Él es el amor

Capitulo 30

-Te puedo pedir algo? - pregunto a la recepcionista. 

- Resérvame un masaje en pareja.

-Sí, claro. Enseguida - contesto la recepcionista.

-Gracias - agradeció con una inmensa sonrisa antes de que se fue.


 

-Por Klarrisa. Por Klarrisa - digo para mis adentro mientras una masajista trabaja en mi espalda.

Logra apretar cada músculo que está rígido en mí, causando un dolor bienvenido. Cuando con sus nudillos pasa por mis hombros quiero saltar. Tensión que se acumuló en ese músculo se va, poco a poco, con cada pase.

-Baldo - me llama Klarrisa con la voz de reprender. - Solo relájate y disfruta - me dice.

-Estamos cerca de terminar - informa una de las dos masajistas en el cuarto. - ¿Si quieren les puedo enseñar unos movimientos y que se los hagan entre ustedes, si están interesados?

-Sí - escucho la voz demasiado emocionada de Klarrisa.

Volteo la cabeza y la encuentro parada, sonriendo, cerca de mi "cama".


 

-Hola, cielo - saluda papá, llegando a nuestro encuentro.

-Hola.

-Buenos días, señor - Baldo, le devuelve el saludo.

-¿Cómo están? - nos pregunta. Sorprendidos los dos, nos miramos antes de contestar:

-Bien - en el mismo tiempo.

-Muy bien - dice, más contento que con esa sorpresa con la que solemos hablar. - Los quiero invitar a cenar. ¿Un día cuando estás en la mañana supongo que te vendrá más bien?, para qué puedes descansar - dice a Baldo.

Los dos estamos sin palabras, por lo que el continuo.

-Creo que es tiempo de que nos sentamos los cinco.

Ahí si recuperamos la voz:

-No...

Comenzó decir Baldo cuando lo interrumpo:

-Mamá nunca lo aceptará.

-¡Ay, no! - exclamo papá, riéndose por poco. - No prense en Sandra. Me refería a mis hijos y sus parejas, quiero convivir con ustedes -explico mirándola.

-¿De dónde ese cambio repentino?

-Los quiero ver felices y prefiero aceptar sus decisiones y verlos llorar que no verlo más. Porque estoy consciente de que los voy a perder de otra manera y para siempre.

-¡Wow! - dijo en shock.

-¿Entonces qué dicen? - los pregunta.

-Sí, está bien - acepto, todavía desconcertado Baldo.

-Muy bien - dijo feliz. - Ustedes, los chicos se pongan de acuerdo y yo voy.

Se dio la vuelta para irse.

-¡A! - exclamo, volviendo a ellos. - Y comeremos en un lugar neutral. Para que no llegue hacia tu mamá - dijo, inclinado hacia ella en manera conspirarte.

Ellos se quedaron congelados, mirándolo irse.


 


 



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En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

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