Él es el amor

Capítulo 31

Es visible lo incómodos que se sienten todos al estar sentados en la mesa con Reynaldo Rodozo.

-Me gustaría volver debajo de la mesa - murmuró, pegándose a él.

Óscar se rio y después dijo:

-A mí no.

-¿Qué paso? - pregunto Klarrisa, curiosa.

-Mamá me visito en la oficina y tuvimos que esconderla - respondió Óscar, poniendo la mano en la espalda de Ingrid.

-¿Hasta cuando la piensas esconder? - prosiguió a preguntar. - Porque juzgando la piedra que lleva, no será por mucho tiempo.

Ingrid volteó a ver sorprendida a Óscar que la miraba de la misma manera.

-¿Cómo lo supiste? - pregunto Ingrid, aturdida. - Por mí que sea toda la vida - comento después, volviendo de su estado.

-Tú no llevas joyas, menos tan grandes y glamurosos - respondió.

-Señor - lo llamo con la cabeza bajada y temblando poco de lo nervioso. - Quiero demostrarle que estoy dispuesto a hacer todo lo posible para ser digno de su hija y que nos permitan estar juntos. En el otoño entro en el programa de educación para superarme y poder hacerme cargo de ella de la manera de la que ustedes quieren - prosiguió, mirándolo.

-¡Dios! ¿Por qué no invite a Eva? - murmuró Reynaldo, pasándose la mano por la cara y el pelo con una fuerte exhalación, sorprendiéndolos a todos.

Cuando levanto la mirada los encontró mirándolo con las preguntas no dichas. Por lo que prosiguió explicarles:

-Lo digo por esta situación, una mujer sensata nos llegaría bien. Y ya cuando mi esposa no lo es, Eva sabría cómo quitarnos esta incomodidad que hay aquí.

Como nadie dijo nada, volvió hablar él:

-Ella es la de ilusión que podemos acercarnos. Recuperar la relación que nunca tuvimos, una estrecha - le decía a sus hijos.

Es obvio que las palabras de su padre a ambos los dejo sin habla.

Aclarando la afectada voz, Ingrid hablo:

-Mamá, siempre con sus esperanzas.

-Es mejor que estar siempre sumido en una negatividad - dijo Reynaldo. - Eso las salvo y a usted... - agrego.

-Sí - admitió Ingrid, bajito, bajando la cabeza avergonzada.

-Baldo, hijo - lo escucho nombrarlo. - Me da gusto escuchar de que vas a luchar por un futuro mejor y me enorgullece saber que mi hija es el motivo. Yo voy a apoyarlos a los cuatro y eso no tiene nada que ver con tu decisión, sino con mi deseo de ser parte de la vida de mis hijos...

-Gracias, señor - dijo aturdido.

-Ahora, ¿Qué es eso del anillo? - pregunto señor, volteando a ver a Ingrid y a Óscar.

Sonriendo, la pareja se miraba, antes de que juntos voltearon a ver al papá de él, continuado sonriendo, anunciaron su compromiso.

Al verla regresar feliz a la casa después de que la dejaron todo el día sola y con las malas noticias, dijo furiosa:

-Vaya, qué feliz.

-Sí, lo estoy. ¿Tienes algo en contra, mamá?

-Si la razón de tu felicidad es ese don nadie, por supuesto.

-¿Por qué simplemente no te acostumbras y me dejas en paz?

-Nunca, ¿Me oyes? - la pregunto, golpeándole la cien con el dedo.

-¿Por qué? Dame una valiosa razón - le exigió.

-Yo ya te las di, pero tú como si no oyes.

-Decir que él no vale la pena por no tener la chequera es muy bajo.

-No me insultes, chiquita.

-¿Y no es así? Porque si hubiera millones en su cuenta en lugar del dinero que recibe del hotel todos los meses, no estarías hablando.

Miraba como su madre bajaba la cabeza sin hablar, por lo que se atrevió a decir entre una amarga carcajada:

-Ves.

Eso la devolvió y le dijo:

-Pero no lo es. Él nunca se podrá igualar con nosotros.

-¿Y qué es eso que nosotros tenemos y él y los demás como él no? - la pregunto, interesada en saber cómo piensa.

-Clase, educación, buenos modales... ¿Escoge?

-Eso no nos hace personas de bien. Y sin todas esas cosas se puede vivir - respondió afectada al saber cómo piensa su madre.

-Puede ser. Solo que a mí no me interesa hacerlo. Yo prefiero clase, estatus y abolengo.

-Que superficial eres - le dijo, negando con la cabeza, decepcionada.

-Tú también deberías serlo.

-No me interesa serlo, por eso no te metas más en mis decisiones.

-Los voy a hacer hasta que viva y más si están tan estúpidas.

-Para ti puede que el amor es estúpido, para mí no.

-¡Ninguno hijo mío va a cometer tal estupidez y unir su vida a las personas que no pertenecen a nosotros!

-¿Y qué no somos nosotros? ¿Seres humanos, personas de carne y hueso?

-No somos unos mediocres que deben trabajar de sol a sol por un pedazo de pan.

-¡Wow! - dijo, sorprendida. 

Después de pensarlo un rato, pregunto:

-¿Y qué hace papá? ¿No sale él de la casa en la mañana después de desayunar y vuelve a la noche, a veces y después de la cena?

-¡No me contradigas, muchachita! - la advirtió. - No, no es igual.

-Yo nada más digo lo que estaba viendo durante años. ¿Si de verdad piensas de esa manera tan cruel? Prefiero no ser tu hija.

Sus palabras las dejaron a las dos calladas. Por lo que al ver que no tienen que decirse más, abandono la sala, subiendo a su habitación.



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En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

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