Por la puerta del hotel entra el hombre de físico músculos, llevando una maleta. Su rostro es rectangular, labios finos, nariz ancha, pelo negro de estilo bouffant, barba clásica completa, bigotes a la herradura con la separación al centro, cejas espesas y los ojos gris verdoso cubiertas por las gafas de sol.
-Buenos días, tengo una reservación en nombre de Ian Albarán - dice, quitándose los gafas de sol.
-Uh m, enseguida - dijo la recepcionista, recibiendo los documentos. - Aquí tiene su suite - dijo, momentos después devolviéndole los documentos acompañados por la tarjeta que hace de llave.
-Gracias - dijo, alejándose hacia los elevadores.
-Señora Rodozo, me dijo que le avisara cuando llegara el señor Albarán - dijo por el teléfono la recepcionista.
La mano tocaba la pared mientras se movía impactada por el pasillo, oyendo los gritos de la oficina de su hermano.
La puerta se abre bruscamente e Ingrid sale apresuradamente hacia los elevadores.
-¡Ingrid! - dice Óscar, corriendo detrás de ella.
Ambos no la ven a causa de su discusión.
-Déjame y deja de hacerlo - la oyó decir antes de que la puerta del elevador se cerraran.
Todavía en shock, por lo que oyó, bajo en búsqueda de Baldo.
-Hola - dijo mientras se lanzó a abrazarlo sin importar que está todo sudado por estar en el sol, arreglando el parasol.
-Oye. ¿Qué pasa? - dijo, abrazándola consciente que busca consuelo.
-No... No sé cómo explicarlo - dijo con ojos cerrados. - Estoy tan confundida por lo que escuche y vi - dijo, alejando su torso para mirarlo.
-Está bien - dijo desconcertado. - Si quieres hablarlo, aquí me tienes.
-Lo sé, por eso estoy aquí.
Se sentó en la arena antes de contarle:
-Vi a Ingrid y a Óscar pelear en su oficina.
-¿Has entendido por fin que tienen?
-Algo que nunca me lo hubiera imaginado, supongo.
-¿Están junto, eso me quieres decir?
-¡No!... No sé. Lo que sea, ella lo rechaza. El suelo de la oficina está lleno de rosas, eso nos resuelve el misterio de quien las mandaba.
-¿Eres más tranquila? - la pregunta después de un tiempo que pasó descansando en sus brazos.
-Si - dijo con la sonrisa. - Tú eres mi paz - agrego acariciándole la mejilla con el dedo teniendo la mano en su nuca.
Esperaba el elevador devuelva a la oficina cuando escucho que la llaman:
-Klarrisa.
Se giró para mirar al hombre que estaba a su lado.
-Perdón, ¿Nos conocemos?
-Soy Ian. Ian Albarán, ¿No me digas que no me reconoces?
-¡Ay, Ian! - dijo sorprendida. -¿Qué haces aquí? - pregunto sonriéndole.
-Tu mamá me invito.
Escuchar eso le borro la sonrisa de agrado.
-Mi mamá.
-Sí. ¿No te lo dijo? A mí me dijo que me recuerdas mucho y me invito pasar una temporada.
Apretó los puños y los dientes mientras su mirada oscurecía por las mentiras de su madre.
-Perdóname Ian, debo volver al trabajo, hablaremos - dijo rápido, entrando en el elevador.
-Sí, claro - dijo, sonriendo todavía.
Se saludaron con la mano mientras la puerta se cerraba.
-¿Dónde vas? - la pregunto papá.
-Al cine con Ingrid - le respondió.
-Que se diviertan - la despidió papá con un medio abrazo y el beso.
-Gracias, nos vemos - dijo, sosteniéndole la mano mientras se alejaba.
Cuando llegó frente la casa Ingrid ya la estaba esperando.
-Hola - se saludaron con un abrazo, felices.
Para entonces seguir con la moto hacia el cine.
Con los promocionales en marcha y las palomitas entre ellas, esperaban que la película comenzará cuando de repente escucho a Ingrid decir:
-No puede sé.
-Era buena - salieron comentando la película.
-No era mala - comento sin mucho sentimiento.
-¿Por qué te detienes? - la pregunto, viendo que se detuvo en frente de cine.
-Mira y verás - dijo, mirando la entrada con las manos cruzadas.
Del cine salió Óscar, sorprendiéndola:
-¡Óscar! ¿Qué él hace aquí?
-No sé, pregúntalo.
-¡Óscar! - lo llamo enojada.
-Hola, chicas - saludo, sonriendo estúpidamente.
-¿Qué haces aquí?
-Te siguió, es obvio - comento Ingrid.
-¿De verdad lo has hecho? - lo pregunto.
-No, ¿por qué lo haría?
-Difícil adivinar - murmuró Ingrid al costado.
-Los escuché pelear esta mañana y quiero una explicación, ¿Qué pasa? - dijo, mirando a los dos.
-Aquí lo tienes - dijo Ingrid, apuntándolo.
-¿Por qué no lo haces tú?, como sea mi respuesta no te gustará - pregunto Óscar.
-Como decía la película te doy "La última oportunidad" para que lo termines.
-No tengo que terminar si no me permites que comienza nada.
-Exacto. Tus cortejos y tus rosas conmigo no funcionan. Eso es lo que pasa - le explicó, volviendo a mirarla.
Óscar suspiró, negando con la cabeza.
-Vamos las llevo a comer pizza - les dijo.
-¡De verdad, ¿a ti que te hicieron en la cabeza?! - gritó Ingrid.
-¿Qué? Así los hacíamos antes - la recordó sorprendido.
-No quiero ir contigo a ninguna parte - le respondió Ingrid.
-No me pareció así adentro - dijo con una enigmática sonrisa.
-No te atrevas - le dijo Ingrid, acercándose y levantando el dedo.
Cansada de escucharlos, los interrumpió diciendo:
-Ok, ya basta. ¿Soy pintada o qué? ¿Qué les pasa? Tengo hambre, ¿Puedes aceptar esa pizza?
-Solo por ti - contesta.
-Gracias. ¿Dónde vamos?
-A la de siempre, vi que sigue abierta - contesto Óscar.
-Vamos - aceptó Ingrid y comenzaron a caminar.