Él es el amor

Capítulo 36

-Hola, Baldo.
-Felicidades, Óscar.
-Gracias, gracias - dijo, feliz aceptando las felicitaciones. - Tienes tiempo para tomar algo.
-Sí, apenas terminé.
-Vamos entonces.
Sentados en un café y con el pedido hecho, comenzó:
-Klarrisa me dijo que se les vienen las duras con las pagas escolares.
-¿Por qué te vino con eso? - preguntó Baldo, apoyándose al respaldo, más por decir que buscando respuesta.
-Sabe que te preocupa eso y no quiere eso. Para mí también se vienen tiempos difíciles económicamente, sin embargo, mira al futuro y qué te traerá esa pérdida y sacrificio y verás que vale la pena el esfuerzo.
-Por eso lo y hago - dice Baldo.
Y él solo asiente con la cabeza.
-Pensé que podríamos festejar todos juntos, estas buenas noticias, quién sabe cuándo podemos de nuevo.
-Por mi bien. Véalo con Klarrisa.
-Y lo voy.

 

 

-Klarrisa, ven - fue el corto llamado de su madre mientras pasaba.
Sin ganas de escuchar nuevas mentiras o pelear, se detuvo frente ella con cara de poca importancia.
-¿Qué?
-Uno: Habla como se debe soy tu madre.
Ella sigue sin mirarla como es educado, más mira al lado a la ventana.
-Lo que has hecho fue muy irrespetuoso de tu parte.
-Tú lo comenzaste y yo solo lo terminé - comentó conteniendo la furia.
-No debiste de meterte, todo iba tan bien. Tu hermano y Haite comenzaron a acercarse y por fin se alejó de esa.
-¡Con mentiras! - grito con las manos cruzadas, mordiéndose la lengua para no delatar el embarazo.
-No importa. Lo importante es el fin.
Se mantuvo callada porque la única respuesta que se le vino era "a cuesta de un bebe".
-Esta noche hay una fiesta fundamental para recaudar fondos y todos iremos, así que quiero la Klarrisa de siempre y no esta rebelde versión que expones desde que te mezclas con ese empleado y la gentuza parecida.
Furiosa, mantuvo su lengua apretada para no decirle lo que de verdad piensa mientras la miraba irse a la cocina.

 

Esa noche se arregló llevando un vestido negro que encontró en su cama.
Segura que su madre la puso ahí.
Al bajar al piso de abajo, encontró solo a su madre lista esperando.
-¿Dónde están Óscar y papá?
-Nos alcanzarán - contestó abriendo la puerta.
-¿Por qué? ¿No has dicho que vamos todos? Tú siempre exiges que entramos juntos.
-Siguen en el hotel y yo no voy a llegar tarde porque ellos no saben dejar el trabajo - dijo sin emoción.
Sin tener de otra, entro en el coche que las espero frente a la puerta.

-Señoras - las saludo Ian.
-Buenas noches, querido - lo saludó Sandra mientras él se agachaba a saludarla como a una dama.
-Klarrisa, bella como siempre.
-Ian. No sabía que tú también estás invitado.
-Es una fiesta de buena causa, por supuesto que estará invitado - le contesto la madre.
-¿Las acompaño? - preguntó ofreciendo sus brazos.
-Con gusto, pero estoy necesitada - contestó Sandra apuntando a sus amigas. - Klarrisa con gusto te hará compañía - dijo y se fue.
No pidiendo escaparse y teniéndolo sonriendo con el brazo extendido. Lo agarró, permitiéndole que la llevara de la entrada.

Minutos comenzaron a pasar a la hora y, con la copa en mano, no dejó de mirar al reloj, preguntándose:
-¿Dónde están?
Ni su padre, ni su hermano todavía no habían llegado.
-¿Bailamos? - preguntó Ian.
Y sin esperar la respuesta, la llevo al centro.
Horas pasaban y ella no podía escaparse, si no era su madre la que la detenía era Ian. 
-Las acompaño al coche - dijo Ian cuando la fiesta por fin terminó.

En el caro se mantuvo callada y al llegar frente a la casa entró corriendo.
Primero fue a buscar a su hermano, cuyo cuarto estaba vacío. Y después a su papá, del que tampoco encontró rastro.
Entrando a su cuarto, lo llamo.
-Papa.
-¿Qué pasa, cariño? - la preguntó, escuchándola rara.
-¿Dónde están?
-¿Cómo, dónde estamos? ¿A quién te refieres?
-A ti y a Óscar.
-De ese no me hables, que todo el día no se apareció por el hotel. En la tarde vino un corto rato y se fue ofendido.
-¿Por qué no han venido a la fiesta en la que mamá fue? - preguntó, llorando.
La noche la dejo frustrada y vulnerable.
-¿Qué hora son? - preguntó él. - ¡Ay, demonios! Se me pasó el tiempo entre los papeles. Perdón, cielo - le dijo, consciente de que no se pasó bien.
Colgó, rompiendo, ha llamado en la alfombra.
-Qué irresponsabilidad. ¿Ves cómo son los hombres? No puedes confiar en ellos - dijo su madre, entrando al cuarto sin tocar. - ¿Qué haces en el piso? - la preguntó al percatarse. - Levántate.
-Me has mentido - la acusó, enojada y con el rostro en lágrimas.
-Yo no hice nada. Son ellos los que no se han presentado. De seguro está con la pérdida esa - dijo, mirando al vacío.
Después de eso, abandonó el cuarto sin decir nada más.



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En el texto hay: amor, amistad, prejucios

Editado: 11.08.2024

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