene de malo? - no viendo la razón para su extrañeza, pregunta.

-Nada, es que no me lo imaginaba.

-¿Quién a ti te estaba haciendo las compras? - pregunta con las manos en jarras sobre el tiempo que pasó viviendo fuera.

-Estúpida pregunta, claro que yo. Por algo se llama libertad.

-¿Entonces?

-Pensé que has mantenido tu papel de princesa - confiesa Óscar.

-Ya ves que no - poco enojada por qué piensa tan poco de ella.

-Oye, no te enojes, es que mamá y papá... - lo ve luchar con palabras para explicarle.

-Sí, entiendo. Únicamente no lo vuelves a hacer, no vuelves a subestimar.

-Prometo, ¿Voy con ustedes? No tengo que hacer.

Sin decir nada Klarrisa se encamina al pasillo encogiéndose de hombros.


 

Baldo y Klarrisa caminan por el supermercado escogiendo las cosas que él necesita, siendo seguidos por Óscar.

-Toma una de esas - dice Baldo apuntando a la salsa de jitomate. 

Klarrisa así lo hace depositándolo en el carrito.

-Fruta tenemos, lo de desayuno...

-Tome - la interrumpe contestando Baldo.

-Nos falta la carne y...

-¿Puedes dejar de preocuparte por lo que tenemos que comprar? - con cariño la pregunta Baldo. - Tengo la lista en mi celular y la voy cruzando como lo tomamos.



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En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

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